Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 25 de noviembre de 2012

Un relato de Rocío Díaz. 25 de noviembre Día Internacional contra la violencia de Género



25 de Noviembre. Día Internacional contra la violencia de Género.

Hoy os dejo con uno de mis relatos. 

Fue premiado en el X Certamen de Poesía y Narrativa que organiza la Concejalía de Igualdad de Género del Ayuntamiento de Ciudad Real. Modalidad narrativa. 2006.






Una mosca en una tela de araña



Anoche te despachaste bien ¿eh Paco? Pero yo también, yo también.

Anoche te despachaste bien, cuarto y mitad de empujones, medio de patadas, uno de puñetazos y por si quería más caldo me dejaste caer encima los dos platos de sopa que acababa de servir. Aunque eso, figúrate tú la lástima que te daría, ya ni lo sentí. Y pensar que había salido a la carrera hasta la tienda, dejando la olla en el fuego, solo por echarte algún puñadito más de esos fideos finos que te gustan tanto...

Pero qué fatalidad estaba hirviendo, hirviendo dijiste y me la diste a probar para que lo comprobara... Luego, como si te hubiera visto, seguro que saliste corriendo escaleras abajo, escapando a zancadas de quién sabe qué. La verdad es que siempre tuviste buenas piernas ¡Vaya buen mozo que se va a llevar la niña....! decían las vecinas cuando venías a buscarme. Aún sigues teniendo buenas piernas Paco, aún te valen para buscarme las cosquillas ¿verdad? Para encontrármelas allí donde nunca las tuve, en el pecho, en la espalda, en las costillas... siempre buscando bajo la ropa, donde las encuentres o no, luego no se van a ver.

Cosquillas y más cosquillas, para después sin esperar a que me ría, salir corriendo, corriendo escaleras abajo como alma que lleva el diablo.

Y digo yo Paco ¿A santo de qué corres tanto...? ¿Es que aún no te has enterado marido, que de tu sombra no vas a poder escapar nunca?  De la mala sombra jodío, no se escapa tan fácilmente...

¿No dices eso tú siempre? Esa retahíla de que no me vas a dejar escapar, que no me van a valer los embustes, que las mentiras tienen las patitas muy cortas... Ahora que lo pienso, mucho más cortas que las tuyas. Ahora que tengo tiempo de pensar sin tener que colocar todo para cuando llegues...

Y hablando de patas, figúrate nunca me había dado cuenta de cuánto te pareces a las arañas. Y no, no por lo de animal, que para eso no hacía falta pensar tanto, si a eso ya había llegado hasta yo hace tiempo... Esas arañas de patas largas que entran a casa desde el jardín y que hacen esas telas enormes en los rincones en cuánto me descuido. Como tú. Nunca me había dado cuenta de cómo ibas haciendo esa tela a mi alrededor, con los hilos invisibles y resistentes de los reproches y las bofetadas, resulta que ibas tejiendo y tejiendo, con mucha mas maña que yo tejía esos jerséis tuyos durante años y años. Esos jerséis de lana bien abrigados...

Ahora resulta que mientras yo te abrigaba Paco, tú me ibas desnudando de vecinas, amigos y familia, me ibas desnudando del amor ajeno y sobre todo me desnudabas del amor propio. Mientras yo te cuidaba cada vez con mas dedicación, tú me descuidabas con igual o mayor dedicación que la mía, anulándome fuera y dentro de esta casa, anulándome tanto que yo ya tampoco quería salir. Cuánto tiempo me ha costado llegar hasta aquí... Mira que hacía tiempo que no pensaba... Pero ahora veo como hilo a hilo, golpe a golpe, me ibas atando sin remedio a la olla, al fregadero, a la cama... Me ibas dejando poco a poco en el centro mismo de esta casa, en el centro de tu tela de araña,  para que no pudiera escapar...  Atrapada en vida.

Como una mosca. Una mosca pequeña y redonda. Redonda como una alianza de casada, como una sartén, como un cero a la izquierda, como un vacío, un enorme vacío que no se puede apoyar en ninguna parte, que sale rodando, rodando... hacia tierra de nadie.

Por algo me llamabas tú en medio de tus parrafadas: mosquita muerta. Ahora lo entiendo, bien que lo sabías tú. Una mosquita a la que no vas a dejar escapar, “...porque a mi no me valen tus embustes, me decías, cuando tú vas Candela, mira lo que digo, cuando tu vas yo ya he vuelto...”

