Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

miércoles, 15 de febrero de 2012

Nueva lectura compartida: "Cuéntame un poema y te rimo un cuento: El amor" Rocío Díaz y Javier Díaz el lunes, 20 de febrero de 2012




Para los que viven cerca y les apetece,

para los que no viven cerca
pero no temen las distancias largas,

para los que les gustó tanto, tanto, que hasta quieren repetir,

para los que no vendrán nunca,
perdónales Señor,
porque no alcanzarán el Reino de las Letras...




¡Nueva oportunidad de asistir
a la Lectura compartida:
"Cuéntame un poema
y te rimo un cuento: El amor"!

Nos hemos empeñado en darle la vuelta a los lunes,
en hacerlos más sentimentales, más emotivos, diferentes.

¿Quieres que para ti también lo sean?

¡Pues venga! ¡toma nota!
Carpe diem!



Lunes 20 febrero 2012
18.00 horas






"Cuéntame un poema y te rimo un cuento:
el amor”
Lectura compartida

ROCÍO DÍAZ GÓMEZ
Narradora

JAVIER DÍAZ GIL
Poeta



Lugar: CEPA (Centro de Educación Permanente de Adultos)


Aula Magna


c/ Villalonso, 10 Villaverde Alto


Renfe: Puente Alcocer. Bus 76: Metro: Villaverde Alto


Madrid (España)



martes, 14 de febrero de 2012

Una carta de amor para San Valentín: "A dos pasos de cebra de ti". Un relato de Rocío Díaz




Qué mejor que una carta de amor para el día de San Valentín.

Ésta carta ya la colgué en este blog hace dos o tres de años, no lo recuerdo exactamente, pero me apetece volver a traerla. Y más cuando la leí de nuevo ayer, 13 de febrero de 2012, en el Recital de lectura compartida que hicimos Javier Díaz Gil y yo en el Café Libertad 8.

Le dieron el segundo premio en el Concurso de Declaraciones de amor 2007 organizado por el Ayuntamiento de Roquetas de Mar (Almería). Y fue publicado en un libro en el que reunieron las cartas premiadas con algunas más que se habían seleccionado.

Espero que os guste.



A dos pasos de cebra de ti

¿Sabes? encargado nocturno de la gasolinera,

Hace mil y una noches que estoy aquí.

Aquí, a escasos metros de ti. Aquí mismo. A dos pasos de cebra de tu persona y doscientos mil años luz de tu atención. No soy otro semáforo que cambia solo de color, ni otro aspersor que riega intermitente, ni otra farola que se ilumina sola. Aunque también cada noche, a cada poco, me puedes ver casi quieta y callada y en el mismo sitio, también sola. Ya, ya sé que no sabes. Soy tan transparente, tan invisible ante tus ojos como cualquier semáforo, cualquier aspersor, cualquier farola con la que comparto acera. Aunque yo soy parte del mobiliario físico de este polígono industrial. Una más de mi grupo. Pero tú no sabes, te has acostumbrado tanto a nosotras, que si alguna vez me viste, o quizás me desvestiste con esos ojos miopes tuyos, ya de eso, ni tan siquiera te acuerdas.

Por eso te escribo esta carta. La primera de muchas que vendrán después, si no te importa. Aunque no sé si a esta hoja arrancada de uno de mis viejos cuadernos de apuntes, apretujada de pensamientos color “azul bic cristal”, se le puede llamar carta. No he escrito demasiadas en mi vida, no sé ni como empezarlas. Hasta ahora la más difícil y la más larga solo tuvo cinco o seis renglones. Fue la que dejé sobre mi almohada para decir que me iba. Hace solo dos cursos pero es como si hubiera vivido dos vidas más después de aquella primera. Ahora sé que no era una mala vida la que dejé, ahora, que ya no tiene remedio. Lo malo fue la decisión de irme, ahora también lo sé, ahora que ya nunca hay decisiones buenas que tomar. Pero no te preocupes que no te escribo para contarte mi vida. Esa, no tiene ya interés ni para mí.

