Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

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martes, 8 de septiembre de 2020

"La melodía de la oscuridad" de Daniel Fopiani



Se me había quedado sin reseñar una novela. Ainssss. Y ya tengo dos más esperando su turno... Ainsss otra vez.

Bueno vamos a poner orden.

"La melodía de la oscuridad" de Daniel Fopiani.

Cuando en julio iba a viajar unos días a Cádiz y Málaga, me quise leer un par de novelas que transcurrieran en estas ciudades.

Ambientada en Málaga me leí "El paseo de los Canadienses" de Amelia Noguera, cuyo reseña la escribí el pasado 12 de agosto:

Pues bien ambientada en Cádiz me leí "La melodía de la oscuridad" de Daniel Fopiani.

¿Qué nos cuenta el argumento? "Adriano es un hombre acabado, nada queda de aquel aguerrido sargento que sufrió un atentado en Intxaurrondo que le dejó ciego. La explosión le reventó las cuencas oculares y la vida entera: ahora es un monstruo desfigurado, invidente, que vive en Cádiz dependiente de su mujer, Patricia, que apenas soporta la rutina y que, a pesar del profundo amor que siente por su marido, no puede dejar de estar angustiada, además, por el dolor incesante de no haber tenido hijos."

 Sí, es una novela policíaca donde buscaremos a un asesino en serie que va cometiendo homicidios por la ciudad de Cádiz.

Tengo sentimientos encontrados con esta novela. 
Mientras la leía me parecía muy entretenida. Me atrapó con su historia, la intriga está bien dosificada, y mantiene el interés. También es cierto que no es un asesino cualquiera el que nos vamos a encontrar, es peculiar, es bastante interesante. Por otra parte, os debería decir que los crímenes no son ninguna tontería, la verdad, son un poco, bastante, truculentos, salvajes... no nos vamos a engañar, son duros.

Pero el autor ha creado un personaje, el asesino, que va a despertar nuestro interés. Porque además nos lo va a ir presentando en una segunda línea argumental a medida que se van sucediendo los asesinatos. Lo cual también aumenta la intriga.

Luego por tanto el autor creo que ha acertado, en general, en unos casos con más acierto que otros, en la creación de los personajes. Me parece que está bien perfilado el asesino y también el protagonista, ese Adriano, es un personaje potente. Un sargento retirado, invidente, a causa de una explosión en el País Vasco. Con una existencia un poco penosa por sus circunstancias, que está acompañado, permenentemente dependiente, de su mujer Patricia, a quién le salpica obviamente toda la situación, y de su perro guía. Creo que es un personaje que tiene fuerza, que está bien creado, que transmite y con el que vamos a empatizar bastante. 

También creo que el autor ha acertado con la estructura de la novela, no es muy larga, con capítulos cortos, con un estilo muy ágil, directo, sencillo, donde cómo os decía, la intriga está bien dosificada. Despierta el interés y lo mantiene.

¿Y por qué digo que me provoca sentimientos encontrados? Pues porque el final me despistó. Yo creo que no está muy bien cerrado. En mi opinión lo ha cerrado demasiado deprisa, ha dejado flecos, que despiertan dudas. En mi opinión.

Pero eso no quita para que en general me pareciera una novela muy entretenida, y que si más delante hay otros casos con este sargento Adriano al frente y yo topara con ellos, sin duda los leería. 

Cuando estuve en Cádiz fui visitando alguno de los escenarios de la novela, para refrescarlos.  El primer cadáver el asesino lo deja delante del Hércules de Farnesio en el Museo de Cádiz.





En el segundo homicidio tendrá mucha importancia  y está relacionado con "El Árbol del Mora", esos dos ficus históricos, enormes, que se plantaron en el año 1903.




 Ay que ganas de volver pronto a Cádiz.





#reseña
#novela

martes, 25 de agosto de 2020

El faro de Rota




Cómo sabe cuánto me gustan los faros, no dejó de guiñarme su luz hasta que le apunté a la linterna con mi cámara.