Y volvías, vaya si volvías, siempre para leerme la cartilla, que eso también lo dices, que me la tienes que leer, que yo soy una ignorante, Paco. ¿O debo decir Francisco?, porque ahora así quieres que te conozcan, “que Paco no es de señores Candela”. Así dices. Mientras me llamas mil veces desde la oficina cambiando la voz, para ver como tomo los recados, si contesto que Paco no está, o no está Francisco. Y has escrito cien, quinientas, millones de veces sobre mi piel “Francisco, Francisco, Francisco...”. Y a fuerza de repetírmelo, a fuerza de sentirlo sobre mí, he aprendido a distinguir.

Aunque ahora que lo pienso, quizás lo he aprendido porque dentro de mi alma, aún hay ratos que me digo que Paco y Francisco no pueden ser la misma persona. Y es que nunca tuve tiempo de pensar tanto... El Paco con el que yo me casé no es así, ese extraño con el que ahora me acuesto y me levanto para volverme a acostar, ese extraño para el que cocino, para el que limpio la casa y con el que comparto el baño no es mi Paco, es otro, otro que no sé desde cuando tiene alquilado mi cuerpo y mi vida... Un alquiler que de vez en cuando cobro religiosamente, cobro en metálico y en especias. Pero siempre cobro, qué buen pagador has sido siempre.

Y aún no sé por qué. No sé cómo ni por qué hemos llegado hasta aquí. Como tampoco sé por qué salgo corriendo a por fideos finos, teniendo de tres clases distintas en casa. Como tampoco sé por qué de pronto mientras doy vueltas a esos fideos en la olla recuerdo que he soñado... Y no consigo recordar qué ha sido, sino que en un segundo me doy cuenta de que hasta esos sueños tenían color morado... Y eso escuece, eso duele más que todos los golpes, más que las quemaduras, eso duele dentro del  alma. Muy dentro. Y me rindo. 

Porque Paco lo que tú quieras pero tú en mis sueños no, mis sueños eran lo único que me quedaba...

Y ya sin sentir nada, sé que subí al máximo el fuego a sabiendas de que la sopa herviría, a sabiendas de cuánto te enfadaría Paco, a sabiendas de que esa sería la única forma de acabar con esta agonía de ir menguando poco a poco, siempre con el miedo de ir perdiendo todo, todo, la voluntad, la sombra y hasta los sueños.

Ya lo ves, anoche te despachaste bien Paco, pero yo también. Que lástima, se te acabó el entretenimiento marido, quizás yo ya no voy a poder jugar...

Pero una ultima cosa, sé bueno, anda, no corras más y solo contéstame a una cosa, ya sabes lo ignorante que soy...

Paco, dime ¿y cuándo uno se muere piensa?.

 
©Rocío Díaz Gómez

jueves, 22 de noviembre de 2012

De palabras y "Pipis"



Había una vez una loca de las palabras (o sea yo) que tenía que a ir a la farmacia... Había esa vez muuuucha gente en esa farmacia a la que fui. ¿Y que hace muchas veces uno cuando espera en una fila? Pues mirar por aquí, por allí, tarro arriba, tarro abajo. ¿Y que hace alguien, que además es una loca de las palabras, mientras mira? Pues va leyendo mentalmente las palabras sin apenas darse cuenta.

Pero sigamos con nuestra historia: Había una vez una loca de las palabras que estaba en una farmacia, cuando de pronto topa con una palabra familiar, muy familiar, una de esas de siempre, esa misma que te crees que jamás de los jamases vas a encontrar escrita en una estantería fina de una farmacia de bién: "Pipis". 



¡PIPIS! dice la loca de las palabras para sus adentros. ¡Qué gracia y lo escriben ahí! se sigue diciendo. Y como la loca de las palabras no se puede aguantar, saca su cámara de fotos y allí mismo, en la farmacia, y entre clientes y recetas de las que ahora se pagan, atrapa la palabra vivita y colando, y como si se tratara del gran botín, se la trae a su blog.

Y colorín, colorado aquí está el término encontrado.

Bueno, chorradas aparte, es cierto todo lo que he contado hasta aquí. Ahí estaba la palabra "pipis" tan campante en la estantería de la farmacia.

