Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

viernes, 6 de enero de 2012

Feliz día de Reyes. San Lorenzo de El Escorial




¡Feliz día de Reyes amigos!

Éste es con diferencia el mejor día del año. El mejor. 

Ojalá que hoy todos, estéis donde estéis, os sintais bien, o mejor que eso, muy bien. Ojalá que los Reyes Magos nos regalen durante todo este año muchos momentos en que sintamos la misma ilusión y esperanza que se siente cuando se está desenvolviendo un regalo...

Yo tengo todos mis paquetes esperando... ¿Me habrán traído algún libro de los que pedí? 

Ya os contaré.

Pero mientras tanto, os dejo con algunas fotos del Belen tamaño natural de San Lorenzo de El Escorial. Cómo estoy muy atrasada en contaros exposiciones (pero ahí están guardadas y les llegará el turno, no me olvido) hoy os quería hablar de este Belén que visité el otro día.

Muchas calles peatonales del centro de San Lorenzo De El Escorial están ocupadas por estas figuras a tamaño natural, no solo están San José, la Virgen y el niño, sino también ángeles, pastores, romanos, cortesanos, mercaderes, panaderos, carpinteros, alfareros... Todo un pueblo de entonces revivido en un pueblo de hoy. 

También por supuesto con muchísimos animales de todo tipo, sus cuadras, sus rebaños, sus camellos...

Es la décimocuarta edición, y aunque había oído hablar muchas veces de él, nunca me había acercado, pero la verdad es que merece la pena. Además con los días que están haciendo, con ese solecito de primera hora de la tarde, con poca gente, era un gustazo pasearlo. 

Imagino que la mayoría ya lo conoceis, pero si no es así, aún os da tiempo, por si os apetece... y si no aquí tenéis algunas fotos para que os hagáis una idea.













lunes, 2 de enero de 2012

Un poema de deseos para comenzar el año... Amalia Bautista



Le he pedido a Amalia Bautista que nos soplara (ya que estamos ante una tarta de 365 velas, ya casi 363) un poema de buenos deseos para comenzar el año.

Aquí os lo dejo.


MIS MEJORES DESEOS


Que la vida te sea llevadera.
Que la culpa no ahogue la esperanza.
Que no te rindas nunca.
Que el camino que tomes sea siempre elegido
entre dos por lo menos.
Que te importe la vida tanto como tú a ella.
Que no te atrape el vicio
de prolongar las despedidas.
Que el peso de la tierra sea leve
sobre tus pobres huesos.
Que tu recuerdo ponga lágrimas en los ojos
de quién nunca te dijo que te amaba.

Amalia Bautista
Pag. 123 de Tres deseos
Edit. Renacimiento.

Un libro de poemas muy recomendable.


sábado, 31 de diciembre de 2011

Feliz año 2012 amigos del blog




Aunque no lo sepais, cada vez que me decís "Pues el otro día leí en tu blog...", o me decís "Yo te sigo... aunque no diga nada" o me dejáis un comentario... a mí se me alegra el día.

Porque siento que ahí fuera, más allá de las teclas y de la pantalla, más allá de lo que yo os contaba, estábais vosotros, callados o no. Estábais ahí. Conmigo. Estábamos.

Claro que sí Mafalda.

Nos irá mejor este año, como al nuevo calendario. Cada año vais a ver, cómo nos va a ir mejor.

Porque sabemos más del mundo y de nosotros mismos. Porque tenemos curiosidad por lo que nos rodea, tenemos ilusión por compartirlo. Y vosotros ahí fuera, y yo aquí a este lado, nos tenemos.
Feliz año amigos del blog. Ojalá que el nuevo año nos traiga un montón de experiencias que compartir, una montaña de ilusión para echar a andar cada día, un montón de ocasiones para que quedemos aquí, en este rinconcito, a conversar, a estar, a vivir. 

Feliz 2012.

