Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

viernes, 30 de noviembre de 2012

De "Minusvalidos", a "Personas con Discapacidad", pasando por "Discapacitados" hasta "Personas con capacidades diferentes".



Tenía ya mucha ganas de comentar con vosotros algunos términos que he tenido últimamente que utilizar más a menudo y que por ello he aprendido sin apenas darme ni cuenta. Me refiero a algunos términos del lenguaje que rodea a la discapacidad.

Siempre os digo que el lenguaje es algo vivo que no deja de cambiar y por eso es susceptible de quedarse antiguo. Ahora se habla mucho de lo "politícamente correcto", y la verdad es que muchas veces cuando utilizamos esta binomio lo hacemos con horror porque a los que escribimos en el ámbito laboral a veces nos hace la vida un poco más díficil. Ya no sabe uno muchas veces si tal o cual término lo está escribiendo mejor o peor.

Aunque bien es cierto que la intención es buena. Cuando decimos "lo políticamente correcto" es porque se intenta que el lenguaje utilizado no caiga en etiquetar de forma peyorativa o negativa una realidad social evidente, y es la de que todos somos iguales, pero diferentes.

La clave es intentar valorar o dignificar lo que nos une, no lo que nos diferencia. Y siempre sobre la base del respeto, el respeto a la diversidad, para crear una sociedad más igualitaria.

Por eso, y ahora ya abordamos el tema de esta entrada, hay que cuidar el lenguaje para que nadie pueda sentirse discriminado. El lenguaje es, como si dijéramos, la ventana del pensamiento. Y ambos se retroalimentan y hacen crecer al individuo. Si nuestras ideas van cambiando es lógico que haya que modificar el lenguaje.

El caso es que ahora términos como "impedido" o "minusvalido" ya no se deben utilizar. Minus-válido no deja de ser claramente negativo. Por eso se tiende a que se sustituya por el término "discapacitado", un neologismo que apareció en España a finales de los 90. Pero cómo el lenguaje no deja de evolucionar, ahora también se pretende que se sustituya por el de "persona con discapacidad", menos peyorativo, porque es como subrayar que todos somos ante todo personas iguales, aunque con diferencias.

Del mismo modo ocurre ya dentro de la discapacidad. Para referirse a las "personas con discapacidad intelectual" ya no se deben utilizar términos como retardado, deficiente, mongólico, tonto o subnormal, bastante negativos todos, y que incluso se han utilizado como insultos.

Ahora incluso se va más allá y se aboga ultimamente por el término "personas con capacidades diferentes" como sustitutivo del de "personas con discapacidad intelectual". Se prefiere ahora éste de "personas con capacidades diferentes" porque dicen que es una manera general de referirse a un amplio número de personas todas ellas diferentes, porque aquí estarían englobados tanto las personas que tienen discapacidad intelectual porque proceden de alguna enfermedad (Síndrome de Down, autismo...) como los que tuvieron daño cerebral por motivo de un accidente con traumatismo craneal, por ejemplo.

Aunque si se sabe exactamente el término de la enfermedad en particular, como Síndrome de Down, no se considera que sea irrespetuoso el utilizarlo, todo lo contrario.

Bueno y hasta aquí. Solo espero con este repaso no haberos líado más... Espero.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Síndromes con nombre literario



Hoy os quería dejar con las curiosidades que a veces uno se encuentra en torno a la literatura. En este caso os he reunido una pequeña lista de síndromes que existen a los que han bautizado con nombre literario, debido a lo curioso de sus síntomas. Los he recogido en un artículo de la revista Muy Interesante y alguno que otro más que he encontrado.

Solo algunos os dejo, porque si no la entrada se alargaría demasiado.

Síndrome de Rapunzel
Llamado así en honor a la protagonista de pelo largo de uno de los cuentos de los Hermanos Grimm, hace referencia a un raro trastorno intestinal, del que solo se conocen 25 casos , y que consiste en  la formación de una cola de pelo extendida desde estómago hacia intestino. ocurre en pacientes mujeres jóvenes y niñas, con un trastorno de la personalidad, y suele causar tricofagia (ingesta compulsiva de cabello).

