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lunes, 30 de noviembre de 2009

José Emilio Pacheco. Premio Cervantes 2009, hoy 30 de noviembre


Concordancias: Las personas del verbo
Una vez
y por breve tiempo
hace mucho tiempo
tú y yo
fuímos de pronto hasta muy adentro
Nosotros.

"Nosotros dos" podía yo decir
en las horas voraces que fueron nuestras.

Desde hace tiempo
si hablo de tí
solo puedo emplear
la tercera persona: Ella.

El yo empobrecido se hunde
entre las concordancias de la nada.


JOSE EMILIO PACHECO, Poemas Inéditos
El Cultural.es
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26141/Jose_Emilio_Pacheco

domingo, 29 de noviembre de 2009

Manuel Vilas "Estaturas de hombres famosos del 1,82 de Kafka al 1,72 de Lou Reed". Qué buena



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No puedo dejar pasar más tiempo sin comentar la conferencia expres que dio Manuel Vilas en el pasado Festival Eñe. Sería prescindir de uno de los mejores momentos de todo el festival. Ya el título prometía: Estaturas de hombres famosos: del 1'82 de Franz Kafka al 1'72 de Lou Reed.
Confieso que yo no conocía a Manuel Vilas. Ahora pienso seguirle el rastro. Lo prometo. Porque fue un descubrimiento. Porque su conferencia fue de lo más original y divertido de ese fin de semana literario. Fue casi un delirio. O un delirio. Sin casi.
Dice Manuel Vilas que nos presentamos ante los demás en forma de cuerpo. Y él se siente especialista en el tema. Somos un cuerpo que se traslada a los demás en forma de estatura. Él nos va a hablar de todo ello, de esa rama que él llama “Iconografía simbólica” y que se asienta en la Psicología Social.
La causa de todos los males de Bruce Lee, dice Manuel Vilas, es su baja estatura: 1,71cm. 5 o 6 cm menos de que los que debería medir. Jesucristo medía 1,80 o 1,83 cm. Como debe ser. No hubiéramos aceptado una figura divina de 1,55 cm. No hubiera existido el cristianismo si él hubiera medido metro y medio. ¿En quién creeríamos ahora de haber pasado eso? ¿En un coetáneo suyo que midiera el uno setenta y tantos...?
En lo que se refiere a las mujeres, según Manuel Vilas, la estatura matriz sería 1,65, lo que medía María Magdalena. O lo que medía Marlene Diectrich o Esperanza Aguirre.

No se conoce la estatura exacta de Camilo José Cela. Pero las múltiples fotografías que existen junto al Rey Juan Carlos I, nos dicen que si el Rey mide 1,83, Cela debía medir 1,78 aprox. Dependiendo de los castellanos que usara.
La caída de la URSS podría explicarse por eso también, por la poca estatura de sus líderes. En cambio la corporalidad elevatoria de los líderes de los EEUU traduciría su éxito.
Por otra parte el Vaticano debería reflexionar sobre el 1,68 del Papa Benedicto.
Dice Manuel Vilas que esta fascinación por la estatura que él tiene, no se puede confesar así como así, porque eso sería confesar la fascinación por el cuerpo.
También de este modo, por la estatura, se puede explicar la negativa de Franco a entrar en la 2ª Guerra Mundial. Franco inconscientemente supuso que el déficil de 4 cm de su estatura con respecto a la de Hitler, se repetiría demasiadas veces en las imágenes.
Por otra parte Obama no hubiera ganado las elecciones si hubiera medido lo que Luther King. Porque Obama es negro, pero mide 1,85.
¿Por qué los Who jamás superaron en fama a los Stones? Porque aunque estaban en la cumbre del rock, existía una evidente asimetría elevatoria de sus líderes, pues Roger Daltry medía 1,62, 23 cm menos que el otro lider. Este motivo impidió que alcanzaran la popularidad de los Stones, cuya estatura es similar, Mick Jagger y Keith Richards miden 1,77.
La gente se siente mas tranquila ante la simetría de la estatura.
También son fascinantes algunas estaturas en la literatura. Tenemos a Kafka que medía 1,82, se llevaba 23 cm con la media judía. La literatura se vio influída sin duda alguna por este hecho biológico y trascendental.
Otra estatura fascinante sería la Johny Cash, 1,86 cm + 4 cm de tupé. Casi 20cm más que Bob Dylan (1,67 cm). ¿Por qué? Nos pregunta Manuel Vilas. Para que iconográficamente parecieran padre e hijo...
La conferencia de Manuel Vilas sobre lo glorioso de las estaturas, sobre la importancia de la iconografía simbólica sorprendió a todos los que estábamos allí. Nos obligó a reírnos sin apenas darnos cuenta. Y nos mantuvo así, de carcajada en carcajada durante esa media hora delirante donde se le otorgaba el puesto merecido a los centímetros de unos y otros. Conferencia original, fresca, atropellada y sobre todo divertida.
Por supuesto Manuel Vilas mide 1,77 cm. Porque la estatura sí que importa. Como sus palabras.
Os adjunto el link de la web de Manuel Vilas donde habla de esta conferencia:

