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sábado, 14 de agosto de 2010

"Por los pelos..." frase hecha de origen marinero


En este último viaje que he hecho, he visitado en Palos de Moguer la reproducción que tienen allí de las tres carabelas. Es una visita muy completa donde puedes ver un vídeo de cómo se gestó por parte de Colón el viaje del descubrimiento y luego puedes pasearte por el recinto donde hay un museo permanente y  el muelle con las carabelas, en las que puedes entrar.

Pues bien el guía que nos tocó para hacer la visita guíada nos hizo una disertación muy amena y completa sobre todo ello, sobre aquel tiempo y las dificultades para hacer el viaje, las características de aquellas embarcaciones y de los marineros, y en ella aludió al origen de la expresión "Por los pelos" que procede de la costumbre que existía entre los marineros de llevar melena, para que si tenían la mala suerte de caer el agua, por algún temporal, fuera mucho más sencillo agarrarlos del pelo y volver a subirlos a bordo lo antes posible.

Os dejo con el vídeo donde "por los pelos" (y nunca mejor dicho ya lo vereis)  pude grabar cuando este guía nos lo contaba:



Por los pelos. Se refiere a la costumbre marinera de dejarse melenas para poder asir de las mismas a los marineros que caían al agua.
(Wikipedia)


lunes, 9 de agosto de 2010

La casa de Juan Ramón Jiménez en Moguer... "M.P.S." Meditado para Siempre


Si alguna vez vas a Moguer no dejes de visitar la Casa-Museo de Juan Ramón Jiménez...


Es la casa donde pasó la juventud. Nos dijo la guía (una chica morena que explicaba muy bien, de forma muy amena y completa) que Juan Ramón Jiménez prefirió expresamente esa casa para Museo que la que nació, que está en el barrio de los pescadores, porque en ella pasó menos tiempo, creo que hasta los cinco años, porque parece ser que se mudaron a ésta nueva porque la zona en la que está les gustaba más a los padres para que creciera su hijo. Entonces la que más recordaba Juan Ramón era ésta casa y por eso dice que sea en ella donde se instalen todos los enseres que el matrimonio Jiménez-Camprubí legó, para formar la Casa-Museo. Más tarde cuando murió, en el año 1958, se decide instalar allí también su completa biblioteca.


A medida que te van enseñando la casa, un lugar fresco y muy agradable,  con algunos de los suelos de entonces, preciosos, se va haciendo un repaso por la vida del autor y de su esposa.  Primero puedes ver un audiovisual sobre su vida, en una sala donde hay muchas fotos que van reflejando los distintos rostros del poema a lo largo de su vida. También en esa sala está el telegrama donde se le dijo que le daban el Premio Nobel de Literatura en el año 1956. Nos contó la guía que ya Zenobia está muy enferma y entonces se lo quisieron decir antes de que muriera, pero probablemente no se enteró. Juan Ramón Jiménez que era una persona toda la vida muy depresiva, además con la pena por su mujer, no fue a recogerlo y donó íntegramente el premio.


"...Poco antes del fin Juan Ramón recibió el Nobel de Literatura: para Zenobia era la confirmación oficial de que su existencia no había sido un desperdicio. Ricardo Gullón cuenta que, cuando le dijeron lo del premio, Zenobia ya no podía hablar; susurró una canción de cuna y murió a los dos días (el 28 de octubre de 1956). Juan Ramón enloqueció literalmente de pena, tuvo que ser internado y no volvió a escribir más. Falleció un año y medio más tarde. Después de su muerte se encontró una libreta que decía "A Zenobia de mi alma, este último recuerdo de su Juan Ramón, que la adoró como la mujer más completa del mundo y no pudo hacerla feliz". Del libro "Historias de mujeres" de Rosa Montero.
El telegrama y una foto de la entrega del Nobel

Después lo primero que te enseñan es la biblioteca personal de Juan Ramón Jiménez. Allí había libros de los dos de todo tipo, no solo de literatura, sino también de filosofía, de música, de antropología, hasta de cocina... y muchos en francés e inglés, por JR Jiménez consideraba que había que leerlos en su lengua. Más de tres mil quinientos libros, con ex-libris, anotaciones, dedicatorias... También hay revistas, periódicos...  Juan Ramón Jiménez acumulaba y acumulaba papel, en los que iba poniendo anotaciones, y entonces  después nunca se quería desprender de ninguno de ellos. Pues muchos de ellos están en la vitrinas y otros nos dijo la guía que los estaban estudiando...


Y después te llevan al que fuera su despacho, donde están también guardadas todas las cajas en las que JR Jiménez iba clasificando todo lo que escribía, era muy, muy organizado, demasiado. Nos contaba la guía que él escribía todo según se decía, sin diferenciar la g de la j, y por ejemplo en la palabra perenne, ponía una n en vez de dos...