Síndrome de Huckleberry Finn
Bautizado como el personaje de la obra de Mark Twain “Las Aventuras de Hucckleberry Finn”, este síndrome psicológico se caracteriza por la tendencia a eludir responsabilidades como niño, y a cambiar con frecuencia de trabajo al llegar a la vida adulta. Los expertos aseguran que es un mecanismo de defensa ligado al rechazo parenta, una baja autoestima y síntomas de depresión en un sujeto inteligente.

Síndrome de Otelo
También conocido como delirio celotípico o celos patológicos, se trata de un trastorno delirante caracterizado por una preocupación excesiva e irracional sobre la infidelidad de la pareja. El paciente, normalmente un hombre, está absolutamente convencido de que su pareja le es infiel sin que exista motivo real que lo justifique. Se trata de una auténtica encarnación de la actitud y pensamientos de Otelo hacia Desdémona en la célebre obra de William Shakespeare.

Síndrome de Pollyanna
Denominado así en referencia a la protagonista de una novela juvenil escrita por la norteamericana Eleanor H. Porter y publicada en el año 1913, hace referencia a la excesiva idealización de las situaciones y experiencias, así como al exceso de amabilidad y a la tendencia a ver solo el lado bueno de las cosas. En otras palabras, se podría describir como un optimismo enfermizo y no ligado a los acontecimientos de la realidad.

Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas
Los pacientes que sufren este trastorno perciben alteraciones en la forma, tamaño y situación espacial de los objetos, así como distorsión de la imagen corporal -que les hacen sentirse más grandes o más pequeños- y del transcurso del tiempo. También se han asociado otras ilusiones visuales como palinopsia (imágenes múltiples), acromatopsia (no percepción del color) y prosopagnosia (incapacidad de reconocer caras). Los científicos sospechan que el escritor Charles Lutwidge Dodgson, conocido bajo el pseudónimo de Lewis Carroll y afectado por migrañas, pudo sufrir este trastorno, de forma que las raras experiencias de la joven Alicia que protagonizaba sus historias fueran bien conocidas por su creador.

Síndrome de Madame Bovary
También conocido como bovarismo, se define como un estado de insatisfacción crónica de una persona, en planos afectivos y sociales, producido por el contraste entre sus ilusiones –marcadas por cierta imaginación y romanticismo- y la realidad, que suele frustrar las ambiciones vanas y desmesuradas. El término fue utilizado por primera vez por el filósofo francés Jules de Gaultier y alude a la novela Madame Bovary de Gustave Flaubert, en concreto a la figura de su protagonista, Emma Bovary.

 Síndrome de Peter Pan
El psicólogo norteamericano Dan Kiley denominó como Síndrome de Peter Pan al conjunto de rasgos que tiene aquella persona que no sabe o no puede renunciar a ser hijo para empezar a ser padre.  El hombre/niño que se resiste a crecer es incapaz de cuidar y proteger a nadie así como de intercambiar papeles igualitariamente en el contexto de una pareja. Exhibe un desfase patológico entre su edad cronológica y su madurez afectiva.


El síndrome de la Bella Durmiente Sleeping Beauty o de Kleine-Levin
Los individuos afectados por el síndrome de Kleine-Levin pueden pasar semanas o incluso años sin experimentar ningún síntoma, aunque estos pueden reaparecer sin ningún tipo de señal previa.
Además de dormir en exceso, la enfermedad se muestra mediante episodios de desorientación, alucinaciones, comportamiento infantil, atracones de comida y periodos de hipersexualidad cuando permanecen despiertos. Según el Instituto Nacional de trastornos neurológicos de Estados Unidos, estos síntomas pueden estar relacionados con las partes del cerebro que controlan el apetito y el sueño, aunque las causas que provocan estas alteraciones son de momento desconocidas.