¡Y yo que pensaba que solo utilizaba esa palabra mi madre y mi abuela, y la madre de mi abuela...! vamos que era una de esas palabras de andar por casa, de brasero, de zapatillas...

¡Anda que no me queda por aprender...!

Porque buscamos en el diccionario de la Real Academia de la Lengua y encontramos:

pipi.

1. m. pipiolo.
2. m. coloq. piojo (‖ insecto hemíptero parásito de los mamíferos).

¡Viene en el diccionario!

Qué pipiolo, ni que pipiolo, se dice para sus adentros la loca de las palabras, un pipi es un piojo de toda la vida... ¡Pues claro que sí señores académicos, claro que sí, un diez por ustedes (y otro diez para mi señora madre que habla así de requetebién)!

martes, 20 de noviembre de 2012

Día Mundial del Niño. Muñoz Molina y Elvira Lindo




Hoy, 20 de noviembre de 2012, es el Día Universal del Niño.

He pensado que qué mejor día, para dejaros con un artículo de Antonio Muñoz Molina de su blog, del día 15 de noviembre, donde hablaba de un niño, el niño que inventó Elvira Lindo.

Sabéis de quién os hablo ¿verdad?

http://antoniomuñozmolina.es/2012/11/mejor-que-nunca/



Mejor que nunca

nov 15
2012

Ya no tan niño, pero todavía un niño: y no porque siga teniendo pocos años -¿once, doce ahora? Nunca estuvo muy clara su edad- sino porque es de esas personas que preservarán durante toda la vida un vínculo muy cercano con la infancia. Hacía más de diez años que no se sabía nada nuevo de él: la escritora que contaba la crónica de su vida, dice él, se marchó, irresponsablemente , a “la ciudad de los rascacielos” y dejó a su madre embarazada, todo interrumpido.

Ahora vuelve, pero no quiere que sigan llamándole Manolito, en un intento vano por ganarse un respeto que para él siempre será dudoso y difícil: es de esas personas destinadas a provocar ternura, o desdén, o a pasar inadvertidas entre los arrogantes, pero nunca a imponerse a los demás. Mejor Manolo, pide ahora, sin mucha convicción, sabiendo que aunque él insista y aunque parezca que logra algo al poco tiempo le volverán a llamar por el diminutivo.

En el mundo exterior han pasado más de diez años, pero en el suyo particular sólo tres, más o menos. Al comienzo de la segunda parte del Quijote no ha pasado ni un mes desde el final de la primera, pero entre una y otra hay una distancia de diez años. El tiempo pasa de otra manera en la literatura. El tiempo de los héroes de la cultura popular es un tiempo raro y casi siempre suspendido en el que ellos viven como en un burbuja, y por eso los admiramos tanto, y nos dan tanto consuelo, porque nos permiten cobijarnos brevemente en una temporalidad sin decadencia ni pérdida. Empieza una historieta de Calvin y Hobbes, de Charlie Brown, de Mafalda, y cuando llega al final la interrupción nos devuelve una y otra vez al principio, al mismo principio, a la vida intacta por la que no pasa el tiempo, la vida de Sherlock Holmes, la de Maigret, la de ese Nueva York de cuento que habitan Jerry Seinfeld y sus tres amigos, nunca del todo adultos, con sus pequeñas aventuras tan ordenadas como las viñetas en una página de tebeo.

Manolito es parecido a ellos, pero no exactamente como ellos. El tiempo ha pasado. No tanto como para expulsarlo de la niñez. Pero sí para que ocurra algún cambio decisivo, como esa hermana de la que su madre estaba embarazada hace once años pero que ahora tiene sólo tres, o esa seriedad estrambótica del sempiterno hermano pequeño, el Imbécil, al que en Estados Unidos hubo que cambiarle el nombre, para que no se traumatizaran los niños americanos. Los niños americanos pueden ver películas de gente descuartizada viva o convertida en pulpa sangrienta por una explosión pero no leer que a un personaje infantil le llaman Susana Bragasucias(tampoco los niños escandinavos, por cierto).