Luego era Zenobia la encargada de pasarle todo a máquina e ir cambiando y escribiendo correctamente todas las palabras.




"Juan Ramón pasaba todo el día en casa, trabajando y sobre todo corrigiendo lo que había escrito, revisando su obra una y otra vez de forma enfermiza. Muy pocas veces, en sus papeles aparecía una enigmática anotación: "M.P.S.". Significaba que el poema, el folio, el perfil, lo que fuera estaba Meditado Para Siempre y que se comprometía a no tocarlo más, como la rosa.

La perfección no sólo afectaba a lo escrito, sino también al diseño de los libros, a la calidad de la impresión, al tipo de letra y, por supuesto, a las erratas: "Voy a morir un día de una errata -escribió- que, por cierto, es un verso endecasilabo". Encontrar alguna le molestaba de tal manera que llegó a plantearse instalar una pequeña prensa Minerva en los bajos de su casa para, con un empleado de absoluta confianza, imprimir a su gusto lo que escribía.

"Esta obsesión por conseguir la perfección le llevó a pretender destruir toda su primera obra, deseo que participaba a todas las personas que conocía, a quienes solicitaba la entrega de los libros suyos que tuvieran en sus bibliotecas. No había mejor regalo para él que alguno de sus libros de juventud, que acariciaba con mimo exquisito, diríase que con amor paterno, antes de arrojarlo directamente al fuego." De "39 escritores y medio" de Jesús Marchamalo y Damián Flores.

Todo esto que os he copiado de un libro nos lo decía también la guía. Después fuimos pasando por las distintas habitaciones: su despacho, su dormitorio, el comedor, el cuarto dedicado a Zenobia...


En la salita tenían enmarcado este precinto. Cuando ya estaban Juan Ramón Jiménez y Zenobia en el exilio, entraron unos ladrones en su casa de Madrid y les robaron bastantes cosas porque dijeron al entrar a la señora que la cuidaba que eran amigos del matrimonio. Cuando salieron y les vió todo lo que se llevaban, la señora que había al cargo de la casa avisó a las autoridades y pusieron este precinto para que no volviera a ocurrir.


Esta foto es de la habitación dedicada a Zenobia. "Zenobia Camprubí nació en la Costa Brava. Era hija de una puertorriqueña rica y de un ingeniero de Caminos catalán: una niña, en fín, de muy buena familia... Era culta, activa, desenvuelta, moderna. Creía en Dios de una manera muy libre y participaba de ese espíritu de servicio a los demás tan típico de la época... Recibía unas pequeñas rentas de la herencia materna que ella complementaba con diversos trabajos. En el exilio fue profesora de Lengua y Literatura, primero en una universidad cercana a Washington, luego en la de Puerto Rico. Antes de la guerra había tenido una tienda de artesanías en Madrid y amueblaba con primor apartamentos de alquiler para extranjeros. De las rentas y los empleos de Zenobia vivió fundamentalmente el matrimonio durante los cuarenta años que estuvieron juntos: los ingresos de Juan Ramón eran escasos e intermitentes". De "Historia de Mujeres" de Rosa Montero.


"Juan Ramón Jimenez era un hipocondríaco y en sus peores momentos creía estar agonizando: no comía, no se lavaba, no hacía planes para el día siguiente porque pensaba que ya habría fallecido. Estaba lleno de manías: acumular cantidades ingentes de periódicos y recortes que luego era incapaz de tirar, por ejemplo, o cerrar las ventanas herméticamente porque no soportaba las corrientes de aire..." De "Historias de mujeres" de Rosa Montero.

 "Juan Ramón odiaba, sobre todas las cosas, el ruido. Era incapaz de trabajar, de concentrarse, de leer si en su vida interfería el más mínimo sonido. De hecho, todas sus mudanzas estaban motivadas por idéntico motivo: de la calle de Conde de Aranda se marchó porque unas cubanas tocaban la pianola en un piso cercano: de Lista, porque un vecino le hacía la vida imposible arrastrando muebles por el piso: de Velazquez 96, porque el sonido chirriante de los tranvías que circulaban por la calle le perturbaba... En la casa que ocupó en la calle Padilla no sólo se quejaba de los vecinos y de las molestias que le ocasionaba un cercano taller de carpintería, sino incluso del alboroto de las bandadas de gorriones que se juntaban al caer la tarde en los jardines del sanatorio del Rosario, frente al que vivía y donde de vez en cuando ingresaba..." De "39 escritores y medio" de Jesús Marchamalo y Damián Flores.