Nicole Delien, acaba de cumplir 17 años, pero gran parte de ellos los ha pasado dormida. Una extraña enfermedad que afecta a una adolescente de Pennsylvania provoca que pase entre 18 a 19 horas dormida, además de largos períodos en esa misma situación. Según recoge el Daily Mail, en una ocasión llegó a dormir hasta 64 días seguidos, incluida la festividad de Acción de Gracias.
El raro trastorno al que se enfrenta Nicole Delien recibe el nombre de «Sleeping Beauty» (La Bella Durmiente) o de «Kleine-Levin», y afecta cerca de 1.000 personas en todo el mundo, en su mayor parte adolescentes..
Durante sus largos períodos de sueño, Nicole se despierta en breves períodos, totalmente confusa. Son esos momentos los que aprovecha para comer o ir al baño, para a continuación volver a dormir, según relata su madre, Vicki. «Ha sido muy frustrante intentar que algún médico acertase con el diagnóstico», asegura.
Tras muchos años sin saber qué tipo de problema afectaba a su hija «finalmente, un doctor en Allegheny, en el hospital General de Pittsburgh, Pennsylvania, fue capaz de identificar la enfermedad».
De este modo, ya tienen más pistas de cómo tratar este mal, o el tipo de medicamentos con el que se puede tratar. y ofrecer algunas sugerencias sobre cómo administrarlo, incluyendo medicamentos.


Otras entradas de este blog relacionadas con estos temas:



Fuentes:

lunes, 26 de noviembre de 2012

Noticias Literarias: Cinco horas con Mario, Lope de Vega y el Premio Nacional de las Letras Españolas 2012




Hace poco tiempo abrimos en este blog la etiqueta de "Noticias Literarias" cómo entonces no recordar que hoy se cumplen 33 años desde la primera representación de "Cinco horas con Mario" de Miguel Delibes, que se estrenó un 26 de noviembre también, pero de 1979 en el Teatro Marquina de Madrid, siempre con el mismo productor, José Sámano, y la misma directora, Josefina Molina. 

Por séptima vez está en representándose en un teatro de Madrid, el Arlequín, aunque en vez de Lola Herrera, está protagonizado por la actriz Natalia Millán.

Yo recuerdo que la ví en el año 2002 representada por Lola Herrera en el Teatro Real Cinema.



También podemos decir que ayer, 25 de noviembre, se celebró el 450 aniversario del nacimiento de Lope de Vega, que nació un 25 de noviembre de 1562.

Permitidme que os deje con la canción "Que el soneto nos tome por sorpresa" de Jorge Drexler de la película Lope.



¿Y por qué yo no he visto esta película? 
¿Alguno de vosotros la ha visto?
¿Qué tal estaba?



Bueno que me despisto...

No os quiero agobiar, solo una última noticia:


Francisco Rodríguez Adrados ha sido galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas 2012. El Premio lo concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para distinguir el conjunto de la labor literaria de un autor español cuya obra esté considerada como parte integrante del conjunto de la literatura española actual escrita en cualquiera de las lenguas españolas. Está dotado con 40.000 euros.

El jurado ha valorado "la obra científica del profesor Rodríguez Adrados, centrada en la Filología griega, con valiosas incursiones en el campo de la Lingüística y, en particular, en el estudio del indoeuropeo y del sánscrito.

 En un artículo suyo, de 2005, titulado simple y claramente Lenguas españolas, ya empezaba diciendo: 

"Claro que son lenguas españolas todas. Pero cada una tiene su función. Y se está armando un guirigay imposible, dañino para todos. Por ejemplo, eso de las Cortes. Quieren hablar allí en catalán, en vasco y en otras lenguas más. ¿Quién va a entenderse? Porque las lenguas están hechas para eso: para entenderse". En medio de sus explicaciones, pros y contras, el académico y filólogo salmantino dice: "Por Dios, menos locuras. Dejemos libertad. Dejemos un lugar aparte para lo que es aparte, lo primero. O sea: el español".

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/11/26/actualidad/1353923635_901192.html



domingo, 25 de noviembre de 2012

Un relato de Rocío Díaz. 25 de noviembre Día Internacional contra la violencia de Género



25 de Noviembre. Día Internacional contra la violencia de Género.

Hoy os dejo con uno de mis relatos. 

Fue premiado en el X Certamen de Poesía y Narrativa que organiza la Concejalía de Igualdad de Género del Ayuntamiento de Ciudad Real. Modalidad narrativa. 2006.






