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lunes, 14 de noviembre de 2016

"La belleza de lo cotidiano" de Robert Doisneau


"El mundo que intentaba mostrar era un mundo en que yo me sentiría bien, en el que la gente sería amable, y en el que encontraría la ternura que deseo recibir. Mis fotos eran como una prueba de que ese mundo puede existir". Robert Doineau

En Madrid, en la Sala de Exposiciones Canal Isabel II, de la calle Mateo Inurria, hay una exposición sobre uno de los fotógrafos que más me gustan, de hecho tengo en mi casa varias de sus fotografías. Me estoy refiriendo a Robert Doisneau (Gentilly, 1912-París, 1994.

Todo el mundo conoce su fotografía de El Beso (un encargo de la revista Life para mostrar al mundo como después de la guerra París volvía a ser el que era), o la de Picasso con una camiseta de rayas y un montón de panecillos. ¿A que sí?

En esta ocasión bajo el título de "La belleza de lo cotidiano" podemos ver una selección de 110 fotografías, no muchas, que sus hijas han seleccionado entre 450.000.  La muestra abarca desde los años veinte hasta los setenta, cuarenta y cinco años de creación fotográfica.

Doisneau es un exponente del realismo poético, quería atrapar los gestos de las personas en momentos cotidianos. Observar, tener paciencia y plasmar.





Me ha encantado este montaje "La casa de los inquilinos" del año 62. Donde se muestra el edificio y lo que se iría viendo en cada casa. Está muy bien. 

 "Fue un extraordinario narrador que dió vida a una ficción directamente extraida de la realidad, devolviendo un reflejo modificado de momentos insignificantes".





Me ha sorprendido la serie en color de Palm Springs de los años sesenta. No la conocía. Tiene esa parte de la exposición una carta que escribe el fotógrafo a un amigo músico, que está curiosa, tiene mucho humor. Están todas en un pasillo.  

"Me siento de otra época, como un sillón Luis XV en un aeródromo o un violoncelo delante de un edificio de Life..."
Extracto de la carta de Doisneau a su amigo Maurice.








 Me gustan muchos sus fotografías de niños. Tengo una de ellas, en la escuela, en mi comedor. Me hacen mucha gracia. Pertenecen, según sus hijas, a esos tiempos en los que le costaba vencer la vergüenza, y tiene varías que me gustan como la de Los hermanos, la de los niños y la leche... Son más o menos del mismo tiempo de las series de las tascas, los músicos callejeros, los carboneros.

“No era documentalista, el París que nos muestra es el que él soñaba”.




Las fotos las hice con mi móvil, sin el flash, y la verdad es que no les hacen justicia, pero bueno es lo que tenía.

No os perdáis esta exposición. Merece la pena. Tenéis aún tiempo de sobra, porque estará hasta el 8 de enero. Es gratuita y tiene un amplio horario.

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