Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 25 de febrero de 2021

"Ancalagüela" o de la palabrota "Apócope"

 

Vilafamés (Castellón)


Podemos ir "calauela" o "ancalagüela" que la abu se pondrá tan contenta de vernos, lo digamos como lo digamos. 

 

¿Quién no ha escuchado alguna vez esta expresión "en ca..."?  ¡¿Que levante la mano quién no solo la ha escuchado, sino que la ha dicho?!

En Andalucía, Castilla, Albacete, Extremadura, Cataluña... ¿Alguien da más? En muchos lugares de nuestra geografía hemos escuchado a menudo este apócope de la palabra casa.

Y ya hemos soltado la palabrota: ¡Apócope! ¿Y qué quiero decir? Pues mejor que yo, nos lo dirá el Diccionario de la Real Academia:

apócope

Del lat. tardío apocŏpe, y este del gr. ἀποκοπή apokopḗ.

1. f. Fon. Supresión de algún sonido al final de un vocablo, como en primer por primero.

 
El término proviene del griego apokopé que quiere decir “cortar”.

Aunque no nos demos ni cuenta, muchísimas veces cuando hablamos estamos utilizando apócopes. A poco que nos fijemos vemos que lo hacemos siempre que acortamos, ya sea por cariño o por abreviar, algunos nombres propios: Tere, Maru, Montse, Euge, Edu, Vero... ¡Apócope que te crió! Cuando acortamos los números: Primer, tercer, cien... ¡Apócope! Siempre que coloquialmente decimos: auto (por automóvil), súper (por supermercado), foto (fotografía)... estamos "apocopando". Y así hasta el infinito. 


Y en lo que se refiere a nuestra expresión, "a casa de" o "en casa de", y siempre desde el habla popular, la palabra "casa" la hemos reducido a "ca". Además son expresiones que han ido perdiendo preposiciones. Por las prisas, por la comodidad o por lo que fuera, hemos terminado diciendo "En ca Fulanito" o incluso "An ca tía Eulalia". Con "an" en vez de "en". Hasta que directamente nos hemos olvidado de la preposición "en" y decimos "calaguela", "Vamos calaguela".

En Cataluña sí, diríamos el conocido "can".

Cómo me gusta a mí el lenguaje coloquial, tan breve, tan fresco, tan cercano. Me gusta mucho inventar personajes que se expresen de esta forma, cuando escribo.

Y dicho ésto, pues no sería mala cosa que cuando os apeteciera asomaros por aquí pensárais que vais "EncaRoci" ¡Y apocopéis!

Al fin y al cabo, ya sabéis dónde me tenéis, aquí os espero.

 

 

Las fotos de esta entrada las he ido tomando yo cuando viajo (cuando viajaba, mejor dicho. Qué ganas de perder de vista este virus y volver a recuperar esta afición). 

Y vamos ampliando nuestra colección de nombres curiosos de tiendas. Si os apetece dar un repaso a las que tenemos, que son ya muchas, muchas, podéis echar un vistazo a la etiqueta "Los nombres de las tiendas":

http://rociodiazgomez.blogspot.com/search?q=los+nombres+de+las+tiendas

http://rociodiazgomez.blogspot.com/search?q=nombres+de+tiendas

 

El Puerto de Santa María (Cádiz)

 

domingo, 21 de febrero de 2021

El baúl de las veletas

 

Vilafamés (Castellón)

Algunas tardes de los domingos abríamos el baúl de las veletas.

Cogíamos una holgada mochila, metíamos dentro cinco o seis de ellas escogidas al azar, y nos echábamos a la calle.

Eran esas tardes mustias que no conseguíamos espantar la tristeza. Esas que se nos pegaba a la piel una sensación de frustación e impotencia que, a traición, secuestraba nuestro ánimo y las ganas de pelear. Cuando un vaho de incertidumbre pegajoso nos iba derrotando de dentro afuera sin remedio. Arrugándonos.

Primero sacábamos del botiquín las frases curativas. Una buena frase enrollada al cuello abriga mucho y reconforta. Pero a veces según las sacábamos se deshacían en palabras huecas que caían al suelo, rodando y rodando en todas direcciones. 

Entonces, sujetándonos el corazón para que no se cayera tambien al suelo, y se nos rompiera aún más, recurríamos a las veletas. 

Nuestro tesoro.

Las habíamos ido atesorando viaje tras viaje, y guardábamos celosamente en un enorme baúl. 