Una mosca en una tela de araña



Anoche te despachaste bien ¿eh Paco? Pero yo también, yo también.

Anoche te despachaste bien, cuarto y mitad de empujones, medio de patadas, uno de puñetazos y por si quería más caldo me dejaste caer encima los dos platos de sopa que acababa de servir. Aunque eso, figúrate tú la lástima que te daría, ya ni lo sentí. Y pensar que había salido a la carrera hasta la tienda, dejando la olla en el fuego, solo por echarte algún puñadito más de esos fideos finos que te gustan tanto...

Pero qué fatalidad estaba hirviendo, hirviendo dijiste y me la diste a probar para que lo comprobara... Luego, como si te hubiera visto, seguro que saliste corriendo escaleras abajo, escapando a zancadas de quién sabe qué. La verdad es que siempre tuviste buenas piernas ¡Vaya buen mozo que se va a llevar la niña....! decían las vecinas cuando venías a buscarme. Aún sigues teniendo buenas piernas Paco, aún te valen para buscarme las cosquillas ¿verdad? Para encontrármelas allí donde nunca las tuve, en el pecho, en la espalda, en las costillas... siempre buscando bajo la ropa, donde las encuentres o no, luego no se van a ver.

Cosquillas y más cosquillas, para después sin esperar a que me ría, salir corriendo, corriendo escaleras abajo como alma que lleva el diablo.

Y digo yo Paco ¿A santo de qué corres tanto...? ¿Es que aún no te has enterado marido, que de tu sombra no vas a poder escapar nunca?  De la mala sombra jodío, no se escapa tan fácilmente...

¿No dices eso tú siempre? Esa retahíla de que no me vas a dejar escapar, que no me van a valer los embustes, que las mentiras tienen las patitas muy cortas... Ahora que lo pienso, mucho más cortas que las tuyas. Ahora que tengo tiempo de pensar sin tener que colocar todo para cuando llegues...

Y hablando de patas, figúrate nunca me había dado cuenta de cuánto te pareces a las arañas. Y no, no por lo de animal, que para eso no hacía falta pensar tanto, si a eso ya había llegado hasta yo hace tiempo... Esas arañas de patas largas que entran a casa desde el jardín y que hacen esas telas enormes en los rincones en cuánto me descuido. Como tú. Nunca me había dado cuenta de cómo ibas haciendo esa tela a mi alrededor, con los hilos invisibles y resistentes de los reproches y las bofetadas, resulta que ibas tejiendo y tejiendo, con mucha mas maña que yo tejía esos jerséis tuyos durante años y años. Esos jerséis de lana bien abrigados...

Ahora resulta que mientras yo te abrigaba Paco, tú me ibas desnudando de vecinas, amigos y familia, me ibas desnudando del amor ajeno y sobre todo me desnudabas del amor propio. Mientras yo te cuidaba cada vez con mas dedicación, tú me descuidabas con igual o mayor dedicación que la mía, anulándome fuera y dentro de esta casa, anulándome tanto que yo ya tampoco quería salir. Cuánto tiempo me ha costado llegar hasta aquí... Mira que hacía tiempo que no pensaba... Pero ahora veo como hilo a hilo, golpe a golpe, me ibas atando sin remedio a la olla, al fregadero, a la cama... Me ibas dejando poco a poco en el centro mismo de esta casa, en el centro de tu tela de araña,  para que no pudiera escapar...  Atrapada en vida.

Como una mosca. Una mosca pequeña y redonda. Redonda como una alianza de casada, como una sartén, como un cero a la izquierda, como un vacío, un enorme vacío que no se puede apoyar en ninguna parte, que sale rodando, rodando... hacia tierra de nadie.

Por algo me llamabas tú en medio de tus parrafadas: mosquita muerta. Ahora lo entiendo, bien que lo sabías tú. Una mosquita a la que no vas a dejar escapar, “...porque a mi no me valen tus embustes, me decías, cuando tú vas Candela, mira lo que digo, cuando tu vas yo ya he vuelto...”