Muchas gracias por estar, aquí, tan cerca.


viernes, 30 de diciembre de 2011

De la palabra "Cotillón"...




Llega la Nochevieja y con ella vienen bailando (y nunca mejor dicho, ahora veréis por qué) algunas palabras como por ejemplo "Cotillón". ¿Nunca os habéis preguntado de dónde viene? Porque yo sí, ya sabéis de esta querencia mía a las palabras...

Pues la palabra "cotillón" procede del francés, y suele designarse para nombrar a los objetos (pitos, serpentinas, papelillo, sombreritos, matasuegras, narices con anteojos, antifaces) que nos regalan para animar la fiesta de Nochevieja... Pero en realidad el verdadero significado de la palabra viene de una prenda y después de un baile en compás de vals. Pero vamos por partes.

Tal y cómo vemos en la definición que encontramos en el diccionario de la Real Academia española:


cotillón.
(Del fr. cotillon, aum. de cotte).

1. m. Fiesta y baile que se celebra en un día señalado como el de fin de año o Reyes.

2. m. Danza con figuras, y generalmente en compás de vals, que solía ejecutarse al fin de los bailes de sociedad.

3. m. Baile de sociedad en que al final se ejecutaba tal danza.


Efectivamente "Cotillón" es un aumentativo de "cotte" que significa cota, jubón... Cotillón es la palabra que significa: enaguas, refajo... Entró en el idioma castellano en el siglo XIX y parece ser que también designaba  un tipo de baile que se hacía con esas prendas. Un baile con figuras en compás de vals que se celebraba al final de las fiestas de sociedad. Poco a poco, como el idioma está vivo, su significado de baile que celebraba al final se trasladó a toda la fiesta en sí y desde luego también a los objetos que solían regalar en esas fiestas para animar aún más a los invitados.

Últimamente se ha relegado este término casi solo a las fiestas de fin de año.

De ahí que muchas veces cuando decimos "cotillón" solo pensemos en las serpentinas, los matasuegras, los sombreritos... pero la palabra ya tiene mucha historia detrás, ya ha recorrido mucho camino hasta que ha llegado a nosotros.



miércoles, 28 de diciembre de 2011



Me gustó este artículo que leí de Benjamín Prado sobre los regalos. ¿Lo habéis leído? Es del periódico El País. Si no es así, aquí os lo dejo porque aunque parece larguito, es entretenido y recoge la opinión de varios escritores al respecto, además de algunas explicaciones sobre el origen de los regalos y la tradición literaria de algunas figuras navideñas.



Dime qué te regalan y te diré quién creen que eres
En una época de apoteosis consumista, obsequiar es una mezcla de arte y ciencia.

El regalo habla tanto de quien lo hace como de quien lo recibe.

Para acertar: olvidarse de uno y adivinar al otro.

Benjamín Prado 23 DIC 2011 - 20:12 CET5

Archivado en:Vida y ArtesRegalosHábitos consumoNavidadFiestasConsumoSociedad



¿Quién hizo el primer regalo y para qué? ¿Quién lo recibió y qué dio a cambio? Esas son dos preguntas para la Historia, pero hay otras para la Sociología: ¿Un regalo es un espejo en el que se ve con más claridad a quien lo hace o a quien lo recibe? ¿Lo que le regalamos a una persona resume lo que pensamos de ella? Algunos regalos, por ejemplo, un buen libro, son un elogio porque demuestran que consideramos personas cultivadas a quienes los reciben; otros son un acto de incomprensión que hace pensar a sus destinatarios: ¡pero cómo ha podido creer alguien que yo me pondría esta ropa, oiría este disco o voy a echarme esta colonia! Y algunos más son solo una cuestión de negocios o una simple estrategia, aunque esos no suelen despertar la gratitud de quien los obtiene, sino su desconfianza: “Repartía regalos / como quien pone un cebo en un anzuelo, / y ¿qué pez puede amar al pescador?”, dice el poeta hispanorromano Marcial.


