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domingo, 10 de octubre de 2021

"Charcos y ballenas. Las palabras que quedan por decir" Exposición de Fernando Beltrán y Rosa Juanco. Poesía y Fotografía.

 

 

Esa última palabra

que a la lluvia tras irse

le queda siempre por decir.

Fernando Beltrán


En principio,  solo se va a poder visitar durante el mes de octubre. 

Por eso, y porque es muy sugerente, yo os recomendaría que visitárais la exposición "Charcos y Ballenas. Las palabras que quedan por decir" que está en el Palacio del Marqués de Salamanca de Madrid, en el Paseo de Recoletos, donde se ubica la Fundación BBVA.

Se trata de un montaje de 40 poemas y 20 fotografías. Poemas de Fernando Beltrán y fotografías de charcos de Rosa Juanco. También hay un vídeo donde los dos artistan conversan. 

 

Esa lección del charco

que en invierno se hiela

para vivir aún más.

Fernando Beltrán

 

Fernando Beltrán, (Oviedo 1956). Poeta, profesor y creador de El Nombre de las Cosas, premio Asturias de las Letras y cuyos textos han sido traducidos a más de veinte idiomas. Fernando Beltrán Autor, entre otros, de los poemarios Aquelarre en Madrid, Ojos de agua, El gallo de Bagdad, Amor ciego, Bar adentro, La Semana Fantástica, El corazón no muere, Mujeres encontradas, Sólo el que ama está solo, Hotel Vivir y La curación del mundo (Hiperión 2020).

Rosa Juanco (Madrid, 1963) vive y trabaja entre Madrid y Bruselas. Es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid y, tras ampliar estudios en el Instituto Lorenzo de Medicis en Florencia y en la School of Visual Arts (SVA) en Nueva York, obtuvo el máster de Dirección de Proyectos culturales con La Fábrica en Madrid. 

 

“Era otoño y estaba de viaje por la Champaña francesa. Acababa de llover y ahí estaban esos charcos que tenían todo un mundo dentro, con fondos en los que podías abismarte y superficies espejadas en los que la naturaleza -hojas, insectos- se sostiene en un equilibrio frágil. En esos mismos charcos estaba el reflejo de todo lo que había por encima, que es un poco de todo lo que está por venir. De modo que aquellos charcos, esa huella que había dejado la lluvia, era una huella que había dejado la lluvia, era una huella en pasado, en presente y en futuro”.

Rosa Juanco 


Se trata de dos miradas sobre el agua, los charcos, la lluvia, que se complementan. Dos formas de reflexionar y reflejar, dos formas de dejar volar la imaginación, de plasmar la belleza. La unión de ambas disciplinas tiene un enorme poder evocador.

Cuando yo fui a verla, un día laborable a la hora de comer, no había nadie. 

La exposición está en dos enormes salas, que pude visitar sola, tranquilamente, tomándome todo el tiempo del mundo para admirar las fotografias tan sugerentes de los charcos, y estar leyendo y releyendo los poemas de Fernando Beltrán las veces que necesité. 

Reconozco que yo ya era lectora de este poeta, de este inventor de palabras, pero ¿cómo se puede decir tanto con apenas tres breves versos?


 

“Es el doble juego del charco. Lo rehúyes porque no quieres pisarlo y mancharte, pero su belleza te atrae; esa es su magia y la de la ballena que espera dentro. En un momento dado estás recreándote en la hermosura de los charcos de un parque o de una acera y de repente te introduces en otro mundo que son los charcos de cada uno… y ahí está la ballena aguardando”. 

Fernando Beltrán

 


 








jueves, 14 de abril de 2016

Un poema de Fernando Beltrán





POETAS

Hormigas.

Sólo hormigas
con enormes ojeras.

Seres insignificantes
a quienes salva sólo
su vocación de sombra.

El poema que escribo
y más aún
el verso que no alcanzo jamás.

Hormigas sin descanso.

La barca triste y rota del otoño.

Las mujeres que amé, las que me amaron.

El jersey que aun me pongo
del revés tantas veces.

Hormigas sin remedio.

Hormigas con memoria.

Los vagones de ayer
y la máquina absurda del mañana.

Hormigas avanzando hacia ningún lugar.

Y eras tú.
Criatura enamorada.

Hormigas transportando
todo el peso del mundo
a tus espaldas.


Fernando Beltrán

Poeta. Filólogo. Nombrador y experto en Identidad Corporativa.

martes, 8 de diciembre de 2015

"Hotel Vivir" de Fernando Beltrán



EL CAJÓN DE LOS CUCHILLOS

Vendimos unas cosas, regalamos otras.

Repartimos algunas.

Mal que bien transitamos los armarios
que creímos el trago más dificil.

Pero las tallas de la muerte engañan.

Cuando nos probamos las chaquetas del amigo
y vimos que una a una nos quedaban muy grandes
o demasiado estrechas, nos dió por sonreír.

Respiramos tranquilos.

Con más o menos daño,
más o menos dolor aquí o allá,
los zapatos supieron paso a paso
ponerse en situación.

Los discos y los libros, sin embargo,
fueron un golpe seco, pero hermoso
recordando sus gustos, sus regalos,
aquel día, aquel tiempo, aquella vez.