Y volvías, vaya si volvías, siempre para leerme la cartilla, que eso también lo dices, que me la tienes que leer, que yo soy una ignorante, Paco. ¿O debo decir Francisco?, porque ahora así quieres que te conozcan, “que Paco no es de señores Candela”. Así dices. Mientras me llamas mil veces desde la oficina cambiando la voz, para ver como tomo los recados, si contesto que Paco no está, o no está Francisco. Y has escrito cien, quinientas, millones de veces sobre mi piel “Francisco, Francisco, Francisco...”. Y a fuerza de repetírmelo, a fuerza de sentirlo sobre mí, he aprendido a distinguir.

Aunque ahora que lo pienso, quizás lo he aprendido porque dentro de mi alma, aún hay ratos que me digo que Paco y Francisco no pueden ser la misma persona. Y es que nunca tuve tiempo de pensar tanto... El Paco con el que yo me casé no es así, ese extraño con el que ahora me acuesto y me levanto para volverme a acostar, ese extraño para el que cocino, para el que limpio la casa y con el que comparto el baño no es mi Paco, es otro, otro que no sé desde cuando tiene alquilado mi cuerpo y mi vida... Un alquiler que de vez en cuando cobro religiosamente, cobro en metálico y en especias. Pero siempre cobro, qué buen pagador has sido siempre.

Y aún no sé por qué. No sé cómo ni por qué hemos llegado hasta aquí. Como tampoco sé por qué salgo corriendo a por fideos finos, teniendo de tres clases distintas en casa. Como tampoco sé por qué de pronto mientras doy vueltas a esos fideos en la olla recuerdo que he soñado... Y no consigo recordar qué ha sido, sino que en un segundo me doy cuenta de que hasta esos sueños tenían color morado... Y eso escuece, eso duele más que todos los golpes, más que las quemaduras, eso duele dentro del  alma. Muy dentro. Y me rindo. 

Porque Paco lo que tú quieras pero tú en mis sueños no, mis sueños eran lo único que me quedaba...

Y ya sin sentir nada, sé que subí al máximo el fuego a sabiendas de que la sopa herviría, a sabiendas de cuánto te enfadaría Paco, a sabiendas de que esa sería la única forma de acabar con esta agonía de ir menguando poco a poco, siempre con el miedo de ir perdiendo todo, todo, la voluntad, la sombra y hasta los sueños.

Ya lo ves, anoche te despachaste bien Paco, pero yo también. Que lástima, se te acabó el entretenimiento marido, quizás yo ya no voy a poder jugar...

Pero una ultima cosa, sé bueno, anda, no corras más y solo contéstame a una cosa, ya sabes lo ignorante que soy...

Paco, dime ¿y cuándo uno se muere piensa?.

 
©Rocío Díaz Gómez

jueves, 22 de noviembre de 2012

De palabras y "Pipis"



Había una vez una loca de las palabras (o sea yo) que tenía que a ir a la farmacia... Había esa vez muuuucha gente en esa farmacia a la que fui. ¿Y que hace muchas veces uno cuando espera en una fila? Pues mirar por aquí, por allí, tarro arriba, tarro abajo. ¿Y que hace alguien, que además es una loca de las palabras, mientras mira? Pues va leyendo mentalmente las palabras sin apenas darse cuenta.

Pero sigamos con nuestra historia: Había una vez una loca de las palabras que estaba en una farmacia, cuando de pronto topa con una palabra familiar, muy familiar, una de esas de siempre, esa misma que te crees que jamás de los jamases vas a encontrar escrita en una estantería fina de una farmacia de bién: "Pipis". 



¡PIPIS! dice la loca de las palabras para sus adentros. ¡Qué gracia y lo escriben ahí! se sigue diciendo. Y como la loca de las palabras no se puede aguantar, saca su cámara de fotos y allí mismo, en la farmacia, y entre clientes y recetas de las que ahora se pagan, atrapa la palabra vivita y colando, y como si se tratara del gran botín, se la trae a su blog.

Y colorín, colorado aquí está el término encontrado.

Bueno, chorradas aparte, es cierto todo lo que he contado hasta aquí. Ahí estaba la palabra "pipis" tan campante en la estantería de la farmacia.

¡Y yo que pensaba que solo utilizaba esa palabra mi madre y mi abuela, y la madre de mi abuela...! vamos que era una de esas palabras de andar por casa, de brasero, de zapatillas...