Los regalos son hijos del miedo. Los conquistados se los ofrecían al invasor

Llega la Navidad, se encienden las luces, se acercan la Nochebuena y el día de Reyes y puede haber dudas sobre si estas fiestas son una celebración religiosa o un asunto comercial —”Consumismo / serpiente que se traga su propia cola”, escribe en sus Ecopoemas el último premio Cervantes de literatura, Nicanor Parra—, pero parece indiscutible que del 24 de diciembre al 6 de enero todo gira alrededor de tres palabras: familia, banquete y regalo, las dos últimas, al menos, hasta donde lo permita la crisis.


Hay muchas teorías sobre el origen de los regalos, que muy probablemente no son hijos de la amistad, sino del miedo, porque las tribus y los pueblos conquistados se los ofrecían a los invasores como símbolo de sumisión. Pero las civilizaciones dominantes también los hacían. Los fenicios entregaban telas, alhajas y objetos de vidrio o marfil a aquellos con quienes querían comerciar, para ganarse su confianza. Los griegos ya tenían la costumbre de regalar joyas, amuletos y flores a los niños, para celebrar sus cumpleaños. En Roma, la tradición de agasajar el primer día de enero al emperador, obsequiándole ramas de laurel y pasteles, pronto se extendió a los parientes y amigos, a quienes se les entregaban unas monedas de latón que servían para desearles prosperidad. Y los persas agasajaban con diversas mercancías a quienes controlaban las rutas a Oriente, para convencerlos de que hicieran tratos con ellos. Pero la apoteosis del regalo es propia de nuestra época, que de hecho ha ido multiplicando los días marcados en rojo: primero los Reyes Magos, luego la Nochebuena, San Valentín, el Día de la Madre, el del Padre… Así que regalamos mucho, pero ¿lo hacemos bien? ¿Cuántas veces sentimos alegría al rasgar el papel de colores y cuántas veces decepción?

Almudena Grandes: "A veces tratamos de disfrazar al otro de nosotros mismos"

“A mí eso me estuvo pasando toda la vida, mientras fui niño -recuerda el novelista Juan Marsé-, gracias a una vecina que cada año me regalaba lo mismo por Reyes: un juego de bolos de madera sin pulir, con un círculo rojo dibujado encima, seguramente porque era muy barato. Al verme la cara de desilusión, mi madre me decía: lo que tienes que hacer es darle las gracias y decir que es justo lo que esperabas. Pero el caso es que yo esperaba otra cosa, un uniforme del Atlético de Aviación, que era el equipo que me gustaba porque, con ese nombre, creía que los jugadores llegaban a los partidos y se iban de ellos pilotando sus propios aviones. Cuando pasó a llamarse Atlético de Madrid, dejó de interesarme y ya solo fui del Barcelona. Así que nunca tuve aquel uniforme, que era lo que más deseaba. O sea, que los regalos son un poco como los trenes de las canciones: o los coges cuando tocan o pasan de largo y no vuelven”.

Regalar es una mezcla de arte y ciencia, y para hacerlo bien hay que conocer al otro y también adivinarlo: porque si sabes exactamente cómo es, qué cosas tiene y cuáles le faltan, es más fácil acertar. “Lo fundamental cuando vas a comprarle algo a otro es olvidarte completamente de ti y de tus gustos”, dice la escritora Almudena Grandes. “Muchos regalos fracasan porque nos olvidamos de la persona a la que se los vamos a hacer, como si de lo que se tratase fuera de disfrazarla de nosotros. Y lo que hay que intentar es lo contrario, entender que lo que importa no es lo que tú comprarías, sino lo que ellos quieren. De hecho, hay ocasiones en las cuales el hecho de que algo te parezca horrible es una garantía de éxito: y si no, que me lo digan a mí, ahora que mi hija se ha hecho punki…”.