Pero supongo que lo primero es presentarme. Me llaman Filo. De filósofa, no es que sea mi nombre. El verdadero lo dejé junto a la carta sobre aquella almohada. Me llaman Filo porque dicen mis compañeras que le doy mucho a la cabeza. Por aquí, y en eso, no se pierde mucho tiempo. Soy una ratita de esquina, la ratita de ojos azules más presumida de este lado de la acera. La que malvive a dos pasos de cebra de tu gasolinera, la que cada noche barre y barre con decisión cualquier clase de polvo que se ponga por delante. Pero aunque aún debo tener años para que me sigan contando cuentos, yo ya no me creo ninguno. Por fuera parezco demasiado joven, por dentro soy demasiado, demasiado mayor para cuentos. Quizás por eso lo que se me da bien es contarlos. Me sobra experiencia. Y creo que hasta me gusta, me gusta inventarme otras vidas, probarme otras pieles y arrebujada dentro de ellas intentar sentir... Porque se me está olvidando sentir ¿sabes? no, tampoco lo sabes, ya lo sé. Pero así es. Aunque tú no lo sepas, aunque te cueste creerlo, de no sentir se me está olvidando hasta como se hacía...

Pero todavía te estarás preguntando por qué te escribo... Pues porque hace mil y una noches que quiero decirte que, junto a las farolas, tu y yo compartimos nocturnidad y alevosía. Un murciélago tú. Una luciérnaga yo. Tú oscuro para el que para a repostar y yo fluorescente para el que también para ¿a repostar? Distintos, pero los dos invisibles. Duraremos en la memoria de nuestros clientes el rato que estén con nosotros, el rato que dure nuestro servicio, no más. Eso, unido a que se me esté olvidando sentir, me hace pensar cada vez más en las gomas. Y no sonrías, no, me refiero a las de borrar... Perdóname, la verdad es que no sé si estarás sonriendo, desde aquí solo acierto a ver que estás agachado leyéndome, leyendo esta carta que una vez terminada, me habré atrevido a dejarte bajo la puerta, camino de los lavabos de la gasolinera. Perdóname si he dado por hecho que sonreirías al leer “gomas”, no son más que gajes del oficio. Pero te confieso que así me veo algunas veces, como si algo me estuviera borrando con una goma de esas de milán de mi primera vida, borrándome poquito a poco, o con una de esas blancas de nata que olían tan bien, borrándome a conciencia, por todas y de todas partes.

Por eso hoy he cogido uno de mis viejos cuadernos y me he puesto a escribirte. A ti. Encargado nocturno de la gasolinera. A ti que, aunque no lo sepas, eres a quién tengo más cerca. Porque me sobra experiencia para inventar pero me faltan oídos. Y quizás tú, quizás, me leas hasta el final. Esa es la única cosa que creo haber hecho bien desde que escapé de casa, seguir leyendo, leer mucho. Será porque quizás no es más que otro vicio, ya sabes, somos muy viciosas... Por las tardes, cuando aún no me he transformado en la ratita más presumida de esta esquina, voy a la biblioteca y leo todo lo que cae en mis manos, todo. Sí, pensarás, la ratita presumida no es más que una gris de biblioteca disfrazada. Pues sí, aunque al verme barrer en mi esquina nadie lo creería... Pero así ha sido como en uno de esos libros he conocido a Sherezade. No sé si sabrás quién era... pero que más da. Quizás hasta fui yo, yo en otra de mis vidas.

Como Sherezade he pensado cada noche contarte un cuento. Te lo escribiré por la tarde y lo dejaré bajo la puerta de tu garita cada noche camino de los lavabos. Como otro ratón, como el ratón Pérez de mi otra vida y siempre, si no te importa. Te lo contaré a ti, para quién las noches son tan eternas como para mí. A ti, que quizás también necesitas compañía, como yo. Compañía de la buena. Te lo contaré a ti, como si fueras el gran Visir de este polígono industrial.