Todo lo que uno va leyendo acerca de este matrimonio le señala a él como un maniático obsesivo e imposible para la convivencia y a ella como la persona de la que depende absolutamente, puesto que se hacía cargo de él y de la economía familiar de los dos. En la visita también la guía nos decía ésto, aunque según ella "los dos eran especiales", porque en aquella época no había muchas mujeres como Zenobia, si no no hubieran podido estar juntos tantos años...

Bueno no quiero extenderme más, porque me gusta este tema y no le veo el fin. Espero que con las fotos os hayais hecho una idea de lo agradable que es esa casa, y lo bien que la tienen preparada para las visitas. La guía conoce muy bien de lo que habla y es muy cercana haciéndolo. Cuando nos despedíamos, un matrimonio le dijo que solo "Hasta pronto, porque volveremos más veces, seguro". Yo también espero volver algún día. Ya sabéis: si alguna vez vais a Moguer no dejéis de entrar...




miércoles, 21 de julio de 2010

Miguel Mihura, hoy hace años que nació...



Hoy hace años que nació Miguel Mihura, unos cuántos años... ya veis por la placa que nació allá por 1905. 

Esta foto la hice uno de esos días que me dedicó a ir por Madrid, redescubriéndo la ciudad, visitando exposiciones, yendo a lecturas... en fín ya sabéis. Esta tomada en la calle Libertad, en el barrio de Chueca. Sí a pocos pasos del Libertad 8 donde hemos ido a tantos conciertos y recitales poéticos.

Ya ves también en esa calle nació Miguel Mihura. Me gustó mucho la placa y no lo pude evitar.. Me la llevé. Y como pensé aquel día, pienso también hoy: 

- Cualquier día de éstos tendría que releer o leer alguna de sus novelas...Me lo tengo que proponer.

¿Cual me recomendais?

martes, 1 de junio de 2010

Historia de la Feria del Libro (1ª parte)


Resulta que como es la Feria del Libro de Madrid, una lugar al que siempre voy, y varias veces, como el que va de procesión, me apetecía saber sobre ella un poco más...

¿Sabéis qué año fue el de la primera feria del Libro?

Os voy a contar un poco cómo ha sido la historia de la Feria, pero para no hacer una entrada larga, os lo contaré en dos partes, aquí os hablaré hasta la Guerra Civil.



La primera feria del libro de Madrid se celebró en el año 1933, desde el día 23 de abril hasta el 29 de abril. Siendo inaugurada por el Presidente del Consejo de Ministros D. Manuel Azaña y Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública.

Parte de una iniciativa privada, la de un editor Rafael Giménez Siles, que consigue convencer a veinte editores madrileños para que participen, con el objetivo de exhibir y comercializar la producción librera. Se instalan 20 casetas en el Paseo de Recoletos, entre la Biblioteca Nacional y Cibeles.




"Para dar mayor realce a tan singular manifestación se organizó todo un ciclo de actividades, hubo conciertos y conferencias como por ejemplo de la Ramón J. Sender. También se organizó un magno festival en el Teatro Español al día siguiente de la apertura de la Feria, al que concurrieron el Presidente de la República, Sr. Alcalá Zamora y señora. Durante los siete días que duró el evento, se vendieron libros por un importe de 43.340 pesetas, una fortuna para la época, siendo el sábado el mejor día.



La segunda Feria, la de 1934 se celebró en mayo, se amplió a diez días y en vez de practicar el 10 por cierto de descuento, ofrecían un libro de regalo. De 20 pasaron a 40 casetas.


Las ferias de los años 1934, 35 y 36 tuvieron avances y retrocesos, por las dificultades generadas por la crisis económica internacional y las vicisitudes políticas. La compañía de Tranvías de Madrid contribuyó a su publicidad anunciándola en el reverso de los billetes y en los laterales de los vehículos.


La de 1936 fue la primera feria que tuvo carácter oficial, y en la que se editó también por primera vez un plano de las casetas y un índice de autores y materias. Esta IV Feria del Libro contó con menos participantes y vendió menos libros que las anteriores.


La Guerra Civil española provocó un paréntesis en este acontecimiento.



Bibliografía:
Historia de la Feria del Libro de Madrid, de Fernando Cendán Pazo.
Las ferias del libro y la prensa de Madrid bajo la II República. Jean Michel Desvois
Los estudios republicanos en la 68 Feria del Libro de Madrid. Lorenzo Peña
Carteles con memoria www.elmundo.es Especial Mayo 2008

martes, 4 de mayo de 2010

"Hace un día de perros" y otras expresiones meteorológicas




Hace un día de perros 


El perro, como guardían y protector, es un animal muy querido por nuestra civilización occidental; sin embargo, en otras culturas ha corrido peor suerte, siendo visto como portador de desgracias. Esto explica el sentido peyorativo de la expresión "tiempo de perros" o "hace un día de perros".