"No hay que dejar que las fechas te metan prisa", dice Ana Duato

Y cuando llega esa hora, la de dejarse a uno mismo al margen y ponerse en el lugar del otro, ¿quiénes regalan mejor? ¿Los hombres o las mujeres? “Las mujeres, que supuestamente somos mucho más predecibles y más fáciles de descifrar en ese terreno", continúa la autora de Inés y la alegría, “cargamos más con cosas que no nos apetecen, porque hay una serie de regalos tipo, como los perfumes, que a mí por ejemplo no me gustan, y que según las leyes de la publicidad se supone que son infalibles. A lo mejor es que como a los hombres, por lo general, les gusta menos ir de compras, lo que les ocurre es que al final van más a tiro hecho, son más convencionales y siguen más los modelos”.

Si algo resulta indiscutible es que regalar es tratar de conocer, algo que siempre oscila entre lo complicado y lo casi imposible. La artista Sophie Calle fotografió todos los regalos de cumpleaños que le hicieron entre 1980 y 1993, y luego los metió en una serie de vitrinas que, al ser expuestas, ofrecían un retrato incongruente. ¿De verdad esos objetos tan distintos entre sí estaban destinados a la misma persona? “Yo tengo muy claro que alguien me conoce lo suficiente cuando me regala una botella de buen vino”, dice el narrador y poeta José Manuel Caballero Bonald. “Porque de pequeño lo que más me agradaba era que me comprasen una bicicleta cada dos o tres años, un poco más grande según iba yo creciendo; pero ahora lo que me gusta es que me regalen vino de calidad, y regalarlo yo también. O sea, que si una persona me regala un vino vulgar, ya tengo claras dos cosas: que ella no sabe quién soy yo y que yo me arrepiento de conocerla”.

La quimera de Santa Claus le ha ganado la batalla a los Reyes Magos

Seguro que cualquiera que eche la vista atrás o mire su armario se dará cuenta de que la incompatibilidad de caracteres entre nosotros y lo que nos regalan se produce demasiado a menudo, en unas ocasiones porque nos dan algo por puro compromiso, o comprado en el último momento, y en otras porque hay gente que nos desconoce de toda la vida. “Es cierto que a veces abres un regalo”, admite la actriz Ana Duato, en un descanso del rodaje de la serie Cuéntame cómo pasó, “y en lugar de dar las gracias te dan ganas de decir: pero ¿quién te has creído que soy yo? Los que sí lo saben no ignoran que lo que más me gusta son los objetos familiares, cosas que no tienen un gran valor económico, pero tienen recuerdos dentro. En cuanto a mí, lo tengo clarísimo: yo regalo para triunfar, para que el otro tenga algo que le vuelve loco o algo que necesita de verdad. Y como los regalos tienen dos caras, también algo que, a ser posible, sea como un resumen o una maqueta de lo mucho que lo quieres, de lo bien que le conoces. Lo que sí he aprendido es que a veces para conseguirlo hay que saber esperar hasta que ese regalo aparece, sin dejar que las fechas te metan prisa. Precipitarse y acertar no suelen ser cosas compatibles”.


El cantante Miguel Ríos coincide en parte con ella a la hora de presentarle resistencia a los días establecidos por el calendario para intercambiarse obsequios, y confiesa: "Yo soy de poco regalar o que me regalen, y muy especialmente en eso que se llaman fechas señaladas. Pero es cierto que, en general, la gente que me hace regalos parece conocerme bien, al menos, la que está en mi círculo próximo, de manera que suelen darme lo que para mí son cosas prácticas, es decir, libros, discos, jamones, vinos o surtidos de aceites; y, en menor medida, guantes, bufandas...”.