Y te lo contaré, si tú me dejas, para sobrevivir una noche más. Para no compartir el destino de mis compañeras en esta alcantarilla. Para que los polvos que barro se vuelvan mágicos sin tener que decir “abracadabra”. Para que las gomas de nata no acaben borrándome del todo. Te lo contaré para intentar volver a sentir.

Y después... después, encargado nocturno de la gasolinera, después de mil y una noches, ¿Querrás tomar un café conmigo cuando amanezca?

© Rocío Díaz Gómez



lunes, 13 de febrero de 2012

Hoy, 13 de febrero, en Café Libertad 8, leo cartas de amor con Javier Díaz Gil


Hoy, 13 de febrero de 2012 a las 19.30h,
¡por fin!
en Café Libertad 8 leo cartas de amor
junto a Javier Díaz Gil,
que leerá poemas de amor

Esto es un vicio, no os voy a engañar.
Un cosquilleo, una debilidad,
una pasión que nos puede.

Claro, no es la primera vez
que lo hacemos...


Lo hemos hecho muchas veces a solas...
No, no nos importa confesarlo.
Y algunas más ¡incluso hasta juntos..!
hasta ahí nos arrastra esta pasión.


Y todas esas veces,
al menos para nosotros,
todas
ha estado tan bien...




Porque lo que de verdad,
de verdad nos gusta,
es hacerlo con vosotros ahí,
mirándonos,
escuchándonos,
sintiendo lo que hacemos.


Qué escándalo...

Pero ojalá eso
fuera posible,
de nuevo.


Y más,
cuando esta vez,
lo haremos
por amor...





domingo, 12 de febrero de 2012

Un concierto pedagógico de cuerda. Grupo concertante Talía.




El sábado pasado, el día 4 de febrero de 2012 a las 12 de la mañana, le di esquinazo a las labores domésticas para irme de concierto. No me digais que no merecía la pena el cambio... Y más cuando os cuento que era un concierto pedágogico que una amiga me recomendó en un Centro Cultural de mi barrio. Escuchar música, aprender y gratis. ¿Qué más se puede pedir?

En este caso se trataba de dar a conocer los instrumentos de cuerda de forma didáctica, porque está dirigido a un público de todas las edades. Y todo ello con un repertorio muy ameno, que ya conocemos casi todos. 
 
 
Aquí arriba cuando nos estaban enseñando como sonaban los intrumentos.

Había un violonchelo, una viola y dos violines. Iban contando cómo era cada instrumento, cómo se tocaba, cómo sonaba y mientras el cuarteto interpretó obras de Beethoven (el septimino o lo que es lo mismo la música de la serie de dibujos "Érase una vez el hombre"), la música de La pantera Rosa, de El Golpe... que corresponden a otras cuántas obras de la música clásica: Joplin (Entertainer) y Haendel (Rejouissance), entre otros, todas muy conocidas por su aparición en películas y series de animación.

Todos los músicos son miembros de las agrupaciones que componen el Grupo Concertante Talía, además de titulados por Conservatorio.

Había familias enteras, había muchos niños pero también había mayores solos. Y la verdad es que estuvo muy, muy bien, muy entretenido, muy ameno. La hora escasa que duró se pasó volando. Pero nos fuimos todos de allí "la mar de contentos"...


Debajo tenemos el video de cuando tocaron "Érase una vez el hombre" de Bethoven.


Aquí debajo cuando tocaban La pantera rosa...




En el vídeo de debajo tocando "Aladin"










jueves, 9 de febrero de 2012

"El cuaderno de Maya" de Isabel Allende




“Soy Maya Vidal, diecinueve años, sexo femenino, soltera, sin un enamorado, por falta de oportunidades y no por quisquillosa, nacida en Berkeley, California, pasaporte estadounidense, temporalmente refugiada en una isla al sur del mundo...»