 

Castellón ciudad

Cogíamos una holgada y resistente mochila, metíamos dentro cinco o seis de ellas escogidas al azar, y nos echábamos a la calle.

Cada tres manzanas sacábamos una y nos dejábamos guíar por lo que señalara. 

Que si la de la bruja, que si la del castillo, que si la del león o la sirena.

Castellón ciudad
 

Cada una era la puerta de entrada a un cuento. 

Cada una suponía una nueva dirección para echar a andar de nuevo. 

Nos daría otra vez el aire en la cara.

Nos sentiríamos arropados.

Y de la mano recorríamos despacio el barrio siguiendo a las veletas de nuestro baúl, hasta cansarnos.

Con la ilusión intacta, con la esperanza de distraer la tristeza, de darle esquinazo, de respirar profundamente hasta llenar los pulmones.

Y seguir caminando.

 

Benicarló (Castellón)

@Rocío Díaz

viernes, 19 de febrero de 2021

"Ganarse la vida" de David Trueba. Reseña Literaria

 

 

"A mi madre se le daban bien las plantas. No les hablaba ni hacía con ellas nada especial. Era un cariño delicado y discreto con el que arrancaba las hojas muertas, repartía los nuevos esquejes y giraba los tiestos para orientar hacia el sol la cara que se estaba quedando más triste. Los geranios floridos de mi madre en las cuatro ventanas que daban a la calle del barrio de Estrecho en el que vivíamos atraían la mirada desde lejos. Algunas mañanas era mi padre el que se empeñaba en regar las macetas con una garrafa de agua. Solía causar destrozos a su paso. Al regar los geranios de nuestro cuarto, mojaba los apuntes de mi hermano Jesús sobre la mesa, sus notas de clase y sus estrategias para el equipo de baloncesto que entrenaba. Muchas mañanas yo amanecía con los gritos de mi hermano cuando le recriminaba a mi padre que mojara sus papeles un día sí y otro también.

La misma buena mano que tuvo mi madre con las plantas la tuvo con sus hijos. (...)"

Este libro me lo he leído en un suspiro.

Cierto es que no tiene demasiadas páginas, pero las que tiene son tan entrañables que te metes en la historia que nos cuenta y no dejas de leer.

Y la historia que nos cuenta es la del escritor y director de cine David Trueba. El pequeño de los Trueba, sí. Y lo que pretende contarnos y lo consigue muy bien, es dónde está el origen de su vocación de escritor. 

"Yo era el pequeño y me llevaba con mi hermano mayor, Juanjo, los mismos años que mi madre con él, dieciocho. A su vez, mi padre, que cuando yo nací tenía cincuenta y tres años, le sacaba casi otros dieciséis a mi madre. En el pasillo de mi casa, en un día normal, nos cruzábamos cuatro generaciones de españoles. Desde mi padre, nacido en 1916, hasta el hijo más pequeño, nacido a finales de 1969. "

El estilo de escritura se caracteriza por la naturalidad, la historia va fluyendo entre recuerdos y apreciaciones de su vida doméstica. En ese piso del barrio de Estrecho de Madrid, donde él era el más pequeño de los ocho hermanos discurría la vida de una familia de los años 70, una familia religiosa donde la madre tenía una casa de huéspedes y el padre era vendedor. 

Y David Trueba lo va contando con un lenguaje sencillo, con anécdotas, de forma tan evocadora que consigue transmitirte su historia con cercanía, haciendo que compartas mucho de aquello, no solo porque viviste años parecidos, sino porque lo narra de una forma muy universal.

El autor escribe esta especie de memorias cuando se cumplen 25 años de la publicación de su primera novela "Abierto toda la noche".

“Durante aquellos años en que no acudí al colegio, pasaba las mañanas con mi madre. Escuchábamos la radio, ya que la tele no empezaba hasta las dos de la tarde. Dibujaba y le ayudaba a elegir lentejas, porque eran compradas a granel y contenían una enorme proporción de piedras. También le echaba una mano con los postres, y así podía rebañar la crema pastelera con los dedos. Doblábamos juntos las sábanas lavadas, tendíamos la ropa en las ventanas traseras y observaba a mi madre dar cera al suelo de terrazo que siempre soñó sin éxito cambiar por uno de madera o parqué”.

