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lunes, 15 de marzo de 2010

La caja de las Letras del Instituto Cervantes


El otro día pude ver la caja de las Letras. Qué curioso lugar. Me gustó mucho poder entrar hasta allí y verlo.

Cuando el Instituto Cervantes se trasladó en otoño de 2006 a su nueva sede central, en la calle de Alcalá de Madrid esquina con la calle Barquillo, su director Cesar Antonio Molina, anunció cómo se utilizaría la cámara acorazada del antiguo banco, cuya maciza puerta circular de entrada no deja lugar a dudas de que lo que allí se guardara estaría a buen recaudo. Como dijo Molina cuando se inauguró, la caja fuerte, «uno de los elementos simbólicos del banco, es a partir de ahora el lugar que irá acumulando en el tiempo el saber de nuestra cultura, de nuestros escritores y artistas. Será una capilla, no del dinero, sino de la cultura».

La nueva sede del Instituto Cervantes ocupa el edificio originalmente sede del Banco Español del Río de la Plata, y más tarde del Banco Central. Es propiedad del Patrimonio del Estado y ofrece una fachada clásica flanqueada por cuatro cariátides que le han otorgado su nombre popular de Edificio de las Cariátides.

De este modo al acabar siendo sede del Instituto Cervantes, la peculiar caja de seguridad del banco, se convirtió en la Caja de las Letras, donde se custodian las 1800 cajas de seguridad donde se deposita el legado que deseen algunas figuras relevantes de la cultura hispánica. Se ha convertido así en un espacio en el que se custodia la cultura de España e Hispanoamérica. Cada autor decide qué guarda en su caja, y el tiempo que estará custodiado el legado en dicho lugar.

Francisco Ayala un mes antes de cumplir los 101 años (febrero de 2007), inauguró esa iniciativa del Instituto Cervantes, depositando bajo llave en la caja núm. 1.000 varios libros, ediciones facsímiles, textos dedicados y una carta manuscrita. Hay que esperar hasta el año 2057 para conocer ese legado.

Ana María Matute fue la primera escritora que participó en esta iniciativa en marzo de 2009. Ella depositó un ejemplar de la primera edición de “Olvidado Rey Gudú” (1996), una de sus más conocidas novelas y lo hizo en la caja núm. 1.526. Allí permanecerá custodiado hasta el 26 de julio de 2029. “¿Qué puedo dejar si no es un libro? La literatura es mi vida” dijo entonces la autora.

Otros autores habían depositado con anterioridad diversos escritos y documentos después de Ayala y antes de Ana María Matute: Los escritores Carlos Edmundo de Ory, Antonio Gamoneda, Juan Gelman; el pintor Antoni Tápies, la científica Margarita Salas, la bailarina Alicia Alonso, el director de cine Luis García Berlanga, los promotores del proyecto de promoción de la lectura Farenheit 451…
Si vosotros tuvierais que depositar algo en una de esas cajas de seguridad...
¿Qué dejaríais?
¿Qué legaríais a la cultura?

jueves, 17 de diciembre de 2009

Amor al mar. Las caracolas de Neruda




Ayer, antes de nuestra tertulia, estuve en la exposición que hay en el Instituto Cervantes sobre Neruda.

En ella, se muestra por primera vez, parte de su colección de caracolas, así como algunos ejemplares de sus libros, fotografías, mapas y otros objetos.

Es una exposición agradable. Agradable a la vista y curiosa.

Nada más entrar encuentras un gran panel con fragmentos de sus obras que aluden al mar y a la naturaleza. En la parte superior de la exposición, hay una especie de salita improvisada con curiosas lámparas y sillas blancas decoradas con versos del autor y una televisión donde se pueden ver imágenes de su casa de Isla Negra, y a Neruda hablando. En la parte inferior están las vitrinas con las caracolas. Las hay de todos los tamaños y colores. Algunas son grandes y preciosas. Están ordenadas por su procedencia, por su origen geográfico, las hay de todos los mares del mundo.

Son curiosos también dos paneles que hay expuestos, con forma caracolada, en su parte exterior se han ido estampando versos y fragmentos poéticos del autor y en su parte interior están colocadas diversas piezas.

Se dice en uno de esos paneles que Neruda tardó 20 años en juntar casi 9.000 caracolas. Caracolas que junto a 5.000 volúmenes escogidos en muchos países donó un día cualquiera, porque su colección ya alcanzaba unas dimensiones excesivas para ser una colección privada, a la Universidad de Chile. De esas 9.000 podemos ver en estos días hasta casi cuatrocientas caracolas en Madrid.

Os dejo con un par de fragmentos de sus obras de los allí expuestos:

Gracias doy a la tierra
por haberme
esperado
a la hora en que el cielo y el océano
se unen como dos labios,
porque no es poco, no es así? Haber vivido
en una soledad y haber llegado a otra,
sentirse multitud y revivirse solo.


¡Que naturales son los peces!
Nunca parecen inoportunos.
Están en el mar invitados
y se visten correctamente
sin una escama de menos,
condecorados por el agua.

También, como nunca había entrado al Instituto Cervantes, me llamó mucho la atención el edificio en sí. Es muy bonito. Y tiene una gran sala central donde hay fotos antiguas en blanco y negro de cómo era la plaza de Cibeles antes de existir el edificio y luego como ha ido evolucionando con el tiempo. Hay una foto muy curiosa en la que se ve la acera con unos niños jugando al lado de una bomba en plena guerra civil. Qué lástima que una cinta no deje entrar demasiado en el recinto, con lo cual no se pueden apreciar las fotos del fondo.


Fecha
Del 2 de diciembre del 2009 al 24 de enero del 2010

Horario de visita:
De lunes a sábado de 11 a 14h y de 17h a 21h
Domingos y festivos de 11 a 14h.

Lugar
Instituto Cervantes - Sala de exposiciones
C/ Alcalá, 49
Madrid