¡Anda que no me queda por aprender...!

Porque buscamos en el diccionario de la Real Academia de la Lengua y encontramos:

pipi.

1. m. pipiolo.
2. m. coloq. piojo (‖ insecto hemíptero parásito de los mamíferos).

¡Viene en el diccionario!

Qué pipiolo, ni que pipiolo, se dice para sus adentros la loca de las palabras, un pipi es un piojo de toda la vida... ¡Pues claro que sí señores académicos, claro que sí, un diez por ustedes (y otro diez para mi señora madre que habla así de requetebién)!

martes, 20 de noviembre de 2012

Día Mundial del Niño. Muñoz Molina y Elvira Lindo




Hoy, 20 de noviembre de 2012, es el Día Universal del Niño.

He pensado que qué mejor día, para dejaros con un artículo de Antonio Muñoz Molina de su blog, del día 15 de noviembre, donde hablaba de un niño, el niño que inventó Elvira Lindo.

Sabéis de quién os hablo ¿verdad?

http://antoniomuñozmolina.es/2012/11/mejor-que-nunca/



Mejor que nunca

nov 15
2012

Ya no tan niño, pero todavía un niño: y no porque siga teniendo pocos años -¿once, doce ahora? Nunca estuvo muy clara su edad- sino porque es de esas personas que preservarán durante toda la vida un vínculo muy cercano con la infancia. Hacía más de diez años que no se sabía nada nuevo de él: la escritora que contaba la crónica de su vida, dice él, se marchó, irresponsablemente , a “la ciudad de los rascacielos” y dejó a su madre embarazada, todo interrumpido.

Ahora vuelve, pero no quiere que sigan llamándole Manolito, en un intento vano por ganarse un respeto que para él siempre será dudoso y difícil: es de esas personas destinadas a provocar ternura, o desdén, o a pasar inadvertidas entre los arrogantes, pero nunca a imponerse a los demás. Mejor Manolo, pide ahora, sin mucha convicción, sabiendo que aunque él insista y aunque parezca que logra algo al poco tiempo le volverán a llamar por el diminutivo.

En el mundo exterior han pasado más de diez años, pero en el suyo particular sólo tres, más o menos. Al comienzo de la segunda parte del Quijote no ha pasado ni un mes desde el final de la primera, pero entre una y otra hay una distancia de diez años. El tiempo pasa de otra manera en la literatura. El tiempo de los héroes de la cultura popular es un tiempo raro y casi siempre suspendido en el que ellos viven como en un burbuja, y por eso los admiramos tanto, y nos dan tanto consuelo, porque nos permiten cobijarnos brevemente en una temporalidad sin decadencia ni pérdida. Empieza una historieta de Calvin y Hobbes, de Charlie Brown, de Mafalda, y cuando llega al final la interrupción nos devuelve una y otra vez al principio, al mismo principio, a la vida intacta por la que no pasa el tiempo, la vida de Sherlock Holmes, la de Maigret, la de ese Nueva York de cuento que habitan Jerry Seinfeld y sus tres amigos, nunca del todo adultos, con sus pequeñas aventuras tan ordenadas como las viñetas en una página de tebeo.

Manolito es parecido a ellos, pero no exactamente como ellos. El tiempo ha pasado. No tanto como para expulsarlo de la niñez. Pero sí para que ocurra algún cambio decisivo, como esa hermana de la que su madre estaba embarazada hace once años pero que ahora tiene sólo tres, o esa seriedad estrambótica del sempiterno hermano pequeño, el Imbécil, al que en Estados Unidos hubo que cambiarle el nombre, para que no se traumatizaran los niños americanos. Los niños americanos pueden ver películas de gente descuartizada viva o convertida en pulpa sangrienta por una explosión pero no leer que a un personaje infantil le llaman Susana Bragasucias(tampoco los niños escandinavos, por cierto).