Otra vez el frío y la bendita lluvia. Andrés Aberasturi




"Otra vez el frío y la bendita lluvia, y la tarde que se me pone de pronto borde y negra, equimojada. También los días, igual que las palomas del poeta, se equivocan y en vez de al sur van al norte y entran en mi corazón lleno de nubes porque se creen que mi corazón es ya su casa.

La tarde, equimojada, se ha posado en mis cosas suavemente; entró por la ventana e igual que el humo falso de la tele, se arrastró por la alfombra, trepó por las patas de las sillas, subió hasta lámpara y poco a poco fue tomando posesión de todo, negra y lluviosa, la tarde equivocada igual que las palomas, la tarde equimojada, creyendo que su corazón era mi casa.

Así que aquí me tienes, lluvioso en esta noche de abril, anubarrado, más triste que feliz, más cansado que harto, dispuesto a casi todo con tal de recobrar la primavera que se quedó colgada en el perchero de este martes tan raro, tan raro que de pronto fue otoño, lluvioso y gris.

Intuyo que algo grave habrá pasado más allá de anticiclones e isobaras. Tu risa es un tejado de palomas, en tus manos se deshilvanan las tormentas, tus ojos son dos charcos de luz.

Intuyo, a la vista de lo visto, que esta tarde has llorado. "

Andres Aberasturi
La Leyenda continúa

Sial Edicione
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sábado, 28 de noviembre de 2009

Lorenzo Silva. "El novelista como cazador" Conferencia en la Biblioteca Nacional


El miércoles pasado estuve en una conferencia de Lorenzo Silva en la Biblioteca Nacional. Conferencia, que sobre todo para los que escribimos, resultó muy instructiva.

Confieso, también es verdad, que tengo una especie de "cariño literario" hacia este autor desde hace tiempo y por varias razones. Primero porque tuvo la deferencia de venir un día a nuestro taller de escritura creativa, hace ya un montón de años, a darnos una conferencia. Por entonces era menos famoso, aunque ya había ganado el Premio Nadal. Llegó y nos dió una conferencia perfectamente estructurada, densa, exhaustiva sobre el hecho de escribir. Y lo hizo todo el tiempo como si lo estuviera leyendo de algún lado, aunque luego descubrimos que solo tenía un pequeño papelito que doblaba y desdoblaba mientras hablaba del que no leía nada. Jo. Todo salía de su cabeza... Después mi cariño hacia él ha ido aumentado según le he ido leyendo, soy incondicional de sus novelas de los dos guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, me gusta mucho esa mezcla de acción con reflexión que tiene en estas historias. Y después porque me gusta su forma de conferenciar, ordenada, sistemática, tranquila, interesante y culta.

El miércoles pasado en la Biblioteca Nacional no erámos tantos como en la conferencia de Millás de la semana anterior, pero sí que llenaríamos las siete u ocho primeras filas.

"El novelista como cazador" tituló la conferencia. El novelista como cazador de historias, como cazador de personajes.