A Miguel Ríos le regalaron un aparatoso servicio de té metálico

¿Quién señala esas fechas a las que se refiere Miguel Ríos? A veces, una iglesia y a veces unos grandes almacenes o una marca comercial. La popularización de Santa Claus se produjo en 1931, cuando Coca-Cola incorporó su figura a su campaña publicitaria de Navidad y el artista Haddon Sundblom dio con la imagen de Papá Noel que se ha convertido en su estereotipo, con su gorro rojo y su barba blanca. Sus orígenes, sin embargo, están en un personaje real, el obispo San Nicolás de Myra, del siglo IV, que al saber que el padre de tres doncellas que no tenían dinero para casarse iba a vender a una como esclava, para financiar la boda de las otras dos, fue a su casa una noche y echó por una ventana abierta tres bolsas de oro. El mito, por lo tanto, ya tenía una leyenda y una tradición literaria cuando le pusieron una Coca-Cola en la mano, porque en 1808 el escritor norteamericano Washington Irving, autor de los célebres Cuentos de la Alhambra, había publicado La historia de Nueva York según Diedrich Knickerbocker, donde presentó a un San Nicolás que volaba en un vagón tirado por caballos y dejaba caer sus regalos por las chimeneas. Y en 1822, el poeta Clement Clarke Moore escribió otro texto que se hizo muy famoso, La Noche antes de Navidad, en el que el vagón y los caballos se convierten en un trineo y unos renos y donde ya aparecen algunos rasgos decisivos del personaje, como su famosa risa. El caso es que la quimera de Santa Claus le ha ganado la batalla a la parábola de los Reyes Magos, que es mucho más local pero más culta y ha inspirado cuadros maravillosos de Leonardo da Vinci, Velázquez, Botticelli, Giotto, Rubens, Durero y El Bosco, o poemas como este de Rubén Darío que va mucho más allá del oro, el incienso y la mirra: “Allí había oro en cajas reales, / perfumes en frascos de hechura oriental, / incienso en copas de finos metales, / y quesos, y flores, y miel de panal”.


Finalmente, ¿cuál es el regalo más raro que han recibido? A José Manuel Caballero Bonald le quisieron agasajar llevándole a casa un jabalí vivo. “Yo conocía bastante a unos guardas del Coto de Doñana y como allí, de vez en cuando, hay que abrir la veda de esos animales porque se reproducen muy deprisa y cuando hay demasiados, destruyen el ecosistema, pues cazaron un jabato y me lo quisieron dar. Les dije que no pensaba meter eso en mi casa, pero que si lo asaban, nos lo comíamos allí mismo. Y eso es lo que hicimos”.

A Caballero Bonald le quisieron agasajar con un jabalí vivo

“A mí el regalo más raro que me han hecho lo es hasta tal punto que no sé ni cómo se llama", cuenta Ana Duato. “Me lo regaló Imanol Arias y lo tengo en la cocina. Es un aparato que sirve para mantener el vino, una vez abierto, a la temperatura correcta y para succionar el aire que le pueda entrar. Tiene unos depósitos con gas y no sé cuál es su nombre. ¿Guardador? ¿Recorchador? Está en mi cocina y es estupendo, sea lo que sea”.


Miguel Ríos recibió su regalo más raro en vivo y en directo: “Fue al final de una larga entrevista en un late show de la televisión mexicana: al acabar el programa, la presentadora me regaló un aparatoso servicio de té metálico, con su gran bandeja, sus tacitas, platillos, cucharitas y tetera. Todo labrado y envuelto en celofán rosado, con el expreso deseo de que lo disfrutara en mi casa de Madrid. Habría que haberme visto, sujetando eso ante las cámaras…”.


Al novelista Ignacio Martínez de Pisón, un lector que había leído su novela Carreteras secundarias le regaló “un Citroën Tiburón hecho con latas recicladas”, que es en el que van a todos sitios los protagonistas de la obra, pero hubo un regalo aún más insólito: “Un amigo me compró, vete a saber por qué, un artilugio que tenías que ponerte no sé si en el tobillo o en la muñeca y que servía para calcular los kilómetros que caminas cada día. Cosa que, como puede comprenderse, no tengo el menor interés en averiguar”.