Advirtió rápido que no era de los que, en principio, más llaman mi atención. 
Angelito...
Pero no se rindió.
No se rindió, aunque no fuera tan alto como el de Chipiona, ni tuviera un compañero cerca como el de Sanlucar, aunque supiera que él de primeras no tenía ese "plus" de peculiaridad que tenían los que descubrí cerca de él.

Sin embargo, poco después me demostró que no lo necesitaba. 
Supo como engatusarme.

No paró hasta que llamó mi atención con su luz intermitente. Y no contento con eso, se las apañó para enseñarme su mejor perfil bajo la silueta de la preciosa y tímida luna que lucía aquel atardecer del 26 de julio.  

Sus antecesores tuvieron mala suerte, uno fue derribado en 1898 durante la guerra con EEUU, y el otro dejó de funcionar. 
Pero éste truhán, el jóven faro de Rota, delgado y pálido, erguido y apenas un cuarentón (se inauguró el 1 de noviembre de 1980) sabe bien el enclave privilegiado donde está, y cómo colocarse para salir lucido en un puñado de fotos. 

Y yo, que tengo debilidad por los de su estirpe, no tuve más remedio que invitarle a acompañarme a este mi blog, necesitado siempre de mar y faros, por toda la eternidad.





¿Quieres conocer más faros?
http://rociodiazgomez.blogspot.com/search/label/Los%20faros



#faro
#Rota


lunes, 17 de agosto de 2020

De las veletas y Madrid

Chipiona (Cádiz)


En Madrid no hay veletas.

O quizá debería decir que en Madrid apenas hay veletas.

Porque gente inconstante y voluble la hay en todas partes.

Pero veletas, VELETAS con mayúscula, veletas a cual más vistosa, que uno divisa entre las cigueñas y en lo más alto, esas a las que mueve el viento y nos señala para donde sopla, invitándonos a ir hacia allí con los ojos cerrados... De esas, me temo que apenas vemos. 

Aquí en los altos, hay palomas que nos ensucian las calles, y de un tiempo a esta parte, también urracas. Gorriones, cada vez menos. Pero sobre todo, hay antenas, eso sí. Tenemos las azoteas crucificadas de antenas plateadas. 

Y si hablamos de quién nos invita a ir a hacia algún lado, aquí solo hay semáforos que nos permiten o no, pasar. Lo de invitar... no se lo diría yo así de suave, más bien te obligan. Y pobre de ti, si te atreves a obedecerles con los ojos cerrados. No se lo aconsejo. Que aquí tenemos impaciencia y prisas, tenemos horarios y poco tiempo. Eso sin contar con que normalmente miramos al frente o al suelo, pero a lo alto... a lo alto no mucho, la verdad.

No señor, no, aquí en Madrid no hay veletas.

Ya nos gustaría.




Jerez (Cádiz)

Jerez (Cádiz)

Jerez (Cádiz)

El Puerto de Santa María (Cádiz)

#veleta
#Cádiz
#Madrid

viernes, 14 de agosto de 2020

Faro de Chipiona. Álbumes de faros


De niños, en vez de coleccionar álbumes de cromos, coleccionaban álbumes de faros.

En aquella casa no estaba "El porqué de las cosas" de Bimbo, el "Vida y color" o cualquiera de aquellos atestados de caras sonrientes de futbolistas y titulados "Campeonatos de la liga 1970 y tantos" que se repetían en todas las casas. 
En aquella, quién sabe por qué, solo había un tesoro perfectamente ordenado. Un tesoro de álbumes artesanales hechos de cartulinas negras e ilustraciones pintadas con rotuladores de colores, marca Carioca.

El mayor se dedicaba a investigar bibliotecas y libros donde documentarse sobre cada uno de ellos. El mediano, el de mejor memoria, con solo leerlos una vez se los aprendía hasta desgranarlos en pequeñas notas que copiaba al lado de las imágenes con su letra apretada. La niña, la más cuidadosa, confeccionaba con cartulinas negras, y dibujos calcados con el papel de seda de los patrones de su madre, las ilustraciones de cada uno de ellos. Y el pequeño, el más rubio y nervioso, los repasaba por si se les había olvidado algo, pasando las páginas con su mano derecha, mientras con la izquierda sostenía el bocadillo de pan con chocolate. 

