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martes, 31 de mayo de 2011

De escribir y concursar en los certámenes literarios... David Lerma




A veces los que escribimos, probamos suerte en los concursos literarios. Es una forma de dar a conocer nuestro modo de inventar y de escribir, nuestra particular forma de relatar o de hacer poesía. Y si de paso uno gana algún dinero mucho mejor. 

Porque cuesta mucho escribir un relato. Horas de estar sentado delante del ordenador.  Horas esperando paciente o impacientemente que llegue esa primera frase "que deje salir todos los vientos". detrás y haga volar una historia. Paciencia y escribir, paciencia y corregir, corregir, corregir. 

A veces esos relatos ganan concursos y otras... no. 

Pero son muchas las veces que uno va con un montón de sobres a correos. Muchas veces.  Antes has tenido que preparar el relato para que cumpla las bases, hacer las copias que pidan, rellenar la plica con los datos personales, preparar dos sobres uno con esa plica y otro grande donde quepan todos los ejemplares. Sobres llenos de constancia, de frases, de paciencia, de cuentos, de disciplina e ilusión. Y queda pagar según pese, deseándole que llegue bien, que guste, que gane... En el fondo de la caja de los vientos de Pandora siempre queda la esperanza...

Os quería dejar con un relatito de un narrador amigo David Lerma.  Un buen narrador. De lo que le ocurrió la última vez que fue a correos a llevar su novela. De lo que le ocurrió de verdad.

Por favor no dejéis de leerle. Merece la pena.


"Tras vencer infinitas dudas durante la última semana, he decidido presentar la novela que tengo terminada a un concurso. He envuelto los ejemplares que exigían las bases y me he desplazado hasta Correos. Delante de mí había unas tres o cuatro personas... (...) Yo he empezado a impacientarme, sin más motivo que esta puta prisa constante que me aprisiona sin saber muy bien por qué. Así que cuando me ha tocado el turno, confieso que estaba cabreado. La funcionaria ha hecho su trabajo correctamente, yo le he pagado, y cuando me disponía a irme, la mujer me ha soltado que tengas mucha suerte, cariño. Sí, ha dicho "cariño". Y con una ternura especial. Yo le he respondido con un muchas gracias que ha intentado sonar sincero. Así que la mujer, aprovechando que no había nadie detrás de mí, me ha contado lo siguente: durante muchos años yo también me he presentado a concursos de poesía. Porque yo escribía poesía, ¿sabes?. Acudía a una tertulia semanal, había formado junto a mis compañeros un pequeño universo literario, "nuestro" pequeño universo literario, ha recalcado. E igual que ellos, yo también sentía una necesidad imperiosa de comunicar a los demás cómo experimentaba las cosas que me pasaban, mi forma particular de ver el mundo, sobre todo la belleza; escribir significaba para mí un intento por conocerme mejor, el método que usaba para escupir lo que llevaba dentro. Sin embargo, después de muchos años de rechazos y de saber de los amiguismos que rigen los certámenes (soy de Leganés, ha añadido de pronto, allí he conocido de primera mano los tejemanejes de los concursos municipales), dejé de enviar mis poemas. Llegué a sentirme una incomprendida. Había empezado a considerarme una persona frustrada...

A esas alturas mi cabreo se había trasformado en compasión (¿o tal vez debería llamarlo autocompasión?), puede incluso que en solidaridad. Ella prosiguió: poco tiempo más tarde dejé de escribir. Y qué quieres que te diga, David, me ha dicho (supongo que habrá leído mi nombre en el impreso-certificado), tal vez ahora que he abandonado esa necesidad que me poseía de que los demás conocieran mi particular forma de ver la vida, quizás sea más feliz. Pero perdóname todo esto que te he dicho, se ha disculpado, no era mi intención desanimarte.

(Desanimarme, no. Pero impactarme, desde luego que sí. En mi cabeza rebullía la idea de no entender por qué tenían que pasarme a mí estas cosas, si es porque tengo cara de escuchar lo que la gente dice, cuando no es verdad, al menos al cien por cien: si lo hiciera -si lo hiciéramos- terminaríamos todos en el manicomio)

Bueno, no te preocupes, mujer, le he respondido, no me has desanimado, el rechazo y la frustración ya los llevo dentro, en serio; asumo que son intrínsecos a esta labor que yo solo me he impuesto: no es la primera vez que mando mi novela a un concurso, antes ha habido muchas otras, todas sin resultado. Pero creo que dejando morir mi novela en el cajón, es como seguro que no voy a conseguir nada. Además, me he atrevido a susurrar para que no me oyese nadie, estoy escribiendo otra...

(Yo también me he sorprendido por esta especie de optimismo mío tan repentino, os lo prometo. Pero me ha salido así. Ella me ha sonreido, y creédme si os digo que su sonrisa era muy, muy bonita.)

Detrás de mí se había ido formando una fila bastante considerable; ahora, eran los demás los que me miraban mal a mí. La vida es una paradoja, he pensado; además, un paradoja absurda y corta. Inmediatamente me he dado la vuelta y me he ido rápido de allí, casi sin decir adiós. Me hubiera gustado despedirme de esa mujer con dos grandes besos en sus mejillas."

David Lerma

3 comentarios:

  1. Es siempre un honor para mí aparecer en tu blog, ese que, como decías anteeayer, quieres mantener a resguardo de la lluvia diaria de noticias nefastas y de ceniza.
    El problema es que, incluyendo en él lo que escribo, estás alimentando mi pereza infinita a fabricarme mi propio blog. Claro, que de mi pereza infinita no tienes tú la culpa.
    De momento, soñemos que esos sobres que enviamos rellenos de horas, soledad, ilusión, esfuerzo, llegan algún día al corazón de una sola persona.
    Muchas gracias, Rocío. Un beso.
    David Lerma

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  2. Pues que me ha encantado leerte, lo mismo no es esta vez pero ya te llegará el reconocimiento, aunque los que te conocemos ya te lo damos. No te creo pesimista, y además, un pesimista no concursa, es más, ni siquiera escribiría. Un abrazo.

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  3. Muchísimas gracias a los dos por dejar aquí vuestros comentarios. David se merecía estar entrada ¿verdad Jaime? Besos a los dos, Rocío

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