 Yo me había leído tres novelas de David Trueba, la primera que ya hemos nombrado, la segunda "Cuatro amigos" y "Saber perder". De éstas que enumero, la primera y la última me gustaron mucho. "Saber perder" que es su tercera novela y obtuvo ese año el Premio Nacional de la Crítica me pareció muy bien escrita. Pero la verdad es que ésta última, con ser tan breve, no se le queda atrás.

Es una narración muchas veces conmovedora, sobre todo cuando habla de su madre. Después va intercalando episodios de su crecimiento, sus gustos, sus primeras lecturas y películas, sus aventuras... 

No se puede contar mucho más, hay que leer esta pequeña obra especial. Disfrutarla, saborearla, y dejar que su gustillo te quede rondando dentro.

Porque en definitiva nos habla de celebrar, celebrar el regalo de la vida. 

Nos habla de honrarla y estar a su altura.



David Trueba (Madrid, 1969) estudió Periodismo y pronto comenzó a trabajar en prensa, radio, cine y televisión. Su primera película como director fue La buena vida, a la que siguieron Obra maestra, Soldados de Salamina, Bienvenido a casa, premio al Mejor Director en el Festival de Málaga, el documental sobre Fernando Fernán-Gómez La silla de Fernando, Madrid, 1987, Vivir es fácil con los ojos cerrados y Casi 40. Sus artículos de prensa en diferentes medios se han recogido en diversas antologías. Sus novelas son: Abierto toda la noche, Cuatro amigos, Saber perder, Blitz y Tierra de campos.

martes, 16 de febrero de 2021

Joan Margarit. Le echaremos de menos.

 


Nos hemos quedado sin Joan Margarit. Uno de mis poetas.

Cuando yo iba a lecturas, antes de la pandemia, en varias ocasiones le escuché recitar. En la librería Blanquerna, en la Residencia de Estudiantes... Con Luis García Montero, con Joaquín Sabina, solo.

Fue premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Fue premio Cervantes 2019. Fue arquitecto y poeta.

Echaremos mucho de menos sus versos Sr. Margarit.

Con la falta que nos hacen.

 

En torno a la protagonista de un poema

Conocía muy bien tu piel dorada,
la señal de peligro de tus ojos azules.
Sueños de profesor que comenzaba
a perder su futuro. Hace mucho surgiste
entre aquellos muchachos y muchachas
del bar acristalado de nuestra Escuela blanca,
desde donde veíamos el mar.
Me preguntan quién eres. Quizás, un día, expertos
en soledad y en crímenes pasados
buscarán, amparada en las palabras,
la sombra de tu nombre y no hallarán
sino cartas violeta de la noche
y el rastro, entre papeles, de unos ojos azules.

 

IDENTIDAD

¿Qué hacer con las palabras al final?
Sólo puedo buscar, para saber qué soy,
en la infancia y ahora en la vejez:
ahí es donde la noche es fría y clara
como un principio lógico. El resto de mi vida
es una confusión por todo aquello
que nunca he comprendido:
las tediosas dudas sexuales
y los inútiles relámpagos
de inteligencia. Debo convivir
con la tristeza y la felicidad,
vecinas implacables.
Se acerca la última verdad, durísima y sencilla.
Como los trenes que en la infancia,
jugando en el andén, me pasaban rozando.

 

LEJOS

Un perro abandonado va por la carretera,
busca la esclavitud en el peligro.
Cuando anochece,
jadeante, le quedan aún fuerzas
para ladrar a los primeros faros,
que lo deslumbran.
La carretera pasa junto al mar
en una costa abrupta.
El mundo puede ser bellísimo,
pero tiene que incluir la humillación.
Soñar tan sólo es
buscar un amo.

 

 

LA ÉPOCA GENEROSA

Nuestros, como canciones
que nos hacen llorar, son esos días
que fueron la verdad de los anocheceres
sonrientes y del baño de los niños.
El alegre cansancio de la cena.
Las caras que no han vuelto
a confiar como entonces.
La vida se alimenta de días generosos.
De dar y proteger.
Si se ha podido dar, la muerte es otra.

 

domingo, 14 de febrero de 2021

Mi querido botarate. Cuando el Día de los Enamorados coincide con el Domingo de Carnaval

 


 Mi querido botarate,

¿En qué estaría pensando yo, ese día que un berzotas como tú se me puso delante, y ciega de mí, me colgué de tu brazo?