Eran un equipo perfectamente sincronizado.
Un equipo que atesoraba faros.

Aquella tarde tocaba el faro de Chipiona. 

El más alto de España. 
El que había sustituido a otro viejo faro de tiempos de los romanos.
El que se construyó para orientar a los barcos que querían ascender por la desembocadura del Guadalquivir. 
El que también, solo unos pocos privilegiados lo eran, se utilizaba para guiar a los aviones.

El faro de Chipiona, el construído con roca ostionera, el que se erguía altivo sobre las sombrillas de colores y los corrales de pesca, fue el ejemplar elegido para iluminar también, aquella tarde, en casa de los cuatro hermanos.









#Faros
#Cádiz
#Chipiona

sábado, 18 de agosto de 2018

Biblioteca Pública Municipal Mercedes Gaibrois en Tarifa (Cádiz)



Nada más verla pensé que sería perfecta para la colección de "La vuelta al mundo en 80 bibliotecas" del blog.

La descubrimos por casualidad paseando por Tarifa, y relucía al atardecer, como vestida para recibir visitas, la nuestra.

No necesitaba hacer nada especial. En la plaza Santa María, una plaza recoleta y tranquila estaba alojada, ocupaba un edificio de estilo neo mudéjar de primeros del siglo XX, qué lujo. Y fue fundada en el año 1958.

Debe su nombre a la escritora Mercedes Gaibrois de Ballesteros.

Mercedes Gaibrois Riaño (París, 18 de septiembre de 1891-Madrid, 25 de enero de 1960), más conocida como Mercedes Gaibrois de Ballesteros fue una escritora, erudita e historiadora colombiana nacionalizada española.


Sus orígenes fueron internacionales, su abuelo paterno era originario de la Suiza francófona, su bisabuela fue inglesa y el resto de sus ascendientes nacieron y vivieron en Colombia. Sus primeros años los repartió entre París y Bogotá, ciudad esta última donde realizó sus primeros estudios. En esos primeros años prendió en Mercedes Gaibrois el amor por las lecturas históricas que ya nunca abandonaría.Su educación fue autodidacta, no alcanzó titulación académica alguna, en su lugar recibió clases en su casa por profesoras particulares que le fueron dando una exquisita educación.

Fueron muchos los reconocimientos que recibió gracias a su labor investigadora: correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Barcelona y de la Sociedad de Americanistas de París; primer miembro femenino de la Real Academia de la Historia, desde el 24 de febrero de 1935, y bibliotecaria perpetua de esta institución. En 1933 recibió la valiosa condecoración colombiana de la Orden de Bogotá, que al ser obtenida por primera vez por una mujer, precisó la reforma de sus estatutos y un acuerdo especial del Parlamento de aquel país.

http://www.rah.es/10339-2/


Así que la biblioteca necesitaba ser incluida en nuestra colección particular de bibliotecas por méritos propios.


Y mi blog contentísimo, un regalo.







lunes, 13 de agosto de 2018

El bunker de Zahara de los Atunes


Nos gustaba divisarlo en la lejanía desde el Faro de Camarinal.
Admirar ese enclave privilegiado en el que estaba situado, entre dos playas larguísimas
y sobre unas rocas casi en medio del mar.

Veraneábamos en Barbate, en Zahara de los Atunes, en Atlanterra, donde el bunker.
Nos gustaba ir dando nuestras coordenadas así, cómo si fuéramos abriendo muñecas rusas, empequeñeciendo ese mundo paradisíaco hasta hacerlo manejable.

Si es que tenía algo de manejable un viejo bunker militar de los años 40 que hablaba de un pasado de intrigas durante la II Guerra Mundial, un pasado de enclaves estratégicos e invasiones anfibias, pero que ahora estaba abandonado a su suerte en medio de esas aguas frescas y cristalinas.