Caer chuzos de punta

En presencia de un fuerte aguacero, percibimos las gotas de lluvia en su caída como si fueran pequeñas agujas. La expresión "caer chuzos de punta" lo describe muy gráficamente, ya que el chuzo era el bastón terminado en una punta metálica que antiguamente llevaban los serenos.



Frente meteorológico

El concepto de "frente" se lo debemos al meteorólogo noruego Vilhem Bjerknes, quién utilizó ese nombre en clara alusión a un frente militar. El frente nuboso separa dos masas de aire de distinta naturaleza; el bélico marca el límite entre dos ejércitos enémigos.



Agencia Estatal de Meteorología
Agenda El Tiempo 2010

lunes, 5 de abril de 2010

Cien años de Gran Vía en Madrid


Cien años ya, quién lo diría…
Pero no te preocupes que no se te notan, si acaso solo en las esquinas de tus ojos de neón, arrugados y brillantes de tantas noches de marcha y sobre todo en la experiencia, en ese don de gentes, de millones de gentes que tienes. En la experiencia sí, ahí sí se te notan los años, pero como decía mi abuelo, con una de esas tantas frases que a fuerza de repetirnos siempre, ya a salvo del tiempo, nos legó a sus nietos: "la experiencia es un grado".

Hace tanto ya, que no recuerdo ni cuando nos conocimos. Entonces, vivías tan lejos y mi mundo era tan pequeño, que solo nos podíamos citar los sábados y a veces ni eso. Para llegar hasta ti, solo había un camino: desde Esperanza. Ahora que lo pienso, qué mejor lugar desde el que comenzar a moverme por el mundo, que desde la esperanza. Pues sí, por aquel entonces la línea 4 comenzaba allí, en Esperanza, mi estación, y qué suerte porque siempre había asiento en el metro. Después había que hacer un transbordo en Goya, coger la línea 2, la roja, e ir hasta Sol, que nos daba siempre la bienvenida con ese olor a bollo recién hecho que desprendía la Mallorquina en toda época del año. Para terminar subiendo la calle Preciados hasta Callao. Fin del trayecto. Toda una excursión con ese sabor lúdico que tienen todas las excursiones que se precien. De Esperanza a Callao. Porque entonces tú, y para mí, solo eras eso, Callao. Pero tenías Rodilla que ponía ante nuestro paladar el riquísimo sándwich de queso con nuez, porque aunque ahora Rodilla tenga muchas más variedades, quita, quita, donde esté el de queso con nuez de toda la vida… Tenías también las zapaterías Díez y Tacones, donde estaban mucho más baratos los zapatos que en el barrio y había más donde elegir. Y qué suerte, tenías el sanatorio de muñecos aquel que siempre me hacía guiños desde su alto escaparate. Tenías tantas cosas buenas. Tenías Sepu, y Galerías Preciados, y los cines…

Porque sobre todo atesorabas todos los cines. Creo que fue contigo donde vi Grease. Imagínate si hará tiempo. Fue, creo la primera vez que pude ir con las amigas hasta el centro y porque íbamos acompañadas por el hermano mayor de una de ellas, uno que por cierto era bien guapo y bien serio además de mayor, no veas cuánto interés tenía... Aquello de ir a ver Grease, debió de ser una aventura, porque aún nos recuerdo con ilusión haciendo cola. Sí, entonces tenías muchos cines, algunos de los cuales ya ni existen, como el cine Azul donde vi años más tarde “9 semanas y media” o el cine Avenida, qué pena, pensé estas navidades cuando entré haciendo de Reina Maga, qué pena que un lugar tan bonito como éste haya acabado siendo una tienda de ropa más… Supongo que estos pensamientos me los trae la edad, la edad y el peso frágil y nostálgico de aquel tiempo que compartimos juntas.

Después, cuando terminamos el instituto, y fuimos a la Facultad el mundo cedió un poco más y ensanchó tus costuras, porque también llegué hasta ti para ir a la calle Libreros, en busca de aquellos aburridos, la mayoría, libros que nos mandaban estudiar los primeros cursos de Psicología. O para ir al Calentito, que ya tampoco existe, pero donde celebré que ya era licenciada y del que volví con el estómago retorcido y hecho un guiñapo, tanto, que si miro las fotos aún siento que me duele.

Poco a poco hemos ido atesorando años tú y yo. Y el tiempo nos ha cambiado sin remedio. Yo he descubierto que para llegar hasta ti, como para llegar a tantos sitios, ya no solo hay un camino, sino muchos a descubrir. No solo podía llegar desde Callao, sino también desde Plaza de España donde estaban los cines de versión subtitulada, y también desde Alcalá, donde está el Círculo de Bellas Artes y ahora el Instituto Cervantes, un cruce de calles que siempre me ha parecido muy elegante.