Si a la vista estaba que no eras más que un encantador donnadie tuercebotas. Tenía que haber adelantado aquella visita al oftalmólogo, tenía que haber sido menos presumida y haber acudido a la cita con los ojos bien abiertos y unas gafas graduadas. Ahora no tiene remedio. A buenas horas. Pobre consuelo pensar que aquella miopía mía tuvo la culpa de que un gaznápiro cierrabares me encandilara con su aire de cagalindes, con su facha de apuesto pasmarote trasnochado. 

 Ay mi tierno sinsustancia, mi melancólico lechuguino, mi adorable mequetrefe, pintamonas y mentecato. ¡Tunante cómo me engañaste! No eras más que un pelagatos de tres al cuarto, un chirimbaina simpático, un chisgarabís cagaprisas que con su labia secuestró mi voluntad.

Y ademas... ¡pichafloja! mi amor. . 

No hay duda, la convivencia es el mejor oculista. 

Mi cantamañanas particular, mi elegido alcornoque, mi besugo, mi cretino. Con el paso del tiempo resultaste ser un zote, un tragaldabas, un metomentodo fantoche. El tiempo, ese cruel sumidero, se tragó tu encanto.

Pobre de mí, qué calamidad me eché para siempre. Un gañán calavera que aún quiere seducir a cualquiera. Si se te ve venir a la legua ¡bellaco! ¿A quién vas a engañar a estas alturas mameluco y mangurrián? 

Tanto trajín, para al final, volver arrastrándote como un lameculos pidiendo perdón a Dios y a mí, cenutrio zascandil. 

Alma de cántaro... 

¿Quién va a mirar más por ti que yo? So gaznápiro. 

¿Quién te va a querer más que yo? Truhán de tres al cuarto.  

¿Quién? meapilas de mi corazón.

 Es tan difícil quererte, mercachifle. Tan díficil quererte tanto y bien, lerdo petrimetre.

Que aunque duelas hasta el alma, natural como eres de la cáscara amarga, y apenas lo merezcas, alguna sinrazón estrambótica me ampara cuando aún siento que te quiero, botarate. 

Pobre de mí, te quiero. Y mucho más que bastante.


@Rocío Díaz Gómez



sábado, 13 de febrero de 2021

"La música de los huesos" de Nagore Suárez. Reseña

 



La otra noche terminé de leer "La música de los huesos" de Nagore Suárez.

Es la primera novela de una escritora muy jóven, conocida por sus hilos en twitter, donde incluso ganó un par de premios. Lo cierto es que me la he leído de un tirón, me ha resultado bastante entretenida. Creo que esa es su principal, y nada desdeñable, cualidad. 

Es una novela de misterio que arranca con el siguiente argumento: En la actualidad, durante unas obras en una casona indiana en Navarra, se encuentran unos huesos en el jardín. Anne, que pensaba pasar unos días tranquilos en dicha casa familiar mientras iba con su amiga de la infancia al "Festival Music", se ve involucrada en la resolución del misterio de esos huesos. Por otra parte en agosto del 78, dos amigas se preparan para asistir al primer “Festival Fest” de la localidad.

Como vemos en la novela hay dos hilos temporales. Uno en la actualidad, donde en primera persona la protagonista va contando la historia. Y otro en agosto del 78 donde se va narrando otra historia en tercer persona. Ambos hilos temporales suceden en el mismo lugar, Navarra, donde está ambientada la novela. En la misma localidad y en la misma casa, la típica enorme y blanca de estilo colonial, de esas que pueblan el norte que construyeron los indianos. Los indianos eran emigrantes españoles que fueron a America y al cabo de los años, cuando volvían ricos, reformaban el antiguo pazo familiar o se construían una de esas preciosas casonas tan características que muchas han terminado siendo ayuntamientos, bibliotecas o museos.

El estilo de la prosa de la novela es ágil, y fresco. Es una novela que al conjugar los dos hilos temporales trasmite un ritmo rápido, y tiene la intriga lo suficientemente bien dosificada para que no la dejes. Es cierto también que la autora podía haber sacado más jugo al tema de la divinidades o ritos que toca en la trama o se podía haber esmerado mucho más en la descripción de Navarra, que le podía haber dado mucho más juego para la historia o haber hecho más rica y literaria la prosa. Pero esto es solo una apreciación personal.