Manolito, o mejor Manolo, ha cambiado sutilmente: ha ganado en perspicacia sin perder la inocencia. Los dibujos de Emilio Urberuaga captan y explican muy bien esos cambios nada ostensibles. Y es el hablador de siempre, con una voz como no hay otra en la literatura de ahora mismo, tan rica en matices y en veladuras de sentido dentro de su naturalidad que pueden disfrutarla igual un niño y un adulto, como se ríen un niño y un adulto viendo a Chaplin o a los hermanos Marx y cada uno escucha o ve algo distinto y algo idéntico. Hay una oralidad extraordinaria en este nuevo Manolito -mejor Manolo, perdón- parecida y distinta a la de los anteriores, pero se ha acentuado una comicidad visual que ya existiía antes: ocurre algo digamos que en primer plano, una conversación, y un poco más allá hay personajes que gesticulan y hacen diabluras, como Chicco y Harpo en un margen de la pantalla mientras Groucho seduce a una millonaria jamona.

Manolito vive en un mundo que es tan exclusivamente suyo como el de Calvin o el de Seinfeld, pero también vive, y eso forma parte de su originalidad, en el mundo real de ahora mismo. La suya es una de esas familias que ni siquiera en los años más delirantes vivieron “por encima de nuestras posibilidades”. Ya pasaban apuros en los tiempos de la burbuja y ahora siguen pasándolos. La diferencia es que ya no habrá tantos lectores que encuentren exóticas sus estrecheces. Manolito, Manolo, está a un paso de dejar de ser niño, y a mí me gusta que aunque se haya hecho algo mayor siga suspendido en ese tiempo anterior a la adolescencia, acogido a la estabilidad perfecta de su familia, sus vecinos, su barrio. Algo de la melancolía del tiempo se filtra en esta nueva salida, pero es una melancolía tenue y mezclada con la risa, como sucede siempre en la comedia.

eo el libro y me acuerdo de una frase de Onetti que me gusta mucho, y que creo que tiene que ver con esa parte del carácter de Elvira del que brota el torrente limpio del habla de Manolito(o mejor Manolo):


“El hombre que no conserve algo de la infancia nunca podrá ser totalmente amigo mío”.








Las fotos de niños de esta entrada las tomé yo en Tailandia, este septiembre pasado.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Miliki






Cuando yo era pequeña solo teníamos una televisión en el comedor. Una tele no muy grande que tenía dos canales. Cada tarde yo llegaba vestida con mi uniforme azul marino y gris de las monjas, me quitaba de un tirón el verdugo blanco bien apretado que mi madre se empeñaba que llevara siempre para que no me dolieran tanto los oídos y con la coleta medio despeinada pero con el bocadillo en la mano, me hacía sitio como podía entre mis hermanos delante de la primera cadena de la tele para no perderme a los payasos. ¡Los payasos de la tele!

Había una vez... Y entraba Gaby, y luego todos los demás: Fofó, Miliki, Fofito y hasta ¡Milikito! con su  cencerro (quién lo diría ahora...).

¿Cómo están ustedeeeeeessss?

Más fuerte que no les oigo ¿Cómo están ustedeeees?

Y entonces entraba Don Pepito y Don José, nos picaba la nariz, la gallina Turuleca ponía un huevo, el chinito se declaraba de amol a la chinita y Manuela, era tan buena cocinera que le cantábamos Porrompompón Maanueeelaaaaaaaa...

Nosotros no teníamos radiador como Susanita, teníamos una estufa de butano que nos seguía por la casa calentando justo donde estábamos y dejando helado todo lo demás. El auto de Papá era un Seat 850 rojo, y aún faltaría mucho tiempo para que la barba de mis hermanos tuviera más de tres pelos. Pero que no nos faltaran los payasos, los payasos de la tele.

Hoy, 18 de noviembre de 2012, que cumple años Micky Mouse, también hemos sabido que se ha muerto Emilio Aragón, Miliki. Y qué penilla me ha dado, aunque haga ya muchos años que no vengo del colegio con el verdugo blanco apretándome la cabeza...

En fín.

Pasa el tiempo y nunca me han gustado los gorros. Pasa el tiempo y se ha muerto Emilio Aragón sí. Qué lástima. Pero Miliki no, Miliki no se va a morir nunca.







"Y nuestro amol así será: siempre, siempre igual..."