Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

viernes, 24 de diciembre de 2021

Por vosotros. Feliz Nochebuena

 


 Feliz Noche buena.

Feliz Navidad.


Por vosotros, 

por los que habéis calentado mi corazón en algún momento, 

este año. 


Salud, paz y buenos momentos para todos. 




martes, 21 de diciembre de 2021

La Navidad comienza mañana.- 22 de diciembre de 2021

 


Desde siempre la Navidad comienza mañana.

La radio sonando por toda la casa, la musiquilla de los niños sacando las bolas del bombo, mi madre limpiandose las manos en el delantal para apuntar en un papel cada uno de "los gordos" que van saliendo.

Ya no vivo en la misma casa de entonces, ni puedo ver a mi madre barajando números y sueños por cumplir.

Pero llevo dentro los sonidos del 22 de diciembre, llevo dentro la cantinela infantil estirando los números que mi madre después comprobaba ilusionada en sus décimos.

Y da igual que pasen los inviernos que pasen, a mí esas sensaciones me siguen abrigando.

Desde siempre mi Navidad comienza mañana. 

Es tiempo de ilusión. 

Y no puedo evitar que me guste.

 

 


#navidad2021 #lotería #infancia

domingo, 19 de diciembre de 2021

"La cabina" .- Homenaje en Madrid

 

 

Anda, vamos, le dije, es una novedad y es curioso. Si ya no da miedo, dije también, tomando su mano invisible, antes de echar a andar con ella. Y allá que fuimos las dos.

Y volvimos a ver aquella cabina. Aquella que vió de pequeña en la tele en blanco y negro, donde salía esa escena de muchos camiones llevándose cabinas con personas dentro, personas desesperadas porque no conseguían salir. Aquella escena que nunca se le olvidaría.
Ahora es un monumento que han inaugurado en una plaza céntrica de Madrid.

Estás muy callada ¿Te ha gustado? le pregunté a la vuelta de la excursión. Es como cerrar un círculo ¿no crees? Ella me miró con los mismos ojos que tenía yo entonces, y solo contestó: 

Pero ¿Y el señor que estaba dentro?





domingo, 12 de diciembre de 2021

Dicen de Alcalá de Henares, dicen de sus frases.


Dicen que

Dicen que la palabra “gorrón” nos viene de Alcalá de Henares, de su Universidad. Entonces había estudiantes con recursos, y estudiantes sin recursos. Éstos últimos tenían que trabajar para pagarse los estudios y utilizaban unos grandes gorros. Y con ellos eran especialistas en colarse en todas las fiestas, de ahí el término que hoy se utiliza despectivamente: “Gorrones”.

 Dicen también que la expresión “ser un manta” también viene de Alcalá de Henares, porque a los estudiantes con suspensos se les colocaba unas orejas de burro y una manta. Estos recibían las burlas de los compañeros o bien siendo manteados o bien echando sobre ellos “la gran nevada”, una lluvia de escupitajos. De ahí viene aquello de “ser un manta”.


 

 Cómo dicen que durante los siglos XVI y XVII los padres que enviaban a su hijo a estudiar a Alcalá les daban consignas del tipo: "Su merced vaya a visitar al canónigo fulanito, o profesor menganito, o al beneficiado zutanito" y siempre terminaban las frases con un "y no olvide visitar a su tío". Dicho tío no solía existir pero era costumbre ponerle en esas recomendaciones. De aquí la frase "Quien tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío ni tiene ná". Aunque no falta quién no está de acuerdo en esta explicación, y por su parte dice que este refrán, tiene sus orígenes en la obra de teatro de Carlos Arniches titulada precisamente con el nombre del “Tío de Alcalá”, y estrenada en 1901 donde se hablaba de un tío inexistente a quién una joven pone de excusa para quitarse a un pesado de encima… ¿Quién sabe quién lo dice bien?