En cuanto a Almudena Grandes, la sorpresa la esperaba en su propia casa: “El regalo más extraño me lo hizo por Reyes mi hija Elisa, cuando tenía 13 años: una pluma preciosa, elegantísima, que me gustó mucho. Cuando acabé de alabársela, me dijo que la había encargado en una papelería en la que teníamos una cuenta abierta para que pudiese ir a por folios, lápices y esas cosas que necesitaba para el colegio”.


Todo un mundo el de los regalos. Rompes el envoltorio y nunca se sabe que vas a encontrar dentro. ¿Será verdad que nadie conoce a nadie?

martes, 27 de diciembre de 2011

La Navidad y Andres Aberasturi




"ÉSTE ES UN AVISO PARA NAVEGANTES: cuidado, empiezan a soplar fuertes vientos que vienen de las teles de forma que ya es tiempo de que empiecen los naufragios. Me refiero sobre todo a los que, como yo, nos ahogamos en un vaso de agua, hacemos una montaña de un grano de arena y somos capaces de soltar dos lágrimas si alguien nos canta a traición "pero mira como beben los peces en el río".

Debe ser cosa de la edad, pero uno ya no puede bajar las barreras frente a la ternura ni sirven para nada los frenos ABS cuando son los peces los que beben y beben y vuelven a beber..."


Andres Aberasturi
Pág. 77 de La leyenda continúa



"¿Por qué es tan  frío el frío? ¿Por qué cuando se dice algo relacionado con el frío siempre resulta negativo y el calor es el calor del hogar, el calor del amor, la despedida cálida, o las manos calientes de la madre?

En nombre de los yogures, las mantequillas, el verano atroz del que nunca nos acordamos, en nombre del infierno y sus llamas con el que nos amenazaban de niños, en nombre del gran invento de los congelados que han socializado un poco incluso la langosta; en nombre de la fiebre que hace delirar y de las temibles consecuencias de los recalentones adolescentes, yo te saludo frío y levanto este vasito de plástico con un café humeante para brindar por ti y agradecer que existas."


Pág 57 de La Leyenda Continúa
Andres Aberasturi

"Aberas" como dice Pepa Fernández, volvió a traérnoslo el último sábado para la tertulia... Qué gusto volver a escucharle entre los tertulianos de "No es un día cualquiera".

lunes, 26 de diciembre de 2011

"Niños feroces" de Lorenzo Silva


"Mi profesor lo llama El Pánico. Así, con mayúsculas. También lo llama El Frío en la Nuca. Con mayúsculas también. Dice que junto a la papelera (ésto, admite, se lo tomó a Robert Graves, que lo escribió en Adiós a todo eso, otro libro sazonado de términos castrenses, por cierto) es el mejor y más imprescindible amigo del escritor.
-No dejes de sentirlo, Lázaro -me dice, recalcando mi nombre-. No dejó de sentirlo nunca Kafka, así nos consta, ni ninguno de los grandes. El día que no te cale los huesos. El Pánico ni sientas El Frío en la Nuca, el día que no temas que lo que estás escribiendo, puede ser una gilipollez con la que vas a cosechar el más ominoso de los fracasos, ese día funesto en que tu vanidad derrote a tu juicio, estarás acabado como novelista..."

El último libro que he leído ha sido "Niños feroces" de Lorenzo Silva. A él pertenecen estos dos párrafos que encabezan la entrada.

Me ha gustado mucho. Claro que cómo no va a gustarme leer una novela en la que una pasa páginas y páginas admirando una elaborada técnica en la escritura. A mí me parece que Lorenzo Silva es un buen escritor.

Esta novela se podría decir que tiene por tema la creación literaria. La creación literaria y el absurdo de las guerras. Los dos temas están profundamente enlazados gracias a un argumento con el que Lorenzo Silva ha buscado la mejor forma de hacerlo.