Os debía la reseña de “El cuaderno de Maya” de Isabel Allende, con lo que me gustó cuando lo leí hace dos libros.

A veces uno podría contar el tiempo y los recuerdos en función del libro que estás leyendo en ese momento, porque quieras o no es la otra vida que andas viviendo cuando ocurren las demás cosas que te rodean.

Hace dos libros yo estaba leyendo “El cuaderno de Maya” y me pasaba la vida saltando de Chiloé, al sur de Chile, a Las Vegas, aunque mi cuerpo físicamente estaba en Madrid.

Hace dos libros yo vivía con Maya la protagonista del ultimo libro de Isabel Allende.

El argumento es que Maya Vidal, una joven estadounidense de 19 años y raíces chilenas por meterse en algunos problemas de drogas termina fugitiva y refugiada en una isla en el archipiélago de Chiloé, al sur de Chile. Maya te va contando su vida, su pasado y su presente.

El tema es múltiple. Aborda temas sociales como el racismo, las drogas, la prostitución, las mafias... Con los temas de siempre: la libertad de la mujer, la falta de comunicación... las relaciones humanas. El amor, la muerte, la fragilidad de la vida…

Está contado en primera persona, lo cuenta la protagonista. Con la que vas creciendo. Como en las demás novelas suyas la protagonista es una mujer, pero mientras que en las otras el tiempo es pasado aquí es completamente actual todo lo que se cuenta.

Aunque no está contado de forma lineal, sino que da saltos en el tiempo, del presente al pasado y de éste al presente, continuamente. Esto hace que la narración sea muy ágil, el ritmo es rápido. El escenario, la localización también varía. Cuando cuenta desde el presente, el “aquí” es el medio rural, la isla de Chiloé, donde llueve tanto y las casas son de colores. Cuando está en el pasado está en un medio urbano, en Las Vegas, donde hace tantísimo calor, en un ambiente degenerado, sórdido de drogadictos, de mafias, de violencia…

A mí me ha gustado mucho. Claro que como todos los libros de Isabel Allende. En cuánto comencé a leerlo, sentí como si hubiera vuelto a casa. Había vuelto a esa forma de narrar que tiene esta autora, a ese estilo tan sencillo, tan cercano, tan entrañable.

Es una novela muy entretenida, muy ágil, donde ocurren muchas cosas. Una novela que ya no podía parar de leer.


Los personajes como siempre están muy bien perfilados. Personajes de carne y hueso, que desbordan naturalidad y se te hacen familiares y cercanos rápidamente. Tanto si se trata de los personajes amables y buenos, como su familia o algunos de los habitantes de la Chiloé, como si son los personajes que rodean a la protagonista en las Vegas, a mí me parecían muy bien inventados, muy creíbles. Hasta algunos de los nombres de los personajes o de los lugares me gustaba mucho, les aportaba mucha personalidad, originalidad y en algunos casos hasta ternura. Un abuelo negro que busca una estrella, una abuela hippie, un superviviente de la dictadura, un perro cojo que la acompaña a todos lados al que bautiza Fakin (por aquello de “jodido perro”)… la taberna del muertito…

A mí me gusta mucho como describe esta autora los sentimientos. Como te hace implicarte con esos personajes, sentirlos. Como te cuenta la historia para que sientas las amistades, los amores. Y como siempre no faltan las pinceladas gastronómicas, de astrología, de viajes… tan características en su forma de narrar.

¿Qué queréis que os diga? Que a mí me gusta mucho leer a Isabel Allende. Sus novelas son entretenidas, amenas, ágiles, sentimentales, tiernas. Y ésta no ha hecho más que afianzarme en mi opinión.


miércoles, 8 de febrero de 2012

De las palabras: Tripisí, jamacuco, telele, patatús, arrechucho, soponcio ó mismamente un mal aire...