 Y dicen también, que la importancia de su Universidad durante aquellos siglos del XVI al XVIII, le dio a la ciudad tal renombre que además de la cantidad de estudiantes ricos y pobres que tenía, atraía a muchos pícaros, secretarios de los nobles, prostitutas, pordioseros y gente de mal vivir que venían a ver que provecho podían sacar de tanta juerga estudiantil. De aquí las frases: “Alcalá de Henares muchas maldades”. O “Alcalaínos borrachos y finos”. O “En Alcalá canta el cuco y cantará”, en el sentido de que le pitarían las orejas a alguien porque su mujer le estaría siendo infiel con tanto estudiante fogoso. El cuco (el estudiante) canta y cantará (provoca y seguirá provocando) y muchas veces tendrá “recompensa”.

 


Pero lo que yo digo, es el gusto de pasear la bella Alcalá tan alegre, tan concurrida, tan llena de alcalaínos o complutenses, una tarde de sábado de diciembre.

Digo sí, de la riqueza que esta ciudad ha dado al lenguaje coloquial, pero sobre todo digo y diré siempre del placer de pasearla despacito y sin prisa, bajo las luces de navidad, sin frío ni viento, pero abrigada de risas y amigos.

 




viernes, 10 de diciembre de 2021

El cielo de Madrid


Aunque afine el oído no voy a escuchar nunca el mar.

Aunque me la recorra entera, no aparecerá,

jamás,

uno de esos faros que, no preguntes por qué,

pero me fascinan.

 

Sin embargo,

a esta ciudad la llevo pegada a la piel.

 

Y aunque ande deprisa entre sus gentes

Aunque espere en sus semáforos

Aunque haga filas y más filas.

 

A esta ciudad la respiro.

 

Y aunque me duela cada bello edificio que destruimos.

Aunque me hiera cada esquina sucia,

cada pitido, cada empujón.

 

Me sé de memoria todas sus luces,

todos sus ruidos,

todas sus nubes.

Todos sus queridos

cielos.

 

    

lunes, 6 de diciembre de 2021

Cuarenta metros de ilusión - Cortylandia

 


Ya estamos aquí.

Y aunque solo duraremos unas semanas en la misma calle de siempre, llevan todo un año inventándonos.

Al principio solo fuimos una idea, una entre muchas. Después nos eligieron y nos reinventaron en 3D.

Somos cuarenta metros de ilusión con forma de muñecos animados de madera con inspiración alemana. Y aunque somos de mentira, seremos más verdad que la más auténtica de las realidades

Tampoco somos ni los primeros, ni los últimos de nuestra especie. Ni pretendemos ser más especiales de lo que ya somos. Sabemos que formamos parte de una larga estirpe de Cortylandias. Desde aquel lejano año 1979 en el que llegamos por primera vez a Sol, con una cancioncilla bajo el brazo que inventó el mismo autor de la famosa “Gavilán y paloma”. Y como los mayores de entonces no olvidarán nunca la legendaria voz de Pablo Abraira entonándola a plena pulmón, así aquellos pequeños de los 70 nunca lograremos sacar de nuestras cabezas la musiquilla de “Cortylandia, cortylandia, vamos todos a cantar…”.

No podíamos faltar dos años seguidos. No importa quién nos inventara ni para qué. Ya formamos parte de la tradición navideña.

Un año más, volveremos a sonar sobre la algarabía de voces, volveremos a movernos sobre los pompones de los gorros de lana y brillaremos frente a la mirada ilusionada e infantil de los protagonistas de estos días.

 

Ya estamos aquí. ¿No te alegras?

viernes, 3 de diciembre de 2021

Hasta siempre Almudena

 


 "La Historia inmortal es, a menudo, una historia de amor, y esta, la de dos mujeres que no pudieron amar al mismo hombre durante muchos años seguidos, que no tuvieron tiempo de hartarse de sus ronquidos, que no llegaron a repetir miles de veces las mismas preguntas inútiles, ¿pero que trabajo te cuesta dejar la toalla en el toallero en vez de tirarla en el suelo del baño, vamos a ver?, que no renegaron, que no amenazaron, que no se rindieron en medio de una bronca aburrida ya, de puro idéntica a tantas broncas anteriores, y que tampoco les vieron envejecer. No tuvieron tiempo de experimentar esa extraña ternura del cuerpo conocido que se va arruinando al ritmo de la ruina del propio cuerpo, ese cuerpo que siempre parece el mismo al abrazarlo en la cama, por las noches, pero que no lo es, porque ha cambiado, y su perfil es distinto al de antes, es distinta la textura de la piel, la progresiva blandura de la carne, el volumen que ocupa entre las sábanas, y sin embargo sigue siendo el mismo, porque conserva la memoria de la cintura fina, las caderas redondas, las piernas esbeltas, el vientre liso, los pechos firmes que el propio cuerpo también ha ido perdiendo sin darse cuenta..."