Primero jugábamos a hacer carreras y llegar hasta él.
Trepar las rocas sobre las que se elevaba su estructura rectilínea de hormigón y, gracias a la cuerda que alguien había dejado colgada, lograr entrar en su vientre sucio pero misterioso.
No nos costaba nada imaginar ametralladoras y hasta algún cañón,
para nuestra mente infantil y despierta no había nada más atractivo ni sugerente en todo el entorno donde quemar nuestras energías.

Con el tiempo solo íbamos paseando toda la orilla,
acercándonos a él despacio,
conversando mientras nuestros pies hacían el difícil camino sobre la tierra mojada
y los pedacitos de caracolas que el mar enfurecido había olvidado en ella.
Había que caminar mucho hasta tenerlo cerca,
caminar mucho hasta ir distinguiéndolo cada vez más nítido desafiando al oleaje,
más grande, más raro allí colocado.
Pero eso te aseguraba poca compañía y tranquilidad absoluta
en la pequeña cala resguardada del levante.
 Ideal para aquellos primeros encuentros románticos de nuestra adolescencia. 

 










domingo, 5 de agosto de 2018

Veletas y días felices


Cádiz. Junio 2018


Había días que nos mirábamos al espejo
y no reconocíamos la cara que nos contemplaba.
Días que no habían nacido para pensar ni decidir.

Entonces,
nos desenroscábamos la cabeza con cuidado
 y la dejábamos dentro de la vitrina donde teníamos la vajilla buena.

Respirábamos profundo y 
echábamos a andar sin más rumbo
que el señalado por la primera veleta que encontrábamos.
Hasta que tropezábamos con la segunda
y cambiábamos nuestra dirección,
que duraría hasta dar con la tercera, 
y luego la cuarta, la quinta, la...
dejándonos llevar.

Y así, solo así,
recordábamos los días felices.

Conil de la Frontera. Junio 2018



Mazagón. Julio 2018

Faro (Portugal) Julio 2018

Almancil (Portugal) Julio 2018

viernes, 3 de agosto de 2018

Los nombres de las tiendas, enésima parte. Por los pueblos de Cai...


Mari, qué buena tarde la de ayer...

Mira que te cuente: Comenzamos con el cafelito en "La taberna de Maikel". Una taberna de siempre, muy chica sí, pero con un nombre de lo más internacional, porque nosotras lo valemos y da mucho "glamur", ¿se dice así no?, decir que estuvimos con "Maikel".

De ahí, y ya más contentas, hicimos una paradita en "El tobarato" donde nos gastamos "los cuartos" que llevábamos y los que no llevábamos, que mañana a ver si nos pasamos otra vez y le pagamos al muchacho lo que nos fíó, que mira que no nos conocía y lo requetebien que se portó con nosotras que nos volvimos locas con lo barato que tenía todo...

Y más contentas que ná, con nuestro humilde "botín" de "El tobarato", cómo no podía ser de otra manera,  terminamos en el bar "Hasta aquí llegué", donde nos jartamos de pescaíto frito, puntillitas, tortilla de camarones... y todo lo que se nos apeteció... Qué te voy a contar, que estaba todo para rechupetearnos los dedos. 

Ay Mari, qué buena tarde hija por los pueblecitos de Cai, qué buena...







domingo, 29 de julio de 2018

El Faro de Trafalgar


Toda la naturaleza se alió para ofrecernos su mejor perfil. 

El sol, el más tímido, se quería esconder en el horizonte. 
Aunque su silueta, ruborizada, siguió reflejándose en el oceano.

Las dunas de arena que el mar olvidó, blandas, mullidas, 
dejaban que nuestros pies se hundieran en ellas,
como hospitalarias alfombras veraniegas.

Africa nos contemplaba en la lejanía mientras
las gaviotas revoloteaban dandonos la bienvenida. 