Manolito, o mejor Manolo, ha cambiado sutilmente: ha ganado en perspicacia sin perder la inocencia. Los dibujos de Emilio Urberuaga captan y explican muy bien esos cambios nada ostensibles. Y es el hablador de siempre, con una voz como no hay otra en la literatura de ahora mismo, tan rica en matices y en veladuras de sentido dentro de su naturalidad que pueden disfrutarla igual un niño y un adulto, como se ríen un niño y un adulto viendo a Chaplin o a los hermanos Marx y cada uno escucha o ve algo distinto y algo idéntico. Hay una oralidad extraordinaria en este nuevo Manolito -mejor Manolo, perdón- parecida y distinta a la de los anteriores, pero se ha acentuado una comicidad visual que ya existiía antes: ocurre algo digamos que en primer plano, una conversación, y un poco más allá hay personajes que gesticulan y hacen diabluras, como Chicco y Harpo en un margen de la pantalla mientras Groucho seduce a una millonaria jamona.

Manolito vive en un mundo que es tan exclusivamente suyo como el de Calvin o el de Seinfeld, pero también vive, y eso forma parte de su originalidad, en el mundo real de ahora mismo. La suya es una de esas familias que ni siquiera en los años más delirantes vivieron “por encima de nuestras posibilidades”. Ya pasaban apuros en los tiempos de la burbuja y ahora siguen pasándolos. La diferencia es que ya no habrá tantos lectores que encuentren exóticas sus estrecheces. Manolito, Manolo, está a un paso de dejar de ser niño, y a mí me gusta que aunque se haya hecho algo mayor siga suspendido en ese tiempo anterior a la adolescencia, acogido a la estabilidad perfecta de su familia, sus vecinos, su barrio. Algo de la melancolía del tiempo se filtra en esta nueva salida, pero es una melancolía tenue y mezclada con la risa, como sucede siempre en la comedia.

eo el libro y me acuerdo de una frase de Onetti que me gusta mucho, y que creo que tiene que ver con esa parte del carácter de Elvira del que brota el torrente limpio del habla de Manolito(o mejor Manolo):


“El hombre que no conserve algo de la infancia nunca podrá ser totalmente amigo mío”.








Las fotos de niños de esta entrada las tomé yo en Tailandia, este septiembre pasado.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Miliki






Cuando yo era pequeña solo teníamos una televisión en el comedor. Una tele no muy grande que tenía dos canales. Cada tarde yo llegaba vestida con mi uniforme azul marino y gris de las monjas, me quitaba de un tirón el verdugo blanco bien apretado que mi madre se empeñaba que llevara siempre para que no me dolieran tanto los oídos y con la coleta medio despeinada pero con el bocadillo en la mano, me hacía sitio como podía entre mis hermanos delante de la primera cadena de la tele para no perderme a los payasos. ¡Los payasos de la tele!

Había una vez... Y entraba Gaby, y luego todos los demás: Fofó, Miliki, Fofito y hasta ¡Milikito! con su  cencerro (quién lo diría ahora...).

¿Cómo están ustedeeeeeessss?

Más fuerte que no les oigo ¿Cómo están ustedeeees?

Y entonces entraba Don Pepito y Don José, nos picaba la nariz, la gallina Turuleca ponía un huevo, el chinito se declaraba de amol a la chinita y Manuela, era tan buena cocinera que le cantábamos Porrompompón Maanueeelaaaaaaaa...

Nosotros no teníamos radiador como Susanita, teníamos una estufa de butano que nos seguía por la casa calentando justo donde estábamos y dejando helado todo lo demás. El auto de Papá era un Seat 850 rojo, y aún faltaría mucho tiempo para que la barba de mis hermanos tuviera más de tres pelos. Pero que no nos faltaran los payasos, los payasos de la tele.

Hoy, 18 de noviembre de 2012, que cumple años Micky Mouse, también hemos sabido que se ha muerto Emilio Aragón, Miliki. Y qué penilla me ha dado, aunque haga ya muchos años que no vengo del colegio con el verdugo blanco apretándome la cabeza...

En fín.

Pasa el tiempo y nunca me han gustado los gorros. Pasa el tiempo y se ha muerto Emilio Aragón sí. Qué lástima. Pero Miliki no, Miliki no se va a morir nunca.







"Y nuestro amol así será: siempre, siempre igual..."

viernes, 16 de noviembre de 2012

Un ramillete de noticias literarias para un 16 de noviembre de 2012




"Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos."
 J.Saramago de Ensayo sobre la ceguera.

"Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio, que es bueno para mi salud. Pero nunca he oído a nadie decirle a un deportista: tienes que leer".
José Saramago


I

Hoy 16 de noviembre de 2012 es el aniversario del nacimiento de Saramago. Un 16 de noviembre de 1922 nació José de Sousa Saramago, escritor portugués y Premio Nobel de Literatura en 1998. Escribió, entre otras novelas, El Evangelio según Jesucristo (1991), Ensayo sobre la ceguera (1995), Todos los nombres (1997), La caverna (2000), El hombre duplicado (2002), Ensayo sobre la lucidez (2004) y El viaje del elefante (2009).

En 1998, cuando le concedieron el Nobel de Literatura, su discurso de aceptación del Nobel comenzaba así: "El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir....."

II  
Hoy 16 de noviembre de 2012 en un 'ranking' que continúa, una semana más, liderado por la trilogía erótica superventas 'Cincuenta sombras de Grey', seguida de 'Victus', de Albert Sánchez Piñol, destaca la entrada del flamante nuevo Premio Planeta "La marca del meridiano" de Lorenzo Silva, y el nuevo poemario de Joan Margarit "Es perd el senyal".
 
SOMNI D’UNA NIT D’ESTIU

Hem aturat el cotxe
vora un mur de xiprers.
Fa trenta anys que vivim junts.
Jo era un jove inexpert i tu una noia
desemparada i càlida.
L’ombra de l’última oportunitat
està ocultant la lluna.
Sóc un vell inexpert.
I tu una dona gran desemparada.



SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Hemos parado el coche
junto a este largo muro de cipreses.
Hace treinta años que vivimos juntos.
Yo era un chico inexperto, tú una chica
desamparada y cálida.
Sombras de la última oportunidad
van cubriendo la luna.
Soy un viejo inexperto.
Tú, una mujer mayor desamparada.

Joan Margarit

http://www.elperiodico.com/es/noticias/ocio-y-cultura/lorenzo-silva-joan-margarit-solidas-novedades-ranking-libros-2250567

III



Hoy 16 de noviembre de 2012 hemos sabido que el texto original del cuento «En este pueblo no hay ladrones», del colombiano Gabriel García Márquez, con correcciones y anotaciones del propio escritor, se subastará el próximo día 21 en la casa Christie's de Londres.






jueves, 15 de noviembre de 2012

El aula de Antonio Machado en Baeza


Me trasladé a Baeza, donde hoy resido. Mis aficiones son pasear y leer.
ANTONIO MACHADO
(Baeza, 1917)

 
Me gustó mucho Baeza, ciudad que ya tenía muchas ganas de conocer y que pude disfrutar bajo una lluvia pertinaz el mes pasado. Madre mía ¡lo que pudo llover! Pero qué brillante estaba, la verdad, tenía su encanto.
 
Y sobre todo me gustó mucho el aula de Antonio Machado en Baeza.
 
Bueno, Baeza está salpicado de historia machadiana y más cuando está de aniversario. El autor estuvo allí hace ¡100 años! porque justo este año se celebra el centenario de su paso por allí. Desde 1912 hasta 1919 dió clases en esa ciudad.

No me digais que no está bien esta clase de principios del siglo pasado... Es que me hinché a hacer fotos: este rincón de aquí, el de más allá, el otro... Y vamos que ya podréis haceros una idea de que no era tan grande...
 
Está en el Instituto "Santísima Trinidad" de Baeza, en lo que era la antigua Universidad, enclavada en un edificio renacentista del siglo XVI. Ya es historia ¿verdad?
 
En este aula impartió clases de frances el autor. Tenía 37 años cuando llegó y un sueldo de 2.500 pesetas. En las vitrinas están algunos documentos de su vida administrativa.

Bueno, os dejo con las fotos.
 












Fijaos, que debajo del pupitre tenía para calentarse...



La toma de posesión como profesor de ese Instituto



Mi paraguas, mi sombrero,
mi gabán…El aguacero
amaina…Vámonos, pues.

Es de noche. Se platica
al fondo de una botica.

—Yo no sé,
don José,
cómo son los liberales
tan perros, tan inmorales.

—¡Oh, tranquilícese usté!
...

Machado se reunía con otros sobresalientes de Baeza en una tertulia que se hacía en la rebotica de una Farmacia de un farmaceutico apellidado Almazán, que curiosamente también era profesor de gimnasia del Instituto. Aunque le costó unirse a ellos, porque al principio venía tan triste de Soria (donde se había quedado sin Leonor, su esposa) que le costaba relacionarse con sus vecinos.