Con el tiempo también me mostraste el gusto por interesantes exposiciones, siempre recuerdo la de Chema Madoz en Telefónica. Y cómo no, también me descubriste el gusto por los musicales: El Hombre de la Mancha, Cats, Hoy no me puedo levantar… Sí con los años has perdido los cines, como quien va perdiendo los dientes, pero en cambio has ganado en adornos y glamour, con los musicales, más espectaculares, más vistosos, más cosmopolitas. Has ganado en cultura con tus exposiciones y tus musicales, pero también, es cierto, a determinadas horas te volviste más consumista con tus tiendas de ropa. Era inevitable. No hay nada perfecto.

Yo descubrí que hay muchos caminos para llegar hasta ti, y tú, aprendiste a desdoblarte en tres tramos, el primero más elegante, el segundo más comercial, el tercero más lúdico, a la medida del gusto y el momento de todos cuántos no hemos dejado de ir a visitarte. Como una gran dama que sabe estar presentable a cualquier hora del día, una gran dama que nos sabe recibir a todos con una sonrisa, a todos, a muchos, a demasiados.

Yo descubrí que hay muchas ciudades hermosas en el mundo, y me entretuve recorriéndolas, conociéndolas. Pero a medida que lo hice, a medida que mi mundo se desparramó y alcanzó otras fronteras y las rebasó, a medida que crecí, me dí todavía más cuenta de que pocas tienen esa Gran Vía que tiene mi ciudad, tan atractiva de pasear despacio, tan rica, tan variada, tan viva, tan mía.

Cien años, cien años ya. Quién lo diría…

viernes, 11 de diciembre de 2009

Los escritores y el juego


"No hay exorcismo que valga cuando un escritor se encuentra poseído por el demonio del juego. Una vez en timba se jugará hasta la camisa y le dará igual galgos que jamelgos, lotería que bingo, ruleta o palillo de barquillero. Si le pegamos un repaso a la historia universal de la literatura encontramos ejemplos de endemoniados célebres, hombres de letras que, valga la comparación se mostraron tan animosos alrededor de un tapete como ladillas alrededor de un coño. Faites vos jeux. Hagan juego, que aquí la pasión por jugar se queda chica cuando se trata de perder para después contarlo".

Así comienza un artículo titulado ¡Hagan Juego! Escritores y tahúres: el azar en la literatura, publicado en la revista Qué Leer, en marzo del 2004. De él voy a entresacar algunas curiosidades sobre autores y juego.

Porque señores y señoras, aquí estamos de nuevo en otra entrada del "Mentidero".

¿Qué? ¿Curioseamos un poco en las miserias de algunos célebres escritores?

- Fiódor Dostoievsky: "Tuvo la poca verguenza de confesarle a su esposa, y por escrito, que después de perder una notable cantidad de dinero jugando a la ruleta había experimentado algo parecido a un orgasmo". "Condenado a perder, Dostoievski alumbra un relato donde el demonio del juego se convierte en el verdadero protagonista de la historia. Y aunque recurra al exorcismo de la escritura para así neutralizarlo, no se lo arrancará nunca, prueba de ello es que seguirá jugando, lo mismo que Poe, o el protagonista de una novela mágica escrita por Balzac: La piel de zapa."

"El personaje principal está tan lleno de vida que me parece tenerlo delante" diría de "El Jugador" a su amigo de vodkas, Strakhov (sept. de 1863)

- Edgard Allan Poe, "... de una patada en el culo, lo expulsaron de la academia militar de West Point. Parece ser, que en sus ratos de recreo y taberna, le daba por montar timbas y andar a coz y bocado sobre el infame tapete verde. ..."
...
"En la introducción de Los crímenes de la rue Morgue, Poe hace alusión al juego, un descarnado balance del ajedrez y las damas, y se inclina por éstas últimas, ya que, según explica, despiertan las condiciones mentales necesarias para el análisis. Y a continuación asegura que, si tales condiciones se poeen en grado extraordinario son una fuente de vivísimos goces. Otra vez el orgasmo, al que se llega ejerciendo una especie de frotamiento con la actividad intelectual, lo que Poe llama "desentrañar" ..."