Según Lorenzo Silva hay dos tipos de novelistas. 1º Los que construyen sus historias a partir de su mundo personal, en el que indagan y crean una mirada particular a partir de ese mundo: Los "Ensimismados". Y 2º Los que, como su mundo no es tan rico o con tanto material, escogen mirar fuera, mirar más allá de ellos mismos, donde pueden encontrar buenas historias o buenos personajes:"Los cazadores". Entre los que pertenecen a éste último grupo, se incluye él.

Entre sus referentes literarios, nos dijo también Lorenzo Silva, por tanto estarían autores como:

- Marcel Proust.- Durante años se dedicó a participar de la vida social parisina, yendo a todos los bailes y fiestas que había. Después se encerró en su casa a escribir. Y curiosamente ya no volvió a salir a ningún otro evento, pues todo lo que necesitaba ya lo había vivido.

- Kafka.- También sus biógrafos ponen de manifiesto todos los conflictos reales que tuvo, en su trabajo y en su vida, con todos esos burócratas que conoció como jurista. Todo eso luego lo trasladó a sus obras.

- Hammet y Chandler.- también estarían entre sus referentes. El primero fue investigador privado y el segundo siempre se considero extranjero en su propio país, pues su formación era británica, además después fue a la guerra y al final se hizo un rico más entre todos esos ricos que dieron lugar a la aparición de Hollywood. Pues bien, si uno bucea en sus biografías podemos ver también, lo importante que fue su experiencia personal, en ella cazaron sus historias y sus personajes.

- Ramón J. Sender.- Ya en la literatura española Silva señala a este autor como el que más instinto tuvo para buscar sus personajes en la sociedad española contemporanea. Aunque ahora apenas se le estudie, cuando estudiábamos BUP sí que era lectura obligatoria, él nos recomienda todos sus libros.

Lorenzo Silva cree que la realidad española es un enorme vivero donde se cuecen miles de historias. La lista de las novelas que ve a su alrededor y que él podría escribir, son tantas que ya no cree que tenga ni tiempo para escribirlas. Pensó eso cuando escribía sobre Marruecos y lo piensa ahora con la Sociedad Española.

"Lo más dificil de contar es lo evidente", nos dice también, y ésto por supuesto nos lleva a hablar también de la creación de los personajes. Dice Lorenzo Silva que trabajar con unos personajes como los guardias civiles, como ha sido su caso en varias novelas, personajes normalmente tan poco percibidos, pues todos apenas vemos la parafernalia exterior de su uniforme y poco más, es precisamente para el escritor la oportunidad de inventar unos personajes que sean interesantes para el lector.

El novelista busca un buen personaje que le permita inventar una buena historia que descoloque al lector, que le impacte, sobre todo debido a ese desconocimiento que tiene de él.

Eso también lo pensó cuando empezó a escribir literatura juvenil. Miró a su alrededor y vió muchos libros juveniles sobre magos, vampiros... pero poca gente estaba contando historias sobre adolescentes normales de barrios periféricos.

Y una narración debe tener interés además de por sus personajes por la forma de contarlo, debe ser contado de forma amena. Y no solo eso sino que además el escritor debe intentar que trascienda esa historia más allá de la peripecia concreta, que sirva para una reflexión.

Por ejemplo tenemos la historia actual de ese alcalde de un municipio alicantino que ha entrado en prisión presuntamente por organizar el asesinato de su antecesor del mismo partido. Para lo cual contrató a otros tres. Todo ello porque chocaba contra sus intereses de urbanizar. Bueno pues, la historia en sí tiene interés. Pero además ¿Cuántas más cosas de este país cuenta la simple historia de estos hechos, cuántas otras explica?

Finaliza Lorenzo Silva la conferencia diciéndonos que él echa de menos más autores que presten atención a estas historias actuales, cotidianas. pero que él por su parte seguirá con la escopeta, seguirá cazando.