Este es un artículo de un periódico de enero del 73  donde habla de la farmacia donde se reunían a hacer la tertulia, pero ya no existe.







lunes, 12 de noviembre de 2012

La tertulia literaria "El Rinconcillo"

Añadir leyenda    

Siguiendo con mi viaje por Granada (ya sabéis que el mes pasado, en octubre, estuve allí leyendo mis relatos invitada por "Encuentros Literarios" www.encuentrosliterarios.es ), quería dejaros dos fotos también con sabor a letras. 

Cuando estuvimos en la casa de García Lorca, en la Huerta de San Vicente, el señor de las entradas me dijo que podía acercarme a ver donde se reunía el poeta con otros literatos de la época. Era en el antiguo Café Alameda, en la Plaza del Campillo. Ahora es un restaurante que se llama Chikito, pero me dijo que allí había una placa recordando aquellas reuniones.

Aquí están las fotos de ese lugar.

He encontrado en internet un artículo del periódico Ideal que habla precisamente de ésto. Se titula "Las tertulias más granadas", jugando con el doble sentido de la palabra "Granada". Dejadme que os copie solo los parráfos que se refieren a este lugar. Aunque al final os dejo el enlace, por si os interesa, para que podais leer el artículo entero.

La reina de las tertulias tanto por la altura intelectual de sus componentes y su trascendencia allende las fronteras granadinas fue la de El Rinconcillo, que se desarrollaba en el Café Alameda, que estaba en la Plaza del Campillo, en una casa que hoy se encontraría junto al restaurante Chikito. Mora Guarnido describe el ambiente de aquel lugar en el libro 'Federico García Lorca y su mundo'. Se denominó de tal manera debido a que sus miembros se situaban al fondo del café, detrás de un pequeño tablado donde actuaba un quinteto musical, en un rincón que bien podría acoger a dos o tres mesas.

El personaje dinamizador, como se diría en la actualidad, de aquellas reuniones era Francisco Soriano Lapresa, un hombre leído y provocador de la 'carcundia', que abastecía a los jóvenes de literatura rusa y de lo último de la música europea contemporánea. Al grupo, además de los hermanos Federico y Francisco García Lorca, se sumaba Melchor Fernández Almagro, Antonio Gallego Burín, Miguel Pizarro Zambrano, el filólogo José Fernández-Montesinos, José María García Carrillo, Fernando de los Ríos, el arabista José Navarro Pardo, Manuel Ángeles Ortiz, Ismael González de la Serna, Hermenegildo Lanz, Juan Cristóbal, Ramón Pérez Roda, Luis Mariscal, Ángel Barrios y un jovencísimo Andrés Segovia. El compositor Manuel de Falla también frecuentó aquellos encuentros, aunque en muy pocas ocasiones porque era un maniático de los ruidos. Otro de los más veteranos de aquel jovencísimo grupo era el socialista Fernando de los Ríos, quien fuera ministro de Justicia e Instrucción Pública, y una especie de tutor de los hermanos García Lorca.


Fruto de esta tertulia es la creación de un poeta apócrifo, Isidoro Capdepón Fernández, cuyos textos se atribuyen a Lorca; y los primeros dibujos que de él se conocen. Los 'rinconcillistas' hicieron recibimientos 'apócrifos' a Capdepón, un poeta llegado de las 'Américas' y que venía a representar toda aquella poética que denostaban los jóvenes vanguardistas granadinos.


La tertulia acogió la llegada de personajes tan variopintos como Wels, Rudyard Kipling, Rubistein y Wanda Landovska. Entre los rinconcillistas visitantes se encontraba Nakayama Koichi, alias 'Nakita', 'Torero de Emoción', tal y como rezaban sus tarjetas de visita, y es que era un gran aficionado a los toros. Uno de los personajes escasamente mencionados era el camarero que atendía al rincón, Navarrico, quien había servido en los barcos de la Compañía Transatlántica y decía: «Yo sé llamar hijo de puta a una persona en cincuenta lenguas». Era parecido a la imagen del bufón 'Don Antonio el inglés', de Velázquez. Cuando los 'rinconcillistas' se la mostraron dijo: «Soy yo 'pintao', pero el malángel que lo hizo me pudo poner en un traje decente y no esas ropas de payaso».