Y el faro, el faro de Trafalgar, se dejaba fotografiar sabiéndose el protagonista del lugar. Descendiente de una torre vigía del siglo IX hispano musulmana, 
se erigía sobre un lugar impregnado de historia. 
A su alrededor yacimientos arqueológicos de un templo romano y una factoría de salazones. 
Y desde el pasado, el eco de la Batalla de Trafalgar, en 1805, 
donde perdimos tantas vidas y tanto poder frente a la Armada Británica.

Cuánto nos podrían contar ese sol y esas dunas, esas aves y el Faro de Trafalgar. 
Cuánta historia han vivido, conocen y guardan.

Aquella tarde de junio nos la susurraron solo a nosotros. 

Nosotros, que en verano, cazábamos faros.










lunes, 9 de julio de 2018

Letreros y viajes. Pintada en Cádiz.

Cádiz, junio del 2018




Los colores eran tenues y soplaba la brisa, atardecía fuera y dentro de mí.

Pero alguien dijo mi nombre.

Con el tiempo me di cuenta de que era un mentiroso.

Pero nadie podrá arrebatarme nunca cuánto de verdad y plenitud hubo,
                                                                                              gracias a él,
dentro de mí.


Rocío Díaz





lunes, 2 de julio de 2018

Exposición de un ilustradora en Cádiz.- Rebeca Dautremer



A veces sin buscarlo te ves en una exposición. 

Una de esas que te gustan, de ilustradores de libros infantiles.

Solo que esta vez era en la calle, en la fachada de un mercado, en una plaza, en Cádiz.

¿Se puede pedir más?



Rébecca Dautremer (Gap, en 1971). Ilustradora francesa.
Normalmente, Rébecca Dautremer suele trabajar con témperas sobre papel de acuarela. Además, le suele gustar hacer collages y texturas fotográficas en sus ilustraciones. “Princesas olvidadas o desconocidas (2005), le dio el éxito y el reconocimiento. La novela Seda fue su primer trabajo de ilustración de una novela dirigida al público adulto. Sus principales obras son: Una Biblia, El pequeño teatro de Rébecca, Alicia en el País de las Maravillas, Cyrano, Princesas olvidadas o desconocidas, Diario secreto de Pulgarcito, Nat y el secreto de Eleonora, Sentimiento, etc
















martes, 19 de junio de 2018

Faro del Camarinal en Cádiz



Todos los veranos nos íbamos a cazar faros.

Nuestro álbum se iba llenando de vigilantes del mar elegantes y eternos. Testigos del paso del tiempo. Fuertes, día a día defendiéndose del cielo, leales salvaguardando los océanos.

Nosotros solo los tomábamos prestados. Les robábamos un día soleado, con viento de poniente y resignados nos dejaban que nos fotografiáramos con ellos, a sabiendas de que no podríamos ni secuestrarles ni arrebatarles su paraíso.

El de aquel mediodía se levantaba majestuoso a cincuenta metros sobre las aguas del Estrecho. Diferente a todos con esa escalera de caracol exterior que nunca treparíamos tenía un pasado legendario y defensivo que hablaba de Reyes e invasiones berberiscas.

Lo habíamos divisado desde el bunker o el fortín de la playa de Zahara, en lo alto y en la lejanía. Y hasta él que fuimos, primero en coche, y luego a pie ascendiendo despacio, dejando a un lado las mansiones elegantes y el transparente y turquesa mar.

Envuelto en el aroma de la vegetación del litoral gaditano dejó que lo hicieran faro, el mejor destino para el más insigne habitante del Cabo de Gracia. Erguido como soberano absoluto sobre la playa de los Alemanes y la del Cañuelo, en la cúspide de Atlanterra, a dos kilómetros de Zahara pero perteneciendo a Tarifa.

Así le conocimos. A su lado la imaginación voló hasta lo más alto, como uno de aquellos pilotos que bajo el globo de colores apenas le rozaban, mientras el viento les mecía a su alrededor.

Todos llegamos casi a la vez, todos le admiramos por igual, a todos nos faltó bajar la cabeza rindiéndole pleitesía al Faro de Camarinal.