El turno de preguntas también dió lugar a que se hablara de temas muy interesantes. Alguien le preguntó otra vez por el ámbito donde nacen sus personajes. Lorenzo Silva nos volvió a decir que el personaje interesante es el que encierra una paradoja, el que nos sorprende. Por ejemplo en el caso de sus guardias civiles, todo su trabajo está sometido a lo que diga un juez. Eso encierra una tensión, una paradoja bajo la que tienen que trabajar. Otra paradoja es que poca gente sabe que hubo muchos españoles en la SS, y estaban allí para paliar la traición que según ellos había hecho Franco a Hitler no queriendo entrar en la guerra. Eso es cierto. Luego ya, dice Lorenzo Silva, el juicio moral se lo dejo al lector.

¿Por qué escribes? le preguntó otra persona. Para Lorenzo Silva la literatura es un modo de conocimiento, cuestionable, no falsable, pero un conocimiento. Escribo también claro para que me quieran. Escribimos para conseguir que nos quieran un poco más. Yo, dijo, me siento mejor cuando escribo, es un disfrute personal para mejorar el conocimiento de las cosas. Y he aprendido mucho porque cuando escribo y construyo un personaje, me exigo intentar entenderlo, intento llegar a lo que siente.

Lorenzo Silva piensa que hay que hacer ese esfuerzo de conocer e intentar comprender las motivaciones. Por ejemplo, por qué la gente mata. Él ha reflexionado sobre ello, y eso le ha llevado a saber el peso del miedo. Mucha genta mata por miedo.

Una compañera nuestra de la tertulia, Ana, le pregunta si no se aburre de sus personajes. Silva, dice que claro es un riesgo. Le pasó a Conan Doyle con Sherlock Holmes. En mi caso, dijo, mis personajes suelen ser de un solo disparo, aparecen en una novela y ya está. Por otra parte mato a los que creo que debo matar, y a veces incluso ésto lo hago con dolor. He repetido personajes en dos ocasiones. En las novelas juveniles, que son dos libros, y repetí porque eran dos personajes y cada libro es de una chica. Y los abandoné cuando consideré que habían crecido y habían dejado de ser adolescentes.

Y luego también en el caso de los dos guardias civiles. Pero para evitar aburrirme tomo muchas precauciones. Por un lado escribo dejando pasar mucho tiempo, entre estas novelas hay una diferencia de quince años, entre cada una de las primeras ha dejado pasar tres años y ésta última que ya va a salir, ha dejado pasar cuatro años. Y siempre que recupero a estos personajes, han envejecido y el paso del tiempo en los libros en un buen aliado, porque el tiempo cambia a las personas y por tanto a los personajes. Por otra parte no tengo, dice Silva, ninguna prisa en contarlo. Aunque confiesa que le interesa cuando por ejemplo Bevilacqua llegue a los 50 años y tenga mucha experiencia y en cambio le digan que se tiene que ir ya a su casa. O cuando Chamorro ya tenga cuarenta y lleve 20 trabajo y se plantee que quiere una vida familiar más estable... En cada momento hay novedades. Estos personajes son versátiles y flexibles y por eso los puede seguir utilizando...

He comenzado diciendo que tengo debilidad por este autor. Y ahora que releo esta entrada tan larga que he escrito me convenzo aún más de mi primer juicio. A aquellos que me leen y han aguantado hasta el final, les pido perdón por la extensión. Pero no sé hacerlo más corto. Me falta concisión, como dice David que le falta a él, un compañero de la tertulia.

No sé acortar lo que nos contó Lorenzo Silva, porque todo me parece importante. Creo que sobre todo para los que escribimos su conferencia estuvo llena de ideas instructivas e interesantes.

Quería también pegar aquí el comentario que hizo también David, el compañero del que ya he hablado, de esa misma conferencia, para ofrecer dos opiniones. David Lerma, compañero y buen narrador:

"Respecto de la conferencia de ayer de Lorenzo Silva, me da la sensación de que no fue tan divertida como la de Millás, pero a cambio creo que resultó muy nutritiva. Lorenzo Silva tiene algo de empollón de la clase, pero sin llegar a parecer pedante. Fue verdaderamente asombroso el derroche que hizo de cultura y conocimientos literarios. Habló de Onetti, de Proust, de Kafka, de Chandler y Hammet, los maestros de la novela negra americana, y de Ramón J. Sender. Dan ganas de leer alguno de esos libros de Sender a los que se refirió Lorenzo Silva con tanta pasión, ¿verdad?. Lo que más me gustó de todo fue cuando habló de la inmensidad de novelas que veía a su alrededor, todos los días, en todas partes; de cuánto le gustaría escribirlas y de la triste certeza que tenía de que no podría escribirlas jamás por falta de tiempo. Ese comentario decía mucho de la realidad que nos rodea y aludía directamente a esa angustia que persigue a los que nos gustaría pasar las 24 horas del día leyendo, o escribiendo, o, al menos, pensando en lo que nos gustaría leer o escribir."

Y por último, quería aprovechar y ya finalizar esta entrada, recomendando los libros de Lorenzo Silva. Tiene varios, algunos llevados al cine como la Flaqueza del Bolchevique o El alquimista Impaciente. Pero sobre todo yo quiero recomendar los de sus guardias civiles, que a mí son los que más me gustan. "El lejano país de los estanques" Premio Ojo Crítico 1998, "El alquimista impaciente" Premio Nadal 2000, "La niebla y la doncella".

Pero ya de paso adjunto también su web: http://www.lorenzo-silva.com/ Para quién quiera conocerle mejor.


domingo, 22 de noviembre de 2009

Fomento de la lectura


Esto sí es fomento de la lectura y lo demás tontería...



(De un correo que me han envíado...)

viernes, 20 de noviembre de 2009

La frase del día: Luis Landero


"Nuestra vida
se parece mucho a una colección de cuentos"


Luis Landero
En el Ojo Crítico (20 noviembre 2009)
RNE

jueves, 19 de noviembre de 2009

Ayer con Millás en la Biblioteca Nacional

¡Millás con nosotros! Gracias a mis compañeros de la tertulia que son "mucho más arrojados que yo" y propusieron hacernos una foto con él...



Ayer por la tarde, 18 de noviembre, fui a la Biblioteca Nacional, un lugar tan solemne, a una conferencia sobre palabras (menudo planazo, que dirían algunos) de Millás, un literato serio y formal, Premio Nacional. Me apetecía ir, me parecía que iba a estar bien, las palabras son mi debilidad, pero que me reiría tanto, durante un rato bien largo, eso sí que no lo sabía. Y lo mejor es que no lo hice solo yo, sino todos los que estábamos allí, cerca de doscientas personas entre los que estábamos sentados (yo estuve en la última fila) y los que tuvieron que estar de pie.

Allí Millás comenzó su peculiar monólogo sobre el lenguaje, su diccionario particular y las palabras. Ya nada más comenzar, empezamos a sonreírnos: “¿Cómo cambiaría Grace Kelly su título de Reina de Hollywood por el de Princesa ¡Monegasca!?... Si da apuro hasta decirlo. Monegasco. Qué palabra. O por ejemplo la palabra “colutorio”, aprendí a hacer gárgaras pronunciando la palabra monegasco con el colutorio en la boca…” Millas iba saltando de una palabra a otra, jugando con el lenguaje, con su sonido, con el significado que tienen en el diccionario las palabras y el otro muy distinto y particular que tienen para cada persona.

Y de ahí a saltar a la propia infancia solo hubo un paso. “De pequeño no comprendía por qué mis hermanas, siendo chicas, comían garbanzos y no garbanzas, y por qué a los chicos nos daban remolacha en lugar de remolacho. ¿Por qué sillas y no sillos? ¿Por qué mesas y no mesos? Y si había colegios para chicos y colegios para chicas ¿Por qué colegios y no colegias? ¿Por qué se contaban cuentos y no cuentas?... Angustiado por todas estas cuestiones se lo contó a su madre. Y su madre le dijo que no se preocupara, pero le pidió que no se lo contara a nadie, que ya se ocuparía ella de arreglarlo”. Por supuesto su madre no pudo arreglar el mundo.

