Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

Mostrando entradas con la etiqueta Lanzarote. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lanzarote. Mostrar todas las entradas

jueves, 6 de febrero de 2020

Murales, murales, murales de Lanzarote

Arrieta (Lanzarote)

"Y como no sabía que era imposible... lo hizo"



A veces soy otra.

Soy una que lee, que escucha la radio y escribe.

Una que viaja, y descubre.

Una que se baña en el mar y le da el aire y el sol en la cara, mientras inventa para sí misma cuentos de final feliz.

La otra que soy a veces, y la una que soy siempre, se hacen compañía.

Y es entonces cuando me gusta ser dos. 







Mozaga (Lanzarote)


Tías (Lanzarote)
#Murales
#Lanzarote

sábado, 1 de febrero de 2020

Casa de José Saramago en Tías (Lanzarote)




"La vivienda en la que pasó la mayor parte de sus últimos 18 años. Hecha de raíz para las necesidades de dos familias, la Saramago-Del Río a un lado, al otro la Pérez-Fígares-Del Río, cómplices en el proyecto arquitectónico y en la vida. Así, cruzado el portón de entrada, un pequeño patio da acceso a las dos viviendas y a las zonas comunes. Enfrente está la puerta de la casa de José Saramago."



Y esta manía de ver las casas de los escritores.
Esta necesidad de conocer y arrastrar a mis compiches a esas aventuras literarias. 

Ese buen sabor que nos dejó la blanca casa de José Saramago en Tías (Lanzarote), se notaba que era una casa vivida. Vivida por un escritor con mayúsculas, y contada para los que queremos visitarla. 

Nunca olvidaremos aquella foto en la que Saramago y su pareja Pilar del Río caminaban por el volcán del Cuervo, que nos inspiró aquella visita a ese volcán con nombre: colarnos dentro de su crater mientras el atardecer recortaba su perfil a trasluz. Cómo olvidar a aquel "chico" con un pañuelo en la frente, que nos hizo un dibujo en la tierra con un palito para explicarnos cómo llegar. Aquel a quién no pedimos su teléfono... ¡me cachis!

Nunca olvidaremos aquel reloj de la entrada, aquellos relojes con la misma hora, siempre las cuatro, esa hora en la que Saramago conoció a Pilar.

Nunca olvidaremos que el escritor se volvió a acostar a media mañana para descansar y ya nunca se levantó. La muerte le llegó sin dolor, sin estrépito, plácida.

No olvidaremos a aquella chica que se mudó hasta Lanzarote desde Barcelona para contárnoslo, ni a aquellos compañeros de visita. 

No olvidaremos el olivo que se trajo Saramago entre las piernas diminuto y que crece fuerte a la entrada de la casa. Ni el riquísimo café portugués al que nos invitaron sentados al sol y cuyo aroma nos envolvía camino del jardín.

Qué buen sabor nos dejó la casa de José Saramago en Tías (Lanzarote). 

Qué bueno.







"Algunos objetos, un reloj con la hora que el escritor decidió que deberían registrar los relojes de la casa y que él mismo dejó marcada: las cuatro de la tarde, la hora en que conoció a su compañera, Pilar del Río Sánchez."





"En esta habitación, se instaló hace 18 años. Aquí se puso a escribir las primeras líneas de Ensayo sobre la ceguera, inaugurando así un periodo creativo fecundo, activo, sin huecos ni horas muertas, porque “el tiempo aprieta”, dejó dicho."







"Lo demás que contiene la habitación es la cotidianidad de una casa: recuerdos, libros de poesía en el estante móvil que hay junto al sillón de lectura, el de descanso (6) —en el que tantas horas pasó durante sus últimos meses y donde tantas veces escribió su blog—, los libros que Saramago tenía sobre la mesa cuando le llegó la muerte, la pasión de leer nunca abandonada, de convivir con los suyos, las fotos que son vida, imágenes captadas por cámaras ajenas, el presente, el pasado, estar, haber estado, seguir estando."





"En este cuarto murió José Saramago el 18 de junio de 2010. Eran las once y media de la mañana de un día que se presentaba normal. Desayunó y quiso descansar un poco. A las diez y media tenía una cita en el médico. No tuvo que ir. A esa hora, sin agonía, sin dolores, sin lamentos, ni llantos, con la misma naturalidad con que había vivido, trabajado y amado, con la sencillez con que había sido, cerró los ojos y dejó que la vida se le fuera yendo, o él se fue yendo de la vida, rodeado, querido, oyendo decir su nombre como el mejor elogio, la mejor declaración. José. José. José. Está todo bien."






"En los pueblos antiguos la cocina era un lugar de encuentro y convivencia. Así lo quiso Saramago: otra estancia de la casa abierta a amigos, lugar de conversación, trabajo, cenas y largas sobremesas… Amigos de distintos continentes que han consumido horas de conversación y de intercambio de ideas, de risas y de solidaridad.Por esta cocina han pasado personalidades imprescindibles de la cultura contemporánea, desde Bernardo Bertolucci a Susan Sontag, pasando por Juan Goytisolo, Carlos Fuentes, José Luis Sampedro, Carlos Reis, Eduardo Galeano, Marisa Paredes, Álvaro Siza Vieira, Ángeles Mastretta y Pedro Almodóvar, entre otros. Políticos como Mário Soares, José Luis Rodríguez Zapatero, Santiago Carrillo o Carme Chacón; jueces como Baltasar Garzón o Martín Pallín; amigos de distintos continentes que han consumido horas de conversación y de intercambio de ideas, de risas y de solidaridad. Sobre esta mesa Sebastião Salgado desplegó las fotos del trabajo en el mundo, y nada más verlas Saramago dijo que escribiría el texto que Salgado le solicitaba, aunque, decía Saramago, las fotos lo contaban todo...(...) y el mundo entrando por los periódicos y el mar."


#Lanzarote
#Saramago
#Tías
#CasasEscritores

jueves, 30 de enero de 2020

El Faro de Punta Pechiguera en Lanzarote




Llevabas once años esperando a que volviera.

La primera vez no me acerqué a presentarte mis respetos. Aún no entiendo qué ocurrió.

Una segunda vez no podía distraerme tanto. 


Solo hacía unas horas que había llegado cuando me acerqué a por ti. Alto y estilizado superabas con creces en tamaño a tu predecesor, un antiguo ejemplar de 1866 que cumplió a la perfección su función durante más de 120 años. Hoy, aparcado a tu lado, languidece achaparrado, abandonado y víctima de los vándalos. Algo muy raro en una isla tan limpia.

Pero tú, con tus 50 metros de altura, te sostienes altivo en el extremo suroeste de Lanzarote, en Punta Pechiguera de la que te llevaste el nombre, sorteando el viento, mirando al Atlántico.

Vigilante fiel de la Bocayna, el estrecho que hay entre las islas de Fuerteventura, a la que miras, y Lanzarote, sobre la que estás, tienes el lujo de no perderte ni uno de sus atardeceres.


Hoy, con dos invisibles chinchetas ya estás pegado para siempre a este blog. No te preocupes estarás bien cuidado aquí, acompañado de tus compañeros de colección, a salvo de la desmemoria, todavía impregnado de olor a mar.

Tú me esperabas, y yo no podía defraudarte.









#Faro Punta Pechiguera
#Lanzarote