 Ines y la alegría. Almudena Grandes

 

Esta entrada no me va a salir bien. 

Pienso cuando siento que me gustaría escribirla. 

Esta entrada no me va a salir bien. 

Me repito como un mantra que acobarda y retrasa que me ponga a ello. 

Esta entrada no me va a salir bien. 

No, no me va a salir... 

No puede salir bien una entrada del blog en la que escriba sobre Almudena Grandes, sobre lo que ha supuesto su forma de escribir, su literatura, sus libros, en mi vida. Sea como sea, será una entrada escasa, incompleta, regulera...y triste.

Aún así... debo escribirla. 

 

Por esa filita de libros de papel, que con su nombre tatuado en el lomo, languidecen mustios y me piden silenciosos que la escriba; por la otra fila, la invisible, la de sus últimos libros, los digitales, que no me perdonarían si no la escribiera.

Por ti Almudena.

Por todos los buenos momentos que me regalaste como lectora. Por tanto cómo me enseñaste a escribir. Por tus historias, por tu forma de diseccionar los sentimientos, de contar.

Por todos esos personajes que inventaste y que, mientras me los presentabas y yo descubría, parecían estar sentados en mi salón, o trajinando en mi cocina, de lo reales que los sentía. 

Por Malena, por Ana de "Atlas de geografía humana", por Juan de "Los aires difíciles", por "Alvaro" de "El corazón helado". Cuánto me hubiera gustado conocerles de verdad. 

Y por Inés, por Germán, por El Portugués, por todos y cada uno de esos entrañables personajes que entrelazaste en tu saga, y volvieron mi corazón del revés. 

 Por ti.

 

Y por esta entrada que salió escasa, incompleta, regulera y, definitivamente, triste.

 

"—Mamá.
La piel de su rostro, tan fina y arrugada como la de mis zapatillas favoritas, me impresionó menos que su melena desaparecida, el pelo ralo y canoso, corto, que transparentaba ahora el contorno de su cráneo. Pero nada me preocupó más que el volumen que había perdido su cuerpo, la desconocida, huesuda delicadeza de los brazos que me rodeaban, la crueldad del aire que rellenaba el contorno de su cintura, el grito de sus costillas, visibles sobre la ausente redondez de sus caderas. Y sin embargo era ella, seguía siendo ella y estaba allí. Era mi madre y la llamé muchas veces, mamá, mamá, mamá, sólo por escucharme decir esa palabra, por pronunciar dos sílabas idénticas que muchas veces había temido no volver a pronunciar jamás.
—¡Ay, Germán! —musitó mi nombre mientras me abrazaba, y separó su cabeza de la mía para mirarme con una sonrisa abierta, las mejillas empapadas en llanto—. Germán, hijo mío, no sabes cómo me alegro… Ahora ya no me importaría morirme, de verdad te lo digo —y me besó muchas veces en los mofletes, haciendo ruido, como cuando era pequeño—. ¡Ay, cariño! Pero qué bien estás, y qué mayor, si eras un crío cuando… —me tocaba la cara, el cuello, los hombros, como si no pudiera verlos, y se echó a reír, y dejó de llorar—. No me puedo creer que estés aquí, aunque la verdad es que no entiendo…
—tiró suavemente de mí para meterme en el recibidor y, aunque cerró la puerta, su voz descendió en un segundo, como un animal bien domesticado, hasta el volumen de un susurro—. Con lo bien que estabas en Suiza, sigo pensando que no deberías haber vuelto."
 
La Madre de Frankenstein. Almudena Grandes

 

Enlace a las entradas de mi blog de Almudena Grandes:

 http://rociodiazgomez.blogspot.com/search?q=almudena+grandes