De ahí pasó Millás a contar su primer día de colegio. Observó que cuando se pasaba lista en clase los niños cuando se les nombraba decían “Vicente”. Al principio le extrañó pero luego rápido encontró la justificación, puesto que el director del colegio se llamaba Vicente. Entonces siempre que le nombraban a él, decía “Vicente”. Y era curioso porque aunque todos los demás niños decían “Presente”, Millás niño entendía perfectamente “Vicente” y cuando le nombraban a él todos entendían que él decía “Presente”, aunque en realidad decía “Vicente”. El problema empezó cuando cambiaron al Director y en vez de llamarse Vicente se llamó Federico. Millas niño empezó a enfermar de nervios viendo que todos los demás niños cuando se pasaba lista seguían diciendo “Vicente” en vez de Federico y a la vez deseaba que llegaran ya a la M porque él sí que lo iba a decir bien. Así que en cuánto dijeron “Millas, Juan José”, él gritó a pleno pulmón “Federico”. Cuando todos rápidamente se volvieron a mirarle ya vió que algo no iba a bien. Pero cuando se dio cuenta de lo que en realidad pasaba, también pensó que cómo iba él a dar su justificación… esa justificación de la confusión con los nombres de los Directores... Así que optó por el mutismo. Del colegio llamaron a casa y hablaron con su madre, a la que oyó decir por teléfono que “le observaría…”.

El lenguaje, según Millás, ya en aquel tiempo era “un territorio minado”. “¿Por qué decía papá y veía en su cabeza a su padre entero, y decía pa y no veía solo a la mitad de su padre…?”

Entonces se volvió un niño muy silencioso, que sin embargo escuchaba todo.

La conferencia de ayer de Millás era casi un monólogo de humor, pero además había poesía en sus definiciones, en su forma de ver y admirar las palabras. Para Millás las palabras tienen sabor y volumen. Tienen textura, las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las hay que entran sin sentir, como un licor dulce. Estaban las que curaban y las que hacían daño, las que dormían y las que despertaban. Las que proporcionaban inquietud y paz. Había palabras, incluso, que mataban".

También contó que su hijo un día le preguntó por la palabra “Efímero”. Entonces él antes de darle una definición le preguntó que de dónde la había sacado, porque eso según él es importante. Su hijo le contestó que de un libro. ¿De qué libro? Le siguió preguntando porque no le gustaba que fuera cogiendo palabras de por ahí, de cualquier sitio... que las palabras traen muchas infecciones. Pero al final intentó darle una definición. Efímero: Algo que no duraba. Al final su hijo le preguntó si entonces ¿La vida era efímera? Y entonces él comprendió que al final sí, al final había cogido la palabra de donde no debía…

Luego abordó la cuestión de las frases hechas. Y contó que cuando era pequeño su madre con mucha pasión decía “En esta casa somos muy cafeteros” Y entonces él pensaba que el colmo de la personalidad era ser muy cafetero… Y su padre decía “Los negros llevan la música en la sangre” y también lo decía con tanto convencimiento y tantas veces, que él pensaba que eran cafeteros y negros. Y como veraneaban en la sierra y allí “a media tarde hay que ponerse una rebequita...” Y ya si su padre decía “...y por la noche te tienes que echar una manta...”. Ellos tenían todos esos atributos que o tenían los demás niños que iban a la playa o por ahí lejos a veranear. Ellos además de ser muy cafeteros, eran negros, se tenían que echar una rebequita a media tarde y además dormían con manta. El colmo de los atributos. Era muy gracioso cómo Millás contaba estas cosas. Como narraba con tanta convicción lo que puede pasar por la cabeza de un niño cuando escucha tantas veces este tipo de frases. Así de este modo dice Millas que expresiones como por ejemplo: “vacío interior, mandíbula batiente, muerte súbita, devastador incendio…” son un próspero negocio que se va trasmitiendo de padres a hijos…

Según Millas las palabras nos hacen y nos deshacen. Tienen un significado dentro de ti y otro fuera. Fue muy divertido cuando habló de la palabra vagina. Dice el diccionario: “Vagina: Conducto de paredes membranosas que en las hembras de los mamíferos se extiende desde la vulva hasta el útero”. Esa definición, da el diccionario. Pero entonces Millas nos dice que si la vagina no fuese más que eso, solo lo que dice la definición: “¡Qué interés, por Dios íban a tener los hombres en meterse en ellas y con la desesperación que lo hacen, como si les fuera la vida en ello…!”.