Todo avanzaba bien.

hasta llegar al juego de cuchillos, amaba cocinar,

la compra más jugosa de su último viaje.

Relucientes y afilados, cada vez más afilados.
Un silencio cortado poco a poco
en lágrimas muy finas, sin mandil.

El cajón imprevisto.

Págs 73 y 74.


No suelo recomendaros poemarios. Siempre digo que lo mío es más la prosa, para escribir y para leer. Sin embargo, del mismo modo que a veces, solo a veces, me da por escribir prosa poética, también leo poesía. 

Normalmente la leo porque un día cualquiera pesco un poema, sin anzuelo y al vuelo, que me parece que está vivo cuando llega a mí. Y entonces quiero leer el resto del poemario porque siento que tiene que estar bien, que va a estar bien. Va a ser una poesía que cuenta y hace sentir.

Eso me pasó con "Hotel vivir" de Fernando Beltrán, de la editorial Hiperión.

Pesqué al vuelo y sin anzuelo el poema de Los lápices de Ikea y después el de La gabardina de mi padre y ya tuve que querer este poemario para tardes como la de hoy. El poema de Madre me puede... Me lo regaló uno de mis hermanos nada más escuchármelo: qué buen regalo.

Me gusta mucho este poemario. Son poemas en los que no me cuesta encontrar el juego de las anáforas, las estructuras bimembres, la misma colocación de las palabras en los versos para ayudar a no perder el ritmo cadencioso que trasmite. Me gusta ver cómo el poeta ha repartido los ingredientes. Pero es que además ha creado poemas que cuentan historias, que te crees, que rebosan naturalidad y franqueza, y sobre todo que te hacen sentir. Al menos a mí.

No dejéis de leerlo si podéis.

 Os dejo un apetitivo. Los que más me gustan, todos me gustan, pero los que más para otro día... 



Tarde de domingo

Compré dos botellas de Jameson
y cambié mis lecturas por un par de guitarras.

Acciones simplemente, y sin razón alguna.

Llovía es cierto.

Compré dos botellas de Jameson
y llamé luego a aquel mágico anuncio
que ofrecía dos guitarras
a cambio de dos libros de poemas.

El trueque fue en el metro,
una estación al sur de la ciudad
y una joven rumana a nuestro lado
mirándonos a medias desde el susto
de estar solos allí, en mitad del andén,

sentada ella en un banco, y a tres pasos nosotros
cambiando dos guitarras por dos libros de poemas.

Rilke y Neruda.

Hubiera sido un nombre muy apropiado
para aquella estación, Rilke y Neruda.

Apenas diez minutos. Apenas sin palabras.
Apenas dos quitarras por dos libros de poemas.

Podría parecer un trato desigual, pero el tipo era justo.
Sabía lo que vale dejarse las entrañas línea a línea.

Subió a continuación la escalera mecánica con sus libros.
y yo me quedé a solas con ella y mis guitarras.

Tengo en casa, le dije, dos botellas de Jameson
y cien poemas de Ovidio.

Llovió toda la noche en el Mar Negro.

Las muchachas rumanas aman triste

Págs 55 y 56.





Fernando Beltrán (Oviedo 1956) es autor, entre otros, de los poemarios Aquelarre en Madrid, Gran Vía, El gallo de Bagdad, Amor ciego, Bar adentro, La semana fantástica, Trampas para perder, El corazón no muere, Mujeres encontradas y Solo el que ama está solo.

Reunida en Donde nadie me llama (Ediciones Hiperión) su obra ha sido traudicda parcialmente a más de quince idiomas, y de forma completa al francés. Sus poemas de amor están recogidos en la antología La amada Invencible (KRK Ediciones).

Fernando Beltrán es prodesor del Instituo Europeo de Diseño, fundador del estudio creativo El Nombre de las Cosas y del Aula de las Metáforas, una biblioteca poética y un espacio para la lectura y la imaginación ubicado en la villa de Grado (Asturias).



lunes, 12 de octubre de 2015

"El peso de los días" de Fernando Beltrán




EL PESO DE LOS DÍAS

Como si a cada paso me arrancara una pierna.

Yo mismo con mis manos
amputándome una, luego otra,
moviéndolas delante, y allí solas
aguardando clavadas
la llegada del cuerpo.

Cansado hasta la médula.
Y escribiéndolo.

Pienso ahora en mi madre,
no se quejó jamás.

Tiene la cal antigua
de los patios, el animal
herido de los cuerdos,
la luz de los que saben
que no hay nada después
de una silla de ruedas.

Y sin embargo yo...

Llegué al poema gritando, y aquí sigo.
Entonces era el alma, ahora el cuerpo.

Me agacho, las arranco,
me estiro hasta soltarlas
un poco más allá
y ordeno luego al viejo dinosaurio
que avance hasta que acierte
a encajarse en sus piernas.

Antes costaba el tiempo,
ahora cuestan las horas.

Mi madre y yo acabamos
casi siempre riéndonos, diciendo tonterías,
siendo de nuevo el mismo que de niño
la sacaba de quicio. Hoy del dolor.

Me encanta que vengas a verme, dice.

No te vayas sin despedirte.

Pero luego la beso de puntillas
para no despertarla, y me alejo despacio,

hasta otra vez.


Fernando Beltrán
Hotel Vivir