De tus mayores, quieras o no, heredas algunos rasgos físicos más o menos evidentes, que se van definiendo y acentuando a medida que vas creciendo. Son herencias que llegan "con acuse de recibo". Cuando te miras en el espejo podrías decir de dónde llegó volando tu nariz, tu barbilla o la estatura que tienes (dicho sea de paso, ya me hubiera gustado a mí, en algunos casos, que me hubieran llegado desde el otro lado de la familia...). 

Pero no son solo físicas esas herencias.

Además de la voz de mi madre y del gusto por la lectura de mi padre, de mis mayores yo también heredé algunas palabras. Como "sinapismo" o "tripisí". Palabras originales y sonoras.

Ahí están, dentro de mí, dormidas. Aunque, de vez en cuando se despiertan y corren hasta el presente reclamando su lugar.

De un momento, de una reunión, de una conversación, llegó otra vez a mi boca "tripisí". Sí, claro, de ahí la última entrada.

Tripisí

¿Comocíais esta palabra? ¿Os es familiar? ¿Qué significa para vosotros? ¿Realmente existe en la diccionario de la Real Academia española? ¿Qué me decís?

Para mí siempre ha existido. Me la ha dicho mi madre muchas veces de pequeña cuando comía demasiado de algo. Su significado era algo así como "indigestión" o "malestar repentino", algo malo, muy malo. Mi madre a su vez había heredado esa palabra de la suya, a quién recuerda perfectamente diciéndola, y supongo que así indefinidamente.

No está recogida por el Diccionario de la Real Academia. No existe oficialmente. Pero, en cambio, si la buscas o si preguntas a más de uno no le resultará ajena. Entonces existe ¿no?

Creo que es un vocablo del lenguaje popular, del lenguaje coloquial,  de la zona de Toledo, y de parte de Cáceres, de la Vera, lindando con la primera. He encontrado bastantes referencias en internet sobre ello, aunque solo os voy a copiar algunas a modo de ejemplo:

En un foro de Alcaudete de la Jara:




En un blog donde remiten a palabras en vías de extinción, palabras moribundas:
http://elreinodetrapisonda.blogspot.com/2009/03/apadrina-una-palabra-en-peligro-de.html


liliputienseApr 28, 2009 01:10 PM


Yo eligo " tripisi" no se si existe o si no pero mi abuela la decía mucho .


Incluso en un artículo del As, el periódico de deportes:

http://www.as.com/futbol/articulo/verdugos-lituania/20050605dasdaiftb_2/Tes

Estábamos 0-0 y si los hombrecillos bálticos llegan a adelantarse hubiera sido el llanto y el crujir de dientes. Fue el primer remate a puerta del equipo amarillo y a más de uno le dio un tripisí del que se está recuperando todavía. Tan fuerte fue la impresión que tras marcar Luque, Aragonés quitó a Raúl y puso a Sergio Ramos en decisión táctico-estratégica que hubiera firmado Clemente. Y Benito Díaz. El fútbol es así de grande y el seleccionador, fiel a sí mismo: no ve a Sergio Ramos de central, sino de sustituto de Raúl, lo que puede acabar iluminando a Luxemburgo para el año que viene. Para mí que de ésta venden a Owen, el Madrid digo, y vete a saber, si se replantean lo de Robinho.



Con un significado parecido al de tripisí existen otras palabras, más o menos coloquiales, que en cambio sí que están recogidas por el diccionario de la Real Academia Española de la lengua. Ya sabéis a cuales me refiero, las demás que estaban el relato...


jamacuco.


(De zamacuco).

1. m. coloq. Indisposición pasajera.



telele.

1. m. coloq. Patatús, soponcio.

2. m. C. Rica. majadería.



patatús.

(De pata1).

1. m. coloq. Desmayo, lipotimia.



arrechucho.

(De or. inc.).

1. m. coloq. arranque (‖ ímpetu de cólera).

2. m. coloq. Quebranto leve de salud.




soponcio1.

(De or. inc.).

1. m. coloq. Desmayo, congoja.




aire1.