- Balzac: "Si bien Balzac no era ludópata declarado, toda su vida se la pasó jugando. Murió jóven y fue un hombre que se hizo a sí mismo. Nacido Honoré Balzac, prefirió anteponer un de al apellido. Lo hizo en nombre de la acristocracia del talento, jugando a trepar por un árbol genealógico negado desde la cuna y que más que árbol fue cucaña."
...
"...Balzac se pasó la vida huyendo de prestamistas, saltando de un lado a otro, como en un juego de la oca en el que dejar de escribir significaba dejar de jugar. No olvidemos que era amigo del lujo y de las faldas, sobre todo si estas las llevaba alguna rica heredera, condesa, marquesa, marquesina o entoldada que le pudieses arreglar el futuro. "

- Freud: "Freud que le sacaba punta a un lápiz, creyó ver momentos culminantes de la masturbación en el frotamiento de manos del que baraja los naipes así como en el meneo del cubilete de los dados..."

- Manuel Vicent: "Marino y jugador de poquer..." "Jugador en una timba nocturna donde uno de los jugadores se quedó fiambre. Esa historia la escribiría Vicent años después en una novela titulada "La Muerte bebe en vaso largo" publicada por entregas en el Colorín de El País, y que al día de hoy, es otro título de culto, y que está a la espera de que la reediten".

- Alberto Vazquez-Figueroa: "Cuando Vazquez-Figueroa anda por su casa de Lanzarote, ya puede estar hablando con Dios, que a las 17.00 horas despacha a todo el mundo pues llegan sus amigos a jugar al dominó. No son capitalistas, ni intelectuales, sino gente de la isla que aparecen en coches modestos y algo descacharrados, amigos de toda la vida, vaya..."... "Todos los años visita el festival de Cannes y confiesa que "Son mis vacaciones y no las perdono por nada ni por nadie. De día voy al festival y de noche, al casino. De vez en cuando voy a Las Vegas."

- Juan Marsé o Luis Sepúlveda : "El dóminó es juego literario y que, entre sus adeptos, cuenta con Juan Marsé o Luis Sepúlveda".

- Julio Cortazar. "Jugador de dominó y de rayuela"


¡Hagan Juego! Escritores y tahúres: el azar en la literatura
Texto: Montero Glez.
Qué Leer, marzo 2004

jueves, 19 de noviembre de 2009

Ayer la tertulia del Galdós se trasladó por un día al Café Gijón

En la primera foto el Gijón en 1947. En esta de abajo nosotros en el 2009.







Ayer tuvimos tertulia extraordinaria en el Gijón, en la calle Recoletos. Uno de los lugares de Madrid con más solera como Café y como lugar de encuentro de tertulianos selectos.

Quedamos allí todos los compañeros de la tertulia del Galdós, para hacer una tertulia previa, antes de ir a disfrutar de la conferencia de Juan José Millás en la Biblioteca Nacional. Porque fue eso, disfrutar, lo que hicimos en la conferencia. Aunque lo contaré en otra entrada.


El Café Gijón se inauguró el 15 de mayo de 1888 por Gumersindo G. (no me atrevo a decir el apellido porque en unos documentos encuentro García y en otros Gómez), uno de esos indianos que regresaron tras hacer “las Américas”. En homenaje a sus orígenes, le dio el nombre de "Gran Café Gijón". Tras unos años pasó a ser, dicen en Wikipedia que por la módica cantidad de traspaso de 60.000 pesetas, de Benigno López (un barbero del barrio) que prometió no cambiarle el nombre. Y cuando este murió se encargó de él su viuda hasta que murió. Desde el año 1977 es de Gregorio Escamilla, que lo comparte con Ángel, que lleva más de 20 años en el Café, primero como empleado y ahora también como propietario.


En todos esos años se fue convirtiendo en referente cultural de Madrid. Después de la Guerra Civil los tertulianos convencieron a la viuda para que hiciera la primera reforma, que fue en el año 1948 en la que se sustituyeron las lámparas de gas por la iluminación eléctrica, se puso madera de roble en las paredes y se baja el techo. Después hay una segunda reforma a mediados de los años 70.


Escritores, artistas, políticos han frecuentado desde hace más de cien años este lugar. Severo Ochoa, Benito Pérez Galdós, Pío Baroja o Jacinto Benavente han sido asiduos. Después Camilo José Cela y sus coetáneos también se reunieron allí. En tiempos de postguerra lo hicieron los que se llamaron la “Juventud Creadora”. El tiempo ha pasado y más tarde allí también se han reunido otros de la talla de Arturo Pérez Reverte, Paco Umbral, Rafael Alberti o Fernando Fernán Gómez, que ideó la creación del Premio de Novela Café Gijón.

Y así una larga lista de personas célebres, hasta ayer mismo que mientras nosotros estábamos sentados en nuestra mesa, en una de las que están situadas en el lado de los ventanales que dan a la calle (y que cuando yo llegué estaban protegidas por el cartel de “reservadas”), estaba sentado Álvaro de Luna con otros. Yo no distinguí en ese momento a más conocidos de las letras, pero Sagrario, compañera de tertulia, señaló que también estaba Armas Marcelo.