El argumento que ha utilizado Silva para abordar estos temas es el de un profesor de un taller de creación literaria que le regala una historia a uno de sus alumnos, porque éste último está convencido de que no puede escribir más allá de las quince o veinte páginas que ocuparían un relato. Claro ya comprendereis que con esta premisa para mí ya era un placer comenzar la lectura de ésta novela.

Así lo cuenta el propio autor: "Es joven en una España en crisis, en la que los de su edad lo tienen complicado y cree que su mente se ha conformado con este mundo disperso y fragmentario dominado por la inmediatez de teewts, posts o Facebook".

La historia que le regala Lázaro al otro Lázaro, los dos se llaman igual, es la de un jóven con ideales comunistas, voluntario de la División Azul en Rusia, y combatiente de las Waffen-SS en la defensa de Berlín.

La historia va entrelazando el pasado con el presente, vivimos la Segunda Guerra Mundial mientras el personaje de la novela que escribe el segundo Lázaro la vive, y en el presente tocamos la guerra de Afganistan, de Libia, el asesinato de Bin Laden y las protestas de Sol por el 15M. En todas estas guerras han sido los jóvenes con ideales los que han luchado, los que han perdido.

Mientras tanto, el Lázaro maestro va enseñando a su discípulo como se va tejiendo una novela. Como uno se tiene que documentar para construir los personajes. Y entonces le va preparando viajes a los escenarios de la guerra, le concierta entrevistas con jóvenes que ahora están en otras guerras, le pasa películas... Vamos menudo lujo...


El propio Lorenzo Silva en una entrevista cuando habla del protagonista de la novela que está escribiendo el Lázaro jóven, dice que su identidad surgió cuando encontró en el ABC la esquela de un español que había terminado en el cuerpo de élite alemán. A ese descubrimiento le siguieron tres años de investigaciones, documentación y escritura. Los acontecimientos y batallas que se relatan en la obra han sucedido en la realidad, según Silva: "Busqué relatos singulares que no están en los libros de Historia. Son historias cotidianas de los pobres desgraciados que van a las guerras".



La verdad es que para alguien como yo, que escribe, es todo un manual de cómo se escribe una novela... Claro ahora hace falta ponerse... ¿Dónde podría encontrar yo a un "Lázaro" cómo el de esta novela que me vaya dirigiendo...?

Es una novela que me ha gustado mucho. No tanto por todos esos párrafos que hablan de guerras, sino sobre todo, como os contaba, por todo lo que enseña sobre creación literaria. Mucho. 
Una vez, vino Lorenzo Silva a nuestro taller de creación literaria a darnos una pequeña conferencia sobre el proceso de novelar. Teníais que haberle visto cómo lo hacía. No leía nada, toda su explicación, concisa pero compleja, la llevaba perfectamente estructurada y ordenada en su cabeza. Le veías contarte todo el proceso de escritura y decías pero ¿Cómo consigue dar esta conferencia sin leer nada? Una maravilla. Así que no me extraña que luego escriba las novelas que escribe. Recuerdo que aquel día decía que él tiene toda la novela entera en su cabeza antes de escribirla. Que en aquel entonces se fue a dar un paseo por el Retiro y cuando volvió ya sabía perfectamente cómo la iba a estructurar, cómo empezaría, como iba a terminar... Bueno, decía cada cosa...  Y además por supuesto fue muy amable, y vino completamente gratis a un Centro Cultural que muy en el centro de Madrid la verdad es que no pillaba... Muy majo, la verdad.

Pero bueno que me voy a tiempos remotos. Y yo solo os quería decir que ésta última novela suya (yo me paso la vida esperando a la próxima de "Bevilacqua y Chamorro") tampoco me ha decepcionado, todo lo contrario. Me parece una clase magistral de creación literaria hecha ficción.


Un vídeo sobre el libro de Lorenzo Silva

http://www.fantasymundo.com/fantasymundotv.php?video=349