Por otra parte, personalmente me han gustado más los detalles en el hilo temporal de agosto del 78. Me ha hecho gracia la alusión a la canción de Pecos de "Esperanzas" y cosas así, que me han transportando sin querer a los recuerdos de aquel tiempo. Ha facilitado mucho que nos centremos en esa época, ha favorecido mucha la ambientación. Pero quizá en el hilo narrativo que corresponde a la actualidad podrían sobrar esos mismos detalles, porque se corre el riesgo de que la novela se quede antigua... No hace falta concretar tanto yo creo para evitar eso. Pero bueno solo es una opinión.

En general yo creo que los personajes están bien perfilados, yo me he imaginado perfectamente a la protagonista y a su grupo. Del mismo modo que no me ha costado nada visualizar al grupo del 78. Desde luego es una novela donde se subraya el valor de la amistad sobre todo lo demás. Esa amistad que se forja en la adolescencia o juventud. 

La novela, en general, yo creo que te atrapa, es bastante entretenida, se le muy fácil que supongo que es su objetivo. Está bien escrita. Es una primera novela, y tengo la impresión de que esta jóven autora nos contará otras muchas historias de misterio que seguro que estarán cada vez mejor. Y yo, que tengo debilidad por las novelas de intriga, pienso seguir leyéndola. 

 

viernes, 5 de febrero de 2021

Echo de menos

 


Echo de menos que el frío de la mañana me corte los labios. Echo de menos el aire en las mejillas. Echo de menos mi cara fresca.

Echo de menos que se me acumulen tantos planes para el fin de semana, que tenga que elegir. Echo de menos unas entradas para el cine, para el teatro, para hoy o mañana. Echo de menos trasnochar bajo la luna. Trasnochar tanto, que tenga que correr Gran Vía abajo para pillar el siguiente "buho" en Cibeles, que me acerque al barrio.

Echo de menos estar con los míos. Estar cuando y cuánto quiera. 

Echo de menos a tantas personas... 

Echo de menos las sonrisas de los demás en sus labios. Tanto. Mucho. Echo de menos reírme yo a carcajadas y sentir cómo salen en libertad desde mi boca camino del cielo.

Echo de menos mi cara fría, mis labios cortados y mis brazos. 

Sobre todo echo de menos éstos brazos
que van conmigo siempre.
Echo de menos
a mis brazos abrazándo
TE.
 
Pero nunca tanto cómo echo de menos los tuyos.
Cuánto echo de menos tus brazos,
tus brazos abrazándo
ME.
 
 
Febrero 2021
@Rocío Díaz
 

martes, 2 de febrero de 2021

"Donde aprenden a volar las gaviotas" Ana Alcolea. Reseña Literaria

 


 1.

"Me llamo Arturo .

Mis padres se dieron su primer beso de verdad en el cine, mientras veían la película “Excalibur”. Por eso, yo me llamo Arturo y mi hermana se llama Morgana. Lo mío tiene pase, lo de mi hermana, menos; pero como soy muy positivo por naturaleza y siempre miro la mejor cara de las cosas, tiendo a pensar que podía haber sido peor. Sobre todo si tenemos en cuenta que a mí podían haberme puesto Merlín y a ella Ginebra. Eso no lo hubiera aguantado ningún  hijo,  por  muy comprensivo  y  tolerante que fuera.  

Esa obsesión por la cultura inglesa y la germánica hizo que mis padres viajaran mucho por Europa y se aficionaran a la mitología escandinava: Odín, Tor y todo eso. También estaban fascinados por los vikingos, de los que mi padre incluso llegó a escribir un libro que recreaba el primer descubrimiento de América por parte de Erik el Rojo. Este libro ponía de muy mal humor a mi abuelo, que siempre había sido muy patriota con eso de Colón y el descubrimiento y que toda su vida se negó a creer que el almirante hubiera nacido en Génova. Mi abuelo Cristóbal (ah, casualidades del destino) sigue sosteniendo la teoría de que su tocayo nació en un pequeño pueblo de las Baleares llamado Porto Colom, que se convirtió en una colonia germana en los años sesenta...

 Pero lo que voy a contaros no pasó en Mallorca, sino mucho más al norte, cerca del Ártico: mi madre se empecinó en que yo empleara aquellas vacaciones de verano  para  mejorar  mi  inglés… ¡en Noruega!"

 


 Terminamos el mes de enero con una reseña literaria: "Emocionarte. La doble vida de los cuadros" de Carlos del Amor. Y comenzamos febrero con otra: "Donde aprenden a volar las gaviotas" de Ana Alcolea.

Y tiro porque me toca.