Leo en internet en un artículo de Fabián Barrio en la revista Forumcafé una entrevista con uno de los propietarios donde habla de esos tertulianos de las mesas que están junto a la ventana: "Ahí, en la cuatro, junto a la ventana, se ponen los poetas a las cuatro de la tarde, todos los días, les tenemos la mesa reservada. Buero Vallejo estaba siempre con ellos. Y Vicent viene todos los dias a las cinco a esta mesa que está más acá. Los martes por la tarde tocan los pintores plásticos, todos estos cuadros que ves aquí son de ellos. Y los domingos por la mañana se ponen en aquella esquina del fondo los de Bellas Artes".



De vez en cuando no está nada mal visitar el Gijón, convertirte por unas horas en tertuliana de ese renombrado lugar, pensar que allí mismo han estado sentados tantos importantes de las letras… Allí mismo donde ahora tú estás, aunque un simple café con leche te cueste 3,70 €, o para llegar tengas que atravesar una "pura zanja llamada Recoletos" surcada de obras y semáforos y madrileños y... Pero esa ya es otra cuestión… Pensaremos que unas cosas por otras.

viernes, 7 de agosto de 2009

De las Alojerías a las Botillerías y de ahí a los Cafés y tertulias de antes...


Y de nuestra tertulia del Galdós para atrás...




Antiguamente en Madrid a los únicos sitios donde se podía ir en caso de sed eran las “alojerías”, locales donde se servía una sola bebida, el alojo. Esta consistía en mezclar agua con miel y especias, servidas en tazones de cristal con asas. Estos establecimientos se reconocían por tener a la puerta una bandera blanca con una franja roja cruzada, distintivo que procedía de las tiendas de los campamentos cristianos, donde se repartía esta bebida a los soldados con fines curativos.

En el siglo XVIII y conviviendo con las alojerías, surgieron las botillerías. Lugares donde se podían consumir helados y algunas conservas. Como no servían cafés comenzaron a decaer a partir de 1808 siendo sustituidas por los cafés, que ya habían hecho su aparición a finales del XVIII.

Las alojerías desaparecieron entre 1835 y 1838 y las botillerías entre 1846 y 1848.

Los primeros cafés aparecieron en la primera mitad del sigo XIX sustituyendo a las antiguas botillerías. Se situaron en torno a la plaza de Santa Ana, por su proximidad al teatro Español, en aquel entonces el teatro más importante de Madrid. Cafés como el Príncipe, Venecia, Solito y Moreno, todos a muy poca distancia unos de otros, favoreciendo el poder pasar de uno a otro sin tener que andar demasiado. Larra, Zorrilla y Espronceda fueron sus primeros contertulios.

Con los años, los cafés fueron multiplicándose. Así, al Café de San Sebastián, de la calle Atocha, acudían a reunirse sobre todo médicos, Ramón y Cajal entre ellos.

En el Café del Pombo, Gómez de la Serna tenía una tertulia semanal, conocido también como el “café de los cagones” porque su especialidad eran los sorbetes de arroz, con los cuales se evitaban o curaban las famosas diarreas de verano.

El Comercial, el Gijón, y la Nueva Montaña tienen en común una misma cosa: ser cafés de los de antes. Los dos primeros coexistiendo con las modernas hamburgueserías y el último ya desaparecido. El Comercial y el Gijón están la glorieta de Bilbao y en el paseo de Recoletos respectivamente, y la Nueva Montaña estuvo en los bajos del Hotel París, en la Puerta del Sol. Los tres fueron frecuentados por las generaciones del 98 y del 27. Precisamente, en el café La Nueva Montaña, Valle Inclán perdió su brazo en una riña. Si las paredes hablaran... Al café Gijón, se acercaba después de la guerra, un pintoresco personaje que se hizo famoso porque pagaba una consumición que no tomaba, pues bebía agua de una cantimplora que siempre llevaba consigo y leía un periódico norteamericano de fecha muy atrasada. Más recientemente, el fallecido alcalde Enrique Tierno, era muy aficionado al Café Comercial, donde semanalmente, jugaba unos décimos de lotería con Manolo el limpiabotas y Valentín el empleado más antiguo.


Curiosidades y anécdotas de Madrid.
Maria Isabel Gea Ortigas.

Ediciones La Librería

sábado, 27 de junio de 2009

Ironías de Madrid




En la calle dedicada a Cervantes está la casa donde vivió Lope de Vega, concretamente en el número 11. En ella vivió el poeta desde 1610 hasta 1635. En contrapartida en la calle Lope de Vega fue enterrado Cervantes en el convento de las Trinitarias, un intercambio que quizá no hubiera gustado mucho a los protagonistas en alguna época de sus vida, pues sus relaciones no fueron siempre demasiado buenas. Así mismo en la de Quevedo esquina a Lope de Vega, vivió Góngora.