O cuando su tía siendo él pequeño tuvo un aborto. Él se preguntaba que sería un aborto que todo el mundo hablaba de ello y lo decía en voz tan baja… y claro buscó aborto en el diccionario y encontró: “Cosa sobrenatural, rara…” Y claro aquello le excitó porque él quería ver dónde tenía su tía el aborto. O la palabra “Abotargar”. A la que cogió pánico, en cuánto leyó la enfermedad que era. Y tuvo una historia sentimental con una chica que terminó cuando le dijo que “se le estaban abotargando las piernas…”. Porque cuanto más deprisa huyes de lo que temes, antes lo alcanzas.

Y contó la confusión que había tenido entre abúlico y abulense. Y la historia de ese hermano abúlico, que a ver si es que entonces no era tan hermano como los otros… y de ahí que incluso ya siendo mayores, cuando se ha discutido algo en familia, la opinión de ese hermano casi le haya parecido menos legítima que la de los demás…

O cuando se preguntó lo que significaba “Ahilarse”. Y cuando lo comprobó le empezó a entrar mucha aprensión y cada vez que miraba la caja de costura de su madre con todos esos hilos pequeños y ordenaditos, le daba por pensar si no serían otros hermanos suyos que habían terminado convirtiéndose en hilos… O cuando preguntó a su padre que qué significaba “amorfo”. Y su padre le contestó “Una persona sin personalidad”. Y entonces él que pensaba tanto, empezó a darle vueltas a la idea de si podría existir una mesa sin mesalidad o una sartén sin sartenidad… y así con todo, hasta que su padre le miró y le dijo: “¿Pero tú eres idiota o qué…?”

Ayer disfruté tanto con la conferencia de Millás, me parecía todo tan ingenioso lo que decía, que ahora mismo lo contaría todo otra vez. Pero sé que eso es imposible. Y tampoco es cuestión de hacer una entrada muy, muy larga, porque nunca por mucho que uno quiera contar las cosas, es como vivirlas.

Millás nos dio una lista de palabras de su diccionario particular muy interesante, en la que estaban palabras como amputar e imputar o angosto o aplique o ave maría (oración con la que se castigaba por masturbarse y al final uno no podía masturbarse sin rezar, ni rezar sin masturbarse...)...

Millás terminó diciéndonos que las palabras son una fuente de confusión aterradora. Todo el mundo sabe lo que hacer con las palabras pero no sabemos qué hacen ellas con nosotros.

Después en el turno de debate se hicieron preguntas muy interesantes. Alguien preguntó que cómo se planteaba él la escritura. Millás respondió que nunca sabía lo que iba a escribir en la página siguiente. Esto a mí, que me ocurre a menudo, me gustó mucho. Decía Millás que empieza a escribir a partir de una idea que le obsesiona y después va tirando del hilo... A veces la idea inicial que ha provocado esa novela, lo mismo termina desapareciendo, pero ahí estaba. La necesidad de escribir aparece cuando aparece esa idea. Y un buen día decides que tienes que escribir para ver que sale de ella.

Después alguien le pregunto por qué recurrir a la infancia. Y contesto que solamente se puede escribir desde la extrañeza, desde el conflicto. Y a esas edades, la infancia, la adolescencia, hay mucho conflicto.

¿Y la inspiración? Terminó preguntando alguien. Millás contestó que más que inspiración: trabajo. Sentarse todos los días y mucha disciplina. Dicen que a los poetas los poemas se los regalan los dioses. Pero a los narradores no, hay que sentarse con disciplina y al cabo de media hora te llega la concentración necesaria...

Para terminar voy a acabar con una frase que dijo Millás al respecto de la infancia que me gustó mucho: “Crecer consiste en fingir que entiendes”.

Quizás me he extendido mucho en el comentario de la conferencia de ayer. Seguro. Pero qué bueno Millás, qué bueno.