(Del lat. aer, -ĕris, y este del gr. ἀήρ).

1. m. Fluido que forma la atmósfera de la Tierra. Es una mezcla gaseosa, que, descontado el vapor de agua que contiene en diversas proporciones, se compone aproximadamente de 21 partes de oxígeno, 78 de nitrógeno y una de argón y otros gases semejantes a este, al que se añaden algunas centésimas de dióxido de carbono.

2. m. atmósfera (‖ que rodea la Tierra).

3. m. viento (‖ corriente de aire).

4. m. Parecido, semejanza, especialmente de las personas. Aire de familia Darle o darse alguien un aire a otro

5. m. Apariencia, aspecto o estilo de alguien o de algo. Me impresionó su aire de tristeza La vida social adquirió un aire nuevo

6. m. Vanidad o engreimiento.

7. m. Cada una de las maneras de caminar los solípedos y demás cuadrúpedos que suelen domarse para el transporte en general.

8. m. Frivolidad, futilidad o poca importancia de algo. Ser aire, o un poco de aire, algo

9. m. Primor, gracia y brío en el modo de hacer algo.

10. m. Ínfulas, pretensiones, alardes. U. m. en pl. Se da aires de marqués

11. m. coloq. Ataque de parálisis. Le dio un aire

12. m. Mil. Ejército del Aire.


Así que ¿Por qué hablar siempre con la misma palabra para decir algo? Con la cantidad de sinónimos que tenemos, con la riqueza de vocabulario que existe en nuestro idioma... ¿No os parece?

Pues eso.

lunes, 6 de febrero de 2012

La prima Montse y el tripisí, el jamacuco y el soponcio, el telele, el arrechucho y el aire que le dió




A la prima Montse, la de tía Carmen, ayer en la comida le dio un jamacuco. Todo ocurrió en un santiamén, de pronto la prima puso los ojos en blanco, se llevó las manos al pecho, jadeó dos veces muy seguidas e inmediatamente se desplomó hecha un ovillo sobre el sofá.

Por una vez en la vida toda mi familia hizo algo al unísono y sin discutir: levantarse.

Pero… la unión duró apenas un segundo. “Ay Virgencita le ha dado un tripisí de comer tanta tarta” dijo la yaya. “Pero si no ha comido casi nada, agua, agua, dadle agua, dijo tía Asun, es un soponcio, la edad que no perdona...”. “De soponcio nada, dejad que respire, que respire, no vaya a ser un telele… -dijo el marido” “Tú siempre poniéndote en lo peor, contestó la cuñá, total por un arrechucho de nada, si será el calor, quitadle el pañuelo, venga, el jersey…”. “Pero qué calor, ni qué calor, si estamos en plena ola siberiana, dijo tío Berto, un aire, le ha dado un aire, dadme algo, rápido, dadme algo pa`banicarla…”

Y así poco a poco, entre que la desnudaron, le dieron agua y le abanicaron, a los ojos de la prima Montse volvieron correteando sus niñas, a su cara el color, y por fin de su cuerpo se fue alejando el jamacuco, el tripisí, el soponcio, el telele, el arrechucho y el mal aire que le dio. Y llevó su tiempo claro, que toda aquella procesión de males fuera desfilando del cuerpo de la prima Montse diciendo adios.

Pero no acababan de hacerlo cuando de pronto estornudó. “¡Me cachis, ya se ha constipado! dijo la yaya.” “¡Qué va a ser un constipado, será un andancio…! ¡Qué andancio, ni andancio, es gripe, gripe por eso el telele!” “¡¿Cómo va a ser gripe exagerao?! Es alergia…” “¡Halaaa alergia en febrero! Eso no es más que un pelín de catarro… dijo la cuñá…un catarrillo de ná...”

Y vuelta a empezar…


¿El jamacuco y el tripisí? 
¿El soponcio y el telele? 
¿El arrechucho ó el aire que le dió?

Continuará...