Gea Ortigas, María Isabel. Curiosidades y anécdotas de Madrid. Ediciones La Librería. 1996

domingo, 21 de junio de 2009

Madrid y sus mentideros

Querría en este blog abrir una pestaña con el título: “Mentidero”. Siempre me ha gustado mucho esta palabra.

En esta sección del mentidero iré recopilando curiosidades del mundo literario. Pero ya que he bautizado esta sección con ese nombre me gustaría en primer lugar que comentáramos un poco qué eran los mentideros y dónde estaban en Madrid.

Según el diccionario María Moliner: Mentidero m. Lugar en la calle donde se reunía la gente para hacer tertulia y chismorrear. Hoy se usa figuradamente sin referirse a ningún lugar concreto.

Según la Wikipedia:
Existieron tres muy famosos en Madrid que eran conocidos como:
Representantes. Situado en un ensanchamiento que tenia la calle del León, en pleno barrio de las letras, y que respondía al nombre de plazuela del León. Allí se reunían las gentes del teatro (los representantes o actores) y los literatos y quienes aspiraban a serlo.
Losas de Palacio. Situado en la parte delantera del Real Alcázar o Alcázar de los Austrias que era como popularmente se conocía. Dada su concepción de centro de gobierno, los alrededores del Alcázar se poblaban de personas en procura de favores o concesiones gubernativas. Igualmente en las ocasiones que la Realeza salía a la calle el pueblo copaba el lugar por ver a los Reyes al pasar.
Gradas de San Felipe. Estaba situado este mentidero en las escaleras que tenia la iglesia de San Felipe en la Puerta del Sol. La iglesia se encontraba situada en un plano más elevado ya que ocupaba la manzana que daba a la calle Esparteros, la calle del Correo y la calle Mayor y esto posibilitaba que en las escaleras se situasen todos aquellos que, disponiendo de mucho tiempo para el ocio, deseaban conocer de primera mano las noticias de las posesiones españolas y para ello la proximidad de la Real Casa de Correos era optima. Por otra parte la calle Mayor, era lugar de paseo obligado de los madrileños y en ella, a una hora u otra, siempre era posible encontrarse con la persona buscada, ya fuese un amigo, conocido o la amada. Las gradas suponían un balcón inmejorable sobre esta calle y por ello estaban muy concurridas.
No era extraño encontrarse, a diferentes horas, a las mismas personas en Losas de Palacio, más tarde en Gradas de San Felipe y con posterioridad en Representantes.

Y según el libro “Leyendas y Anécdotas del viejo Madrid” de Francisco Azorín.:
“El mentidero de Representantes esta situado en la esquina de la calle de León con la del Prado y formaba una amplia plazoleta enlosada en la que había unas mustias acacias.
Las reuniones se celebraban entre las diez de la mañana y la una de la tarde, y acudían a ellas todas las personas relacionadas con el mundo del teatro: poetas, dramaturgos, cómicos cesantes, arrendatarios de corrales, representantes de compañías y apasionados, aficionados. Allí se hablaba de cuánto se refiriese a la profesión y sobre todo, se murmuraba con singular malevolencia de los frecuentes amores de las comediantas con encopetados caballeros, que tan proclives se mostraban a este tipo de devaneos. Y es que no era sólo la afición al comentario y a despellejamiento ajeno lo que llevaba al mentidero a un público tan numeroso: era que un sentimiento magnético les atraía hacia aquel sitio, que llenó con su vida Cervantes y consagró con sus despojos mortales; era que el “Fénix de los Ingenios”, venía desde su casa en la calle de Francos a decir misa diaria en el convento de las trinitarias para acercarse a su hija natural, son Marcela de San Felix, que permanecía allí, en clausura, con la otra hija amada de Miguel de Cervantes...
De cuando en cuando se dejaban caer Tirso de Molina, Moreto, Rojas Zorrilla, Quiñónez de Benavente y cuántos escribían para los corrales del Príncipe y de la Cruz. En el mentidero contrataban sus trabajos dramáticos, con arreglo a la siguiente tarifa: cien reales por una loa, doscientos a cuatrocientos por un sainete, trescientos por un entremés o una mojiganga y cuatrocientos a quinientos por una comedia de tres o más actos. Sin embargo, los autores de fama cobraban emolumentos superiores: a Moreto le abonaban setecientos, ochocientos a Calderón y mil a Lope de Vega, favorito del público...”

Y de este modo, queda inaugurada esta sección del mentidero.

© Rocío Díaz Gómez
Junio 2009