Lo cierto es que no tienen nada que ver ambos libros. Escuché hablar de ellos y tuve ganas de leerlos. Y como soy una ansiosa de mucho cuidado para esto de los libros, pues hala el botín pronto estuvo en mi poder. Y a por ellos. El primero es de divulgación, muy ameno, con la prosa sencilla, atractiva y entrañable del períodista Carlos del Amor. El que nos ocupa hoy, "Donde aprenden a volar las gaviotas", es una novela juvenil de una autora a quién no había leído nunca, la profesora y escritora Ana Alcolea, pero de la que había oído hablar, sobre todo en su carrera como escritora de novelas juveniles.

Ambos me han gustado.

¿No creeis que "Donde aprenden a volar las gaviotas" es un título precioso? Me encanta, es muy atractivo, muy sugerente.  Eso fue lo primero que, valga la redundancia, me atrajo de este libro. Y luego que ha sido (no sé si lo sigue siendo) lectura obligatoria en la ESO.

Su argumento: "Arturo pasa sus vacaciones de verano en Noruega con su amigo Erik. La casa en la que viven se asienta sobre los cimientos de un campo de concentración nazi de la Segunda Guerra Mundial. Un día, mientras cavan un hoyo en el jardín para plantar un árbol, encuentran una caja de metal, cerrada a cal y canto. La investigación para conocer su contenido llevará a los jóvenes a una lejana cabaña en medio de las montañas, a una vieja casa de pescadores en la fría y agreste costa norte de Noruega, y al pasado misterioso de la enigmática abuela de Erik".

Ya veis que toca un abanico de temas: Guerra, amistad, aventura, naturaleza, misterio, amor, demencia senil, diferente cultura... Pero sobre todo, en definitiva, es una novela que aborda el tema del aprendizaje. Aprendizaje con mayúsculas.

Está ambientada en dos tiempos diferentes. Por una parte en la actualidad, con la historia de Arturo y su amigo Erick, y por otra en el pasado, en la Segunda Guerra Mundial, en el momento de la ocupación alemana de Noruega, donde se relata la historia de Elsa. En el libro saltaremos de la una a la otra, y eso imprime mucho ritmo a la narración. Espacialmente estamos en Noruega, en los paisajes preciosos de tierras noruegas, y dan unas ganas locas de ir a conocerlos, la verdad. Comienza el viaje con Trondheim, la tercera ciudad más poblada de Noruega. Y luego visitarán una isla llamada Gjaeslingan. Forma parte de un archipiélago de islas en la costa noroeste de Noruega, al norte de Trondheim. Qué atractivos resultan tanto sus paisajes nevados con sus cabañas, como la zona del archipiélago que cuenta, donde está una ensenada con los islotes alrededor, ese lugar "donde aprenden a volar las gaviotas" debe ser precioso.  Y además que es la tierra de la Aurora Boreal, y las noches sin sol. Qué ganas de volver a viajar... En fin. Resumiendo, que la ambientación de la novela yo creo que está muy conseguida, ya os digo que a mí ha conseguido literalmente transportarme.

La novela está estructurada en 29 capítulos y formalmente alterna la prosa, con la escritura de los diarios de Elsa. 

Quizá yo el "pero" que le pondría a la novela es que los protagonistas jóvenes de la novela utilizan un lenguaje algo serio, demasiado elaborado. Yo creo. Me refiero a los de la actualidad. Me parece que resultan más creíbles los jóvenes de la época de la Segunda Guerra Mundial. Simplemente porque atravesando una etapa tan dura en sus vidas, a la fuerza tuvo que hacerles madurar de golpe, y por tanto cambiarlos. Y entonces sí que me cuadra su lenguaje más formal. Tiene más sentido en su bocas. Pero los jóvenes de la actualidad... No sé, me cuesta más verlos con su edad hablando así con ese temple.

Pero es un "pero" pequeño. Porque el resto de la novela me ha atrapado en su misterio, en su argumento y su forma de contarlo. Aún siendo una novela juvenil, por supuesto eso no hay que olvidarlo, a mí me ha parecido no solo entretenida, sino que también está bien escrita, es instructiva pues aborda un período histórico que hay que conocer, y además es muy evocadora.

 Me ha parecido una buena novela juvenil.


"La vida es aprender, estamos aquí para eso, como las gaviotas. Vivir es peligroso, es cierto. Pero un pájaro no puede quedarse eternamente en